“Vacía tu mente. Libérate de las formas, como el agua. Pon agua en una botella y será la botella. Ponla en una tetera y será la tetera. El agua puede fluir, trepar, gotear, estrellarse o puede golpear. Sé agua, amigo.” ¿Recuerdan las palabras de Bruce Lee? Sun Tzu, estratega militar de la China clásica y autor de El arte de la guerra, manual que tanto juego da a los grandes empresarios –Botín entre ellos-, venía a decir algo muy parecido: “Igual que el agua no tiene una forma constante, no hay condiciones constantes en la guerra. Al que es capaz de conseguir la victoria modificando sus tácticas de acuerdo con la situación del enemigo, bien puede llamársele divino.” Ya, ya sé que esto no es la guerra, pero de todo se aprende, ¿no?
En esas deben andar cuantos dedican su energía personal y profesional a la acción cultural. En tiempos de conflicto es imprescindible que las organizaciones se adecuen con soltura a las condiciones impuestas, en nuestro caso las restricciones presupuestarias en cultura y la reducción, por tanto del universo de clientes institucionales y el incremento de la competencia. La supervivencia va en ello. Salirse del raíl, de los caminos trillados, la condición. Las organizaciones, los profesionales de la cultura deben tomar la forma de la situación, apoyándose en la flexibilidad, la innovación, la búsqueda de nuevas formas de encuentro con los públicos. Ser como el agua que aprende de los caminos que recorre tomando su forma. Perdonen, este post me ha dado pelín filosófico.

La susodicha crisis debe convertirse en una posibilidad de reformar el sector. Es una posibilidad que el país está perdiendo pero que nosotros no debemos permitirnos.
Somos un sector rico en ideas, en talento y en capacidad de adaptación, nuestras soluciones sirven de referencia en muchas empresas.
Tenemos mucho que ofrecer, a los compañeros y a la sociedad. Pongámonos en marcha para elegir nuestro cambio en lugar de adaptarnos al que se nos impone
Y otro día hablaremos de la destrucción creativa