Yllana, cultura y páginas “salmón”

Cada domingo leo las páginas salmón, ésas dedicadas al mundo de los “negocios”, a la espera de encontrar alguna noticia de interés para el mundo de la cultura. Muy ocasionalmente aparece algo relacionado con la gran industria del libro o la música, y más ocasionalmente aún, anuncios sobre formación en master culturales. El interés me viene, obviamente, porque una parte considerable de la cultura que se genera en España en la actualidad está producida por empresas –museos, teatros, compañías, productoras audiovisuales…- que con más o menos acierto y con más o menos entusiasmo están sometidas a las reglas de la economía de mercado.

Pues bien, mi sorpresa fue notable cuando el domingo pasado en las “salmón” de El País, reconocí en una fotografía a Marcos Ottone, gerente de Yllana y compañero de tantas y tantas ferias. El artículo ejemplificaba en esta compañía que gestiona también el teatro Alfil, un modelo que conjuga el arte con la rentabilidad económica. Un modelo basado en el humor, la internacionalización –tiene franquiciado su espectáculo 666 en Broadway- y el aprendizaje constante de formas de gestión que conduzcan a la autonomía financiera de sus espectáculos y de su compañía. Marcos Ottone, y el resto de Yllana –David Ottone, Joe O’Curneen, Francisco Ramos y Fidel Fernández– apuestan por un sistema de financiación de las artes escénicas en el que por un lado, el público, a través del pago de su entrada, soporte el grueso de los costes y genere beneficios, y por otro, las producciones cuenten con aportaciones de dinero privado para su puesta en pie. Las subvenciones y las contrataciones municipales, que hoy son el grueso de las aportaciones al sector escénico, generan una enorme y arriesgada dependencia de los poderes públicos cuyos negativos efectos se multiplican en tiempos de crisis.

Ciertamente hay muchas formas de hacer cultura, de producir arte, y éste modelo es una de ellas. Ningún modelo probablemente es generalizable al conjunto del ámbito cultural –en este caso escénico-, pero de todos conviene aprender.

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Archivado bajo artes escénicas, Gestión cultural

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