Archivo de la categoría: artes escénicas

Max o menos


La producción de los Premios Max, celebrados ayer en Córdoba, tuvo el nivel exigible a la organización que los convoca, SGAE, y la gran calidad artística habitual de su director, Juan Carlos Rubio, que contó con algunos de sus colaboradores habituales, Ángel Ruiz y Chema Noci, a los que se sumaban esta vez Natalia Millán, Toni Cantó y Fernando Tejero. Bien, una buena Gala en la que se cuidaron más las formas y, en mi opinión, no se echaron de menos los vaqueros y camisas a cuadros de los últimos años.

No entro en los resultados, aunque algunas cosas chirrían fruto probablemente del modelo de premios y la fórmula de votación elegida: las palabras de Agurtzane Intxaurraga, ganadora del premio al mejor autor en euskara para el que solo había dos candidatos, las de Alfredo Sanzol, agradeciendo a Sergi Belbel la traducción del castellano de su obra “Delicadas”, que obtuvo el premio a la mejor obra… en catalán; o las de Quico Cadaval, que daba las gracias a quienes le premiaban sin haber visto su obra. Palabras que dicen más de lo que dicen. Y  así con unos cuantos premios y candidaturas más.

Lo que no me resisto a comentar son dos aspectos, dos oportunidades de mejora. Primera. Hay que ver lo que da de sí el espíritu quejoso que impulsa al gremio a aprovechar la mínima ocasión, aunque sea fuera de lugar: quien no protestaba contra los ayuntamientos morosos, exigía nuevas leyes de propiedad intelectual para figurinistas e iluminadores. Hasta Antonio Gala, tal vez imbuido del espíritu reivindicativo amenazó con cortarle “algo a alguien” si Córdoba no era declarada Capital cultural. En cualquier caso, el tono y la forma de las críticas estuvieron lejos del aire político y desafiante de otros años.

Segundo. Tal vez porque mis dientes no crecieron en el ámbito teatral, sigue llamándome la atención que gentes cuya vida se dedica a la comunicación lo hagan en general tan mal cuando no actúan. Los agradecimientos eran larguísimos y ausentes del más mínimo interés y tirando a caseros. ¿La gente de la escena olvida que son cientos de miles de personas las que ven en directo sus intervenciones en los Max? ¿Desconoce lo que vale un segundo en televisión y que si te “pasas” el espectador desconecta? Difícil de entender.

Y una última nota. La necesidad de una Academia de las Artes Escénicas que unifique a la profesión estuvo también presente (¿Fue Elisa Sanz?). Un tema siempre pendiente y al que mucho más temprano que tarde habrá que hacer frente.

Perdón, otra última nota (ahora sí). Y ésta de enhorabuena al imprescindible José Monleón, portador de sesenta años de historia escénica española y creador de PRIMER ACTO. Honor y gloria al valenciano. Lástima que la realización le cortará su intervención.

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Más madera 3: Gerardo Vera

El director del CDN, Gerardo Vera, se autoprograma,  y tendremos la fortuna, además, de que esté con su Woyzeck más tiempo que  ninguna otra obra esta temporada. Gerardo Vera ha decidido montar a Georg Büchner, un poco conocido autor español que se suma a la larga lista de autores ibéricos de esta temporada y que precisaban desesperadamente darse a conocer a través del Centro Dramático Nacional: Tennesse Williams, Heinner Müller, Harold Pinter, Eduardo de Fillippo, Anton Chejov, William Shakespeare

Hay que reconocer sin embargo a Vera, el esfuerzo de abrir las puertas de este teatro “nacional” a nuevos autores extranjeros como Alfredo Sanzol, El brujo, José Ramón Fernández, Rodrigo García, José Manuel Mora o Margarita Sánchez.

Ciertamente algún mal pensado dirá que eso de programarse a sí mismo se ha hecho siempre, en éste y en cualquier teatro público que se precie. Ahí está otro Tennessee Williams, el de Gas, en el Español por ejemplo. Lo dicho, mal pensados que creen que la gestión entregada a artistas tiende a confundir las cosas y poner la gestión al servicio de uno mismo.

Y al tercer día…, paró, que me estoy poniendo un poco pesadito con tanta madera

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Bienvenidos a Porvenir

No sé qué me pone más, que se abra un centro de alto rendimiento dedicado a las artes escénicas o que se abra en una antigua iglesia. Harrobia Eskena es un centro de innovación impulsado por el ayuntamiento de Bilbao que gestionará Eskena, la dinámica asociación de empresas escénicas del País Vasco, y que tiene su sede en la vieja iglesia de Otxarkoaga que así se recupera. Un excelente ejemplo de las posibilidades de colaboración entre lo público y lo privado.

El objetivo central de Harrobia Eskena es que las compañías de estructura empresarial mejoren sus procesos de producción, la calidad de sus creaciones y su propia capacidad de innovación. La innovación y la transferencia de tecnología de otros ámbitos al escénico y cultural, conforman la verdadera piedra angular que permitirá al sector mantener su personalidad creativa y su aportación de valor a la sociedad en las próximas décadas. Un tema que a quien esto escribe le preocupa y le ocupa.

Solamente cabe desear dos cosas: la primera, que el funcionamiento interno esté en sintonía con la modernidad que proclama la iniciativa; la segunda, que la búsqueda de la innovación afecte no solamente al campo de la gestión y a la ruptura de las fronteras del arte, como se recoge en las  noticias, sino que se extienda a la creación de valor y a la relación con los públicos, dos elementos claves en los que en cultura podemos y debemos  liderar procesos de innovación.

Harrobia Eskena, ongi etorri, bienvenido.

PD 1.: (Harrobi: porvenir en euskera)

PD 2.: Me alegró ver en la fotografía de la firma a Pío Ortiz de Pinedo, gerente de Eskena, junto a Iñaki Azkuna, alcalde de Bilbao.

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Ángeles: dile algo a Leyre, porfa

Acordemos –con una enorme tristeza, eso sí- que en el actual gobierno la densidad de talento político no es especialmente deslumbrante. A la escasa competencia de la ministra del ramo cultural, ya mencionada en este blog en otras ocasiones (la última a propósito de la ley que lleva su apellido), se une cual elefante en cacharrería la de Sanidad. Leyre Pajín, a falta supongo de temas más relevantes a los que meter mano, dedicó una perla a la Cultura, cuando afirmó que la Ley “antitabaco” debía cumplirse también en los escenarios. La ministra daba por buena la denuncia de un espectador del musical Hair en el que se fuma (la obra va de la época hippie, como para no echar humo). La ministra sugirió que dadas las habilidades de interpretación de los actores y actrices, debían interpretar que fumaban.

Es la expresión de un radicalismo inculto y puritano, incapaz de convivir con la diferencia y los diferentes. Supongo que ni Arthur  Miller podría hacer una buena obra breve sobre este tema que de verdad no da como para la crítica  a la inquisición contenida sabiamente en Las brujas de Salem.

Ángeles, dile algo a Leyre, porfa.  Dile que el arte, y la creación, la Cultura como forma socializada de ambas, es un espacio de libertad indiscutible en democracia, y que lo más lejano de la libertad es ocultar la realidad, la diversidad.

Que sí, que Bogart fumaba en escena, pero que hacía obras de arte.

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Fernando Urdiales y Teatro Corsario

Fernando Urdiales acaba de morir. Al director, agitador, animador de Teatro Corsario, le ha fallado esperadamente su segundo hígado, y se ha ido, discreto, seguramente armado con su especial sonrisa terciada, indescifrable. La noticia me ha golpeado en México, donde Jacinto Gómez y yo esperábamos el avión de vuelta del Congreso Iberoamericano de productores escénicos. Allí, cosas de la vida, habíamos estado este pasado viernes con otros corsarios que habían llevado su arte escénico; con Luismi García y Jesús Peña y los manipuladores de esa maravilla de marionetas para adultos que es “Aullidos”. Teatro Corsario es una de las mejores compañías españolas. Desde Valladolid hacen arte con seriedad y trascendencia, con personalidad y sabiduría.

Quería y respetaba a Fernando desde que coincidimos estudiando en la Facultad de Medicina de Valladolid, hace… Él ya era un artista, amante de la vida y del compromiso. Desde que yo entré en este mundo de la cultura y la escena nos hemos encontrado muchas veces, porque procuraba no perderme lo que hacían los corsarios. Y siempre hablábamos de la compañía, de su modelo de gestión. Yo le criticaba con cariño sus resistencias a entrar en otros modelos que permitieran que su trabajo se proyectara como se merece, mucho más, y que sus gentes vivieran acorde a sus excelentes trabajos, mucho mejor. Fernando era mucho Fernando.

Su muerte es una evidente pérdida para el teatro español y para sus muchos amigos. Pero también es momento de transformación, de vida, de futuro para esa magnífica compañía.

Honor y gloria a Fernando Urdiales. Larga vida a Teatro Corsario.

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¿Otros retos de la Cultura en Iberoamérica?

Estoy estos días en México –del 5 al 10 de diciembre-, asistiendo al I Congreso Iberoamericano de Productores Escénicos, una iniciativa en la que se han volcado Marisa de León y Silvia Peláez apoyadas por Miguel Ángel Pérez, entrañable gestor español y Gustavo Schraier, del porteño Complejo San Martín. Ponencias, mesas redondas y Talleres, me permiten tomar el pulso a las compañías, a los productores mexicanos, y cómo no, al conjunto del teatro iberoamericano. Aquí están Carla Lobo, de Brasil, Antonino Pirozzi, de Chile, Álvaro Franco, de Colombia, Miguel Issa, de Venezuela, Giancarlo Protti, de Costa Rica, Jacinto Gómez, de España, Ernesto Piedras, de México… En las llamadas Sesiones dinámicas, compañías relevantes de México intervienen para dar su perspectiva, de la que no está exenta la pasión. (¡Ah, “Las Reinas Chulas”, que “odiaban” mi metáfora del gestor como capitán de barco!)

Mi impresión es que a uno y otro lado del Atlántico las gentes de la escena –de la cultura- tienen similares retos pendientes, casi todos relacionados con su necesario distanciamiento de la tutela pública y su apertura a la sociedad civil –asociaciones, empresas…-, con el incremento de la profesionalización, con la mejora de la calidad de los productos y servicios, y con la asunción con todas sus consecuencias del público, como eje de la acción cultural, como protagonista del encuentro artístico.

El incipiente recorrido del teatro iberoamericano en el ámbito de la gestión, propone a las compañías, gestores, teatros…, un inmenso campo de oportunidades de crecimiento y desarrollo, de intervención en el devenir de la cultura en cada uno de los países. Tan solo falta la decisión de aceptar los retos y asumirlos con autonomía, sin tutelas, conscientes de que la fuerza y la capacidad de transformación nace de conocer el destino y de la decisión de llegar a él.

 

PD: El Centro Español de México, cercano al Zócalo, es un espacio de encuentro cultural imprescindible. Dirigido por el incansable Jesús Oyamburu a quien no veía desde su estancia en Costa Rica, está haciéndose con un papel referente en la capital.¡Lo que España podría hacer en América Latina, y en el mundo, si la cultura y la lengua, que es su principal activo, contaran con los fondos públicos suficientes!

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Un mensaje sólido, una voz fuerte para el sector escénico

La pasada semana se celebró en Sevilla, Mercartes, la feria más importante de las artes escénicas, en la que se encuentra el sector de la producción y la exhibición, es decir, empresas y compañías por un lado, y teatros institucionales por el otro. En realidad es un encuentro entre el sector privado, que en España corre a cargo de la mayor parte de la creación, y del sector público, principal comprador y exhibidor de espectáculos a través de las redes públicas. Por nuestra parte presentamos allí los dos nuevos proyectos en que estamos embarcados desde el objetivo de aportar valor añadido al sector: Merkaescena, dedicada al reciclaje escenográfico, y Asimétrica, la consultora avanzada en marketing cultural.

El encuentro sirve también para establecer relaciones y para dar voz a las muchas necesidades comunes. Porque a pesar del cansino debate sobre lo público y privado en cultura (cansino porque no avanza, no porque no sea imprescindible), el sector escénico, y extensamente el cultural, precisa con urgencia configurar una sola voz que lo represente, que lo constituya como grupo de presión, que le permita hacerse oír. Es difícil avanzar en la creación de esa voz única sin avanzar al mismo tiempo en un programa de acción, una especie de común denominador que cohesione y emita mensajes únicos ante la administración y ante la sociedad.

Lo curioso es que a veces los mensajes, la unidad, se formula al final de un camino que se inicia con pequeños pasos. Miguel Ángel Varela y Alberto Muyo lanzaron en Sevilla la propuesta de constituir una Academia de las Artes Escénicas. Algo que desde El Espectáculo Teatral se había sugerido meses atrás. Lo que aparece como una idea peregrina puede ser el primer paso en la generación de una imagen única, de una voz unificada de todo el sector escénico. La condición imprescindible es que el proceso sea transparente, sin protagonismos, y que cuente con la simpatía y el respaldo de la mayor parte de personas y organizaciones del sector.

Seguiremos muy de cerca este tema. Y a buen seguro volveremos sobre Mercartes.

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Blanca Portillo y el Festival de Mérida

Blanca Portillo ha sido nombrada nueva directora del Festival de Mérida. Los políticos continúan su tendencia habitual de situar a personas de perfil esencialmente artístico en cargos que implican muchas más exigencias que las de pura programación . Qué lástima que se decidan los nombramientos digitalmente y no mediante concursos abiertos a los que los candidatos debieran acudir con planes y programas de funcionamiento y explotación, entre los que elegir el mejor. Ya se sabe que en política una buena página en los medios es el objetivo prioritario y éste se logra mejor con sorpresivos nombramientos estrella, mediáticos. En El Mundo se reflejaba a la perfección este objetivo cuando se decía que Blanca era la nueva imagen del Festival de Teatro de Mérida. Antes, se había intentado el fichaje de Nuria Espert y Mario Gas. En fin.

Sin embargo Blanca Portillo incorpora tres rasgos relevantes que, al menos, moderan la decisión. Por un lado, ella misma es productora teatral y conoce a través de Avance Producciones Teatrales, su empresa, la parte de atrás de la producción escénica. Por otro, ha hecho pública su decisión –diferenciadora de tantos otros directores de teatros nacionales o festivales-, de que no actuará ni dirigirá obra alguna para Mérida. Finalmente, va acompañada en la dirección, a modo de tandem, de Chusa Martín, productora y gestora de larga experiencia, que asumirá a buen seguro la mayor parte de las competencias que en teoría recaen en la figura de un director de Festival.

Los festivales son una oportunidad para implantar nuevas fórmulas de elección de los responsables, basadas en convocatorias abiertas que exijan a los candidatos unos objetivos a lograr, un programa, una planificación artística y de gestión y unos resultados. Vamos, lo que debería ser normal cuando se trata de acción cultural pública que se hace con dinero de todos.

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Ejemplos profesionales y personas: Manolito

Se me retrasa el post de gestión que había previsto para hoy forzado por las circunstancias: con apenas un día de diferencia han fallecido dos ilustres del teatro: Ricardo Domenech, catedrático que fue y director de la RESAD, y Manuel Alexandre (él  mismo creó y amó esa x incorporada a su apellido en toda su vida artística). Cuando gente así se va la cultura está un poco de luto. El consuelo, no pequeño, es que al primero podemos leerle en su extensa aportación crítica al teatro español del siglo XX. Y a Manolito podemos verle siempre que lo deseemos en sus inmensas apariciones en cine y teatro (éstas ya grabadas, claro). La última obra, Tres hombres y un destino, animada por Luis Lorente, la interpretó junto a otros dos grandes, José Luis López Vázquez y Agustín González. A Manuel lo conocí en una de mis vistas a Fernando Fernán Gómez, ante un café, que la cosa ya no estaba para muchos vicios. La última vez, simpático como siempre, y como siempre acompañado de su inseparable Álvaro de Luna, lo ví en la presentación del Premio Agustín González para nuevos autores dramáticos. Le saludé efusivamente y sonriendo, también efusivo, me dijo: sé que te conozco, pero es que ya no me acuerdo de nombres, bueno ni de muchas otras cosas.

No soy de homenajes porque en mi opinión los mejores son siempre íntimos, individuales, pero sí de reconocer la enorme repercusión de una generación que tuvo casi todo en contra para hacer arte y para hacer del arte una forma de estar en sociedad. Y sin embargo lo hizo. Manuel, junto a los nombrados y otros muchos de esa generación, ha ido dejando huella de excelentes valores interpretativos, de compañerismo y de dignidad profesional. Un recorrido que pone en valor el trabajo duro y largo, frente a la búsqueda obsesiva del éxito fácil, y tan efímero a veces. Lo que se llama un ejemplo.

Salve, Alexandre, los que seguimos viviendo te saludamos

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Anabel Veloso, artista y gestora aventajada

El valor de la formación en gestión es indiscutible, incluso para los que tienen la creación artística colectiva como principal impulso: crear sin conocer de gestión, de mercado, de audiencias, de comunicación, de marketing…, hace más difícil el éxito, ya de por sí distante y esquivo. Hoy quiero hablar de Anabel Veloso y su compañía “Deje flamenco”. Hace casi dos años realizó uno de los cursos que dirijo para SGAE, el Curso Internacional de Gestión Escénica. Alumna inquieta y aventajada –ni mucho menos el único caso- siempre quería saber más de los principios, las técnicas y las herramientas que los artistas y las compañías tienen disponibles para comunicar mejor su arte a la sociedad y para organizar mejor su trabajo de gestión. Hoy su compañía es residente en el Auditorio de Roquetas, en Almería, siendo la primera en Andalucía. Este es un ejemplo de lo que ha ido haciendo. Y hay dos más que me parecen relevantes.

Anabel Veloso, gestora de su propio proyecto empresarial, asumió que para captar financiación privada hay que dar a los posibles compañeros de viaje, contenidos e incluso imágenes a las que se puedan enganchar: por estas fechas el pasado año organizó la presentación de una de sus coreografías , “Nacidos bajo el Mar”, en el Aquarium de Roquetas, sumergida entre tiburones (de verdad). Me hubiera encantado ver ese baile submarino.

Hoy me llega otra de sus iniciativas de marketing artístico y cultural, orientado, como me escribe en el mail, a “hacer al espectador partícipe de los procesos creativos de nuestra compañía”. En colaboración con el diario “La voz de Almería” propone a los lectores/futuros espectadores que elijan la fotografía del cartel de su próximo espectáculo (Poema sinfónico 2), de entre las realizadas por el fotógrafo Pepe Segura.

Bravo, Anabel Veloso. Una muestra de arte, imaginación, voluntad. Y de tener al destinatario del arte, el público, siempre en el eje de la acción.

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