Archivo de la categoría: Audiencias

Neurociencia, comunicación y marketing. Vaya, vaya.

Vengo de asistir al Congreso Internacional de Neurociencia, Comunicación y Economía, que tenía como título este año el de “Consumidor global y Tecnología”, y que se celebraba en la Universidad Europea de Madrid. La ponencia inaugural corría a cargo de Mónica Deza, Vicepresidente de Innovación de McCann Worldgroup, que preside la asociación organizadora (AINACE). Su intervención y la de quienes le siguieron, planteaban en su conjunto un campo de investigación, una mirada al futuro, en un territorio espectacular para quienes trabajan en el arte y la cultura, el que tiene por esquinas la emoción, el marketing, la comunicación, y el cerebro.

Lo apasionante es explorar el cerebro desde la perspectiva de la acumulación y selección de la información, de los ingredientes que participan en cada una de nuestras elecciones,  de cómo la digitalización está alterando –ha alterado ya- no solo la comunicación, sino las partes del cerebro en que se asienta. Intuir cómo todo ello introduce variaciones en nuestro patrón de toma de decisiones -¿pronto con repercusiones genéticas?- produce un cierto vértigo.

Acercarse al fenómeno de la moda, la belleza, las emociones, las marcas, las redes sociales…, en estos momentos de cambio profundo y acelerado, desde una perspectiva neuro-científica, es más que estimulante. Las utilidades en áreas educativas, pero también en aspectos relacionadas con el conocimiento último de los gustos y los motivos de los usuarios,  y por lo tanto de su aplicación al marketing, aunque sea simplemente en esbozo, genera un sugerente cúmulo de incertidumbres.

Me quedé con la enorme sospecha de que la ética, como compromiso íntimo individual, pero también colectivo, no va al mismo ritmo que la investigación de la neurociencia en su relación con la economía y otras ciencias sociales y del comportamiento. Esa es mi sugerencia para el próximo Congreso: la de esbozar también los límites éticos de la neurociencia.

Por cierto, Mónica Deza, es una de las ponentes que participará los días 15 y 16 de octubre, en Madrid, en la segunda Conferencia de Marketing de las Artes. Su ponencia tiene un bello título: B.E.S.A.M.E. Estoy deseando escucharla.

(si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de facebook)

4 comentarios

Archivado bajo Audiencias, Cultura, Formación, Gestión cultural, Innovación, Inspiración, Marketing Cultural, Opinión, Públicos

Frente a la subida del IVA, ofertas: tres post al precio de one

Debe ser este verano cargado de familiares de riesgo en segundo grado, ivas que van y ascienden a las más altas cumbres, y políticos de los que te dan tres al cuarto (de kilo), pero hasta los temas de los que hablar y comentar, importantes e incluso trascendentales, se me aparecen jibarizados. Debe ser por eso, en fin, por lo que en vez de elegir uno de ellos, me voy a echar al cuerpo, al tuyo, lector,  tres…, y medio, al precio de uno. Seguro que en los próximos meses iremos tocando de  nuevo, más detenidamente, casi todos ellos.

El IVA cultural sube hasta el 21%, es decir, en roman paladino, que el gobierno ha decidido por fin dar relevancia a la Cultura y en vez de “ayudarla”, pasa ahora a exprimirla todo lo que puede. Que la Constitución defina la Cultura como un territorio que las administraciones deben velar, proteger  y cuidar para poder afirmar que estamos en un estado democrático, es secundario, hasta irrelevante. Que la consecuencia inmediata de que los impuestos de todos los productos culturales se incrementen en 13 puntos sea probablemente diezmar las salas de cine y teatro, y reducir el consumo de los valientes que queden a la mínima expresión, es otra minucia.

Estos responsables políticos y económicos tal vez sepan –tal vez- gestionar la bonanza, pero en nueve meses han demostrado ser incompetentes para gestionar las dificultades. Al menos para gestionarlas defendiendo a la mayoría. Porque gestionar las crisis hincando los dientes fiscales en el indefenso cuello de los ciudadanos y vampirizarlos, eso lo hace cualquier canalla sin imaginación. Sin perdón.

Segundo “temilla”. Cultura y lotería: esa extraña pareja. Va Rubalcaba y en un alarde de imaginación digno de mi sobrina pequeña propone compensar los efectos de la subida del IVA con la Lotería. Bien, pienso yo, al menos sabe que en otros países –la pérfida Albión sin ir más lejos (Inglaterra)-, una parte importante de la acción cultural pública se financia con el Sistema Nacional de Lotería. Este sí que es un viajado, un leído, me digo, a éste voy y le voto aunque no me guste demasiado ese aire astuto que tiene después de haber pasado por el interior de tantos ministerios. Pero, claro, el monte se niega a ser orégano en esta España nuestra, y cuando leo a fondo la noticia me pasmo y me repasmo. Pásmense ustedes conmigo: lo que propone el cántabro que encabeza el think tank del PSOE es que los premiados –agraciados, les llaman: vaya gracia- paguen más impuestos de sus premios. Claro, como el gordo suele caerle a Mario Conde y gente así, y nunca nunca cae repartido entre humildes ciudadanos de a décimo, pues ese rico las va a pagar todas en una. A estos políticos gugu tata, perdónenme, no los vendíamos ni rebajados.

Tercer asuntejo: Recortes culturales en la periferia madrileña. El objetivo que concita el interés de nuestros gestores de la cosa política parece ser quién llega más lejos en recortar presupuestos y en gastar menos en servicios (claro, después de construir tanto piso inútil y vacío y tanta rotonda superflua e incordiona se les han acabado los posibles). Loca carrera en la que hay verdaderos líderes mundiales, qué digo mundiales, galácticos. A algunos de los astutos recortadores los mandas a Marte con la Curiosity y pone un chiringuito de arena. Jopé, si hubiera habido esta categoría en las pasadas olimpiadas, nos traemos tres o cuatro medallas de oro más: al recorte en prestaciones sociales, al recorte en sanidad, y al recorte en cultura…, esas seguras. Bueno, que me despisto. El caso es que el ayuntamiento madrileño, con ese digno y obsesivo deseo de reducir gasto, ha suprimido para el segundo semestre de este año todo el programa de proximidad cultural, ese que llevaba a los centros culturales de Madrid representaciones de teatro y danza y actuaciones musicales profesionales. Ese que acercaba la cultura de calidad a los barrios, ese que democratizaba la cultura. Por mail, a finales de julio y sin dar la cara. ¡Qué cara! Con un plumazo se han ahorrado la enorme y dispendiosa cantidad que ronda los trescientos cincuenta mil euracos por más de ciento veinte bolos (Sin tener en cuenta los datos de los bolos musicales). Un concejal opositor de nombre difícil de pronunciar dice que se gasta más el gobierno en seguridad en el Palacio de Cibeles, y que eso no está bien, que es fatal de los fatales para el ciudadano. Un quejica y un raro, eso es lo que es ese concejal, como su apellido.

Bueno, que ya ven ustedes como vuelve uno de este verano del que no ha podido irse del todo por miedo a que le robaran la empresa. Sí, robaran. Fíjense, el agua, la luz, el teléfono…, los hemos gastado, consumido en agosto, ¿verdad?, pues lo vamos a pagar como si lo hubiéramos hecho en septiembre, al nuevo IVA no al que lo consumimos. Ladrones, cuatreros del 3%, que miran hacia el cielo mientras silban haciéndose los despistados, el Sitio de Zaragoza. Lástima no les caiga un burro en la cara.

Alguno estará pensando: “Este Robert viene guerrero, no tiene una mala buena noticia que comentarnos”. Hay muchas, pero es que el tonillo del post de hoy no las pide. Pero suelto un par de ellas: El Museo Esteban Vicente consigue eludir el cierre temporal gracias a la intervención de un par de empresas. Ingeniería que sugiere posibilidades aplicables a otros lugares, a otros museos, a otros espacios de cultura y arte. Otra: en el Teatro Español preparan un programa de visitas guiadas. El interior del teatro mostrado en esplendor, dado a conocer a las audiencias, desarrollándolas, formándolas, compartiendo con ellas espacios y dichas.  También hablaremos de estas.

Los próximos post serán más serios. Pero es que todavía tengo arenilla en las orejas y juego en el baño con el cubo y la pala por las noches haciendo castillos. Se lo prometo que serán más sesudos. Por éstas.

3 comentarios

Archivado bajo artes escénicas, Audiencias, Cultura, General, Gestión cultural, Opinión, polémica, Reflexión

Mientras declaran la guerra, ¿quién se cree ahora el PECAM?

Traición a la cultura

Mientras el 26 de julio se presentaba con bombo y con platillo el Plan Estratégico Cultural del Ayuntamiento de Madrid, sus responsables ya habían decidido suspender toda la programación artística de música, teatro y danza en los distritos madrileños para el segundo semestre del año. La programación artística en los centros culturales, que acerca la cultura profesional y de calidad a la periferia urbana, y la democratiza, estaba compuesta aproximadamente por cerca de 120 actuaciones que afectaban a 43 compañías con un coste aproximado de 350.000,00 €.  A estas cifras hay que sumar las de la música.

La decisión unilateral de rescindir los acuerdos previamente suscritos con empresas y compañías, que se inscribe en el suicida Plan de Recortes que el gobierno central y los locales están acometiendo en loca carrera, multiplica las dificultades de supervivencia de la creación hasta lo insoportable, y hurta a los ciudadanos su derecho a la cultura y al arte. En Sopa de ganso, de los Hermanos Marx, se decía: “¡Es la guerra!”. Yo creo que simplemente es una declaración de guerra. Nada más y nada menos.

Escribí el post anterior sin conocer esta noticia, pues los responsables municipales aún habiéndola tomado ya, arteramente la ocultaron hasta después de presentar el PECAM. Pero en ese post alertaba hace una semana de que el mensaje de fondo había sido toda una loa al recorte, la “taquilla” y el neoprofesionalismo, y una renuncia a la política de proximidad.  Algunos políticos se sienten cómodos gestionando miseria, como si ese fuera su papel preferido.

La política consistente en más y más recortes, supuestamente orientada a reducir gastos, conduce inevitablemente a más paro, a menos consumo, a menos ingresos de las administraciones vía impuestos y, en consecuencia, a nuevos recortes en ciclos cada vez más cortos. Nuestros políticos no solamente son cobardes y mediocres, incapaces de liderar a una sociedad deseosa de enfrentarse unida a esta situación que no crearon; son, además –nuestros políticos-, desconocedores del axioma económico que dice que sin estímulos las políticas de recorte alargarán inevitablemente esta crisis salvaje y el sufrimiento enorme de millones de seres humanos inocentes.

El ayuntamiento de Madrid debe dar marcha atrás inmediatamente a la rescisión unilateral e ilegal de los acuerdos tomados con decenas de compañías y empresas artísticas. Si no lo hace, su credibilidad estará rozando el subcero a medio año apenas de su toma de posesión. Pero, además, se enfrentará a un sector harto, unido y que necesita y quiere vivir. Ya se sabe lo que ocurre cuando se empuja sin misericordia a la desesperación; tanto y a tantos.

2 comentarios

Archivado bajo artes escénicas, Audiencias, Cultura, General, Opinión, polémica, Políticas culturales

Anuario SGAE: datos duros… y oportunidades

El Anuario SGAE de las Artes Escénicas, Musicales y Audiovisuales es una herramienta imprescindible para conocer el estado del consumo cultural en España. Y hay que agradecer que a pesar de las dificultades, SGAE, Fundación Autor y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, sigan apostando por conocer la realidad. Conocerla es la condición imprescindible para actuar sobre ella. Para cambiarla.

La presentación de los datos del último anuario SGAE, correspondiente a 2011, fue un rosario de pérdidas: de espectadores, de actividad, y en menor medida, que también, de ingresos. Antón Reixa, Antonio Onetti, Francisco Galindo… desgranaban algo tocados una situación para la que no estábamos preparados. Muchos años continuados de crecimiento nos hicieron pensar que la cultura y el arte empezaban a ocupar el puesto que les corresponde en una sociedad avanzada. Pero no: el desplome de la economía española –incomprensible arcano para mí todavía en sus detalles- ha arrastrado incluso a los sectores que iban bien. En la presentación se habló de la “Burbuja cultural” como si su crecimiento los últimos diez años hubiera sido ficticio, falso, hinchado. Pero no. El impulso de la creatividad, el desarrollo del tejido cultural y de las empresas que lo han hecho posible, su peso correspondiente en el PIB… no son un bluff. El retroceso es, simplemente, la explicitación de la dependencia de la cultura con respecto a la economía, y también respecto a las ayudas públicas. Cuando pensábamos que formaba parte del motor, la realidad nos ha venido a recordar que todavía entre nosotros es un aditamento estético del que prescindir cuando el hambre aprieta. Porque por estos lares, el hambre-hambre se relaciona más con el pan que con el alma.

Probablemente el inmediato futuro sería menos doloroso y difícil si hubiéramos hecho a tiempo algunos deberes que tienen que ver con el desarrollo de las audiencias y la fidelización de los públicos del arte. Hoy esas tareas pasan a estar relacionadas con la supervivencia misma del sector. Hoy el seducir a nuevos públicos, desarrollar las audiencias de la creación, hacer que quienes van repitan más veces y además entreguen de buen grado su lealtad a las organizaciones culturales, son objetivos estratégicos. En los próximos tiempos muchas organizaciones tal vez desaparezcan o comprueben la ausencia de razones para ser. Lo importante es que cuando el arte y la cultura española salgan de esta situación, los públicos sean más y más fieles. Porque lo que debemos conseguir es que las gentes –muchas y nuevas gentes- sientan que la cultura les acompaña en este tramo duro de sus vidas, con calidad y buen hacer. Que con alimento espiritual del bueno las penas son menos y el futuro más cercano. Es una nueva oportunidad que no podemos desaprovechar.

 (si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de  facebook)

7 comentarios

Archivado bajo Audiencias, Cultura, Gestión cultural, Innovación, Marketing Cultural, Opinión, Públicos, Políticas culturales, Reflexión

Pregunta, escucha, ¿no ves que quieren decirte algo?

Escuchar-al-publico

El arte tiene un claro déficit de comunicación con sus públicos. Tal vez el origen esté en la distancia inicial marcada por quien al crear obras para ser admiradas, se distancia y se coloca en el pedestal de la pieza creada. En su lugar. ¿Va, pues, con el papel de músico, actor,  pintores, literatos… la distancia con sus públicos? Esa actitud se ha trasladado históricamente a las organizaciones artísticas –museos, teatros, orquestas, compañías, cines…- que miraban altivamente, con displicencia autista, a quienes eran su oxígeno natural, quienes compraban entradas. Hablarles en todo caso para que “vinieran”, pero cuando acabara la cosa, que se fueran prontito. El caso es que hay poco diálogo. A los públicos se les cuenta mucho, se les pregunta poco. Incluso hay veces que si se pregunta las respuestas interesan poco. En fin.

Y la responsabilidad está en las organizaciones, que deben crear puentes y oportunidades. Hay mil oportunidades en cada ámbito: en los museos, en los teatros, en los cines, librerías, galerías… Oportunidades de conocer, de preguntar a cuantos se acercan si quieren dejarnos los datos para iniciar la relación: si quieren bailar con nosotros. Conocer, poseer los datos de la persona que aprecia el arte es el paso indispensable para comenzar la conversación con ella, que es lo importante. El pasado fin de semana, y aunque no soy amigo de los “Días de…”,  acudí a varios museos. En ninguno me pidieron los datos, ni me preguntaron a la salida qué me había parecido lo visto. Una oportunidad perdida porque ese día acudieron miles de personas para las que la ocasión era extraordinaria.

En los teatros, además de perder habitualmente esta oportunidad, se suelen desaprovechar las muchas ocasiones de encuentro para dialogar con los públicos. Sí, a veces tras la representación se debate con los actores y el director, pero ocasionalmente y de modo excepcional. ¿Porqué no presentar cada obra, aprovechando cada ocasión para aportar un pequeño valor añadido que contribuya a formar a los espectadores, a enriquecerlos? Como si, de oficio, te contaran cosas de ese cuadro maravilloso, o te introdujeran en la época antes de ver una película de tema histórico. Ayer hablaba de esto en Barcelona con mi amigo Quim Aloy, historiador y gestor y con Judit Figuerola, de la Oficina de Difusió Artística de la Diputación de Barcelona. Este jueves en un encuentro concertado para cientos de espectadores Quim explicará elementos de historia de la ocupación de Polonia por rusos y nazis. Y eso porque el próximo domingo esos espectadores irán a ver Nostra clase (que ya ha estado en Madrid el pasado abril), una obra teatral que aborda un durísimo y trágico episodio en 1941 en la frontera polaca. Sin duda la experiencia teatral será notablemente enriquecida. Sin duda, la exposición y el debate, harán de la ocasión una oportunidad para llevarse el alma y la inteligencia más cargada a la cama.

Situar al público en el eje de la acción, tener permanentemente en cuenta que son ellos los co-protagonistas del encuentro es la clave que permite indagar y descubrir esas muchas oportunidades que las organizaciones tenemos para conocer y dialogar con los públicos. Solamente hay que incluir en la actividad la decisión de hacerlo. Y hacerlo, claro.

(si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de  facebook)

1 comentario

Archivado bajo Audiencias, Cultura, Gestión cultural, Marketing Cultural, Reflexión

La calidad, un buen límite para la cantidad

Experincia del público

En el último post valoraba positivamente la existencia de hordas (buenas) de consumidores de artes, inexpertos pero hambrientos. Inexpertos en conocimientos profundos de la pintura, el teatro, la ópera, el cine o la literatura; hambrientos por decir que estuvieron allí, que sí, que él es quien aparece en la fotografía delante de las Meninas, que él también ha leído la última de Zafón, o de contar a los cuatro vientos que no se perdió la última Traviata.

Estoy leyendo el último libro de Vargas Llosa, tan admirado literato, autor de Travesuras de la niña mala y de otras muchas joyas. En él arremete contra estos tiempos en que las masas consumen y no degustan, y hacen ruido frente a la quietud que todo arte demanda. En el fondo, el libro -en mi opinión escaso de argumentos: léanlo, está dando que hablar sin mencionarlo incluso-, es una queja ante los efectos de la democratización del acceso al arte y la multiplicación del consumo de arte reproducible. Y sin embargo, si lo miramos con detenimiento, lo ocurrido en las últimas décadas no debe molestar a ningún experto y amante de la “alta cultura”. Hoy no hay menos personas que amen la cultura de elite, simplemente hay más gente que consume cultura superficialmente. Pero eso no es malo, al contrario. Me hace recordar aquella cerrada defensa que Antonio Banderas hizo de Santiago Segura y sus películas. Banderas decía que no se pueden hacer grandes películas y obras maestras sin industria, y que la industria se hace sobre películas que ven millones, no sobre las que ven solamente miles.

Sí, es cierto que en arte la cantidad debe tener el límite de la calidad. Que la experiencia del usuario en su contacto con el arte debe ser satisfactoria, estimulante, gratificante en sí, transformadora. Y eso requiere unas condiciones que las organizaciones culturales deben respetar y alentar. Ver obras de arte entre codazos, películas con ruidos, o teatro en asientos incómodos, por poner unos ejemplos, puede poner en riesgo e incluso destruir la experiencia, y expulsar al usuario a otros espacios de ocio más amables; o más lógicos.

La cantidad debe relacionarse con la calidad y con la segmentación de públicos. Y las organizaciones artísticas –museos, teatros, auditorios, galerías…- han de poner esos criterios en función de su misión, de su razón de ser, que es notablemente diferente en cada uno de los casos. Vamos, que la captación de recursos, la financiación, no debe impedir una atención adecuada y segmentada que proporcione una satisfacción adecuada e individual a cada uno de los espectadores y usuarios en cada uno de sus momentos de relación con el arte. Si no es así, probablemente las organizaciones sobrevivan, pero a costa de maltratar e incluso echar a sus usuarios. También a los mejores. Mal rollito.

(si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de  facebook)

Deja un comentario

Archivado bajo Audiencias, Cultura, Gestión cultural, Marketing Cultural, Opinión, Públicos, Reflexión

Surfeando por el museo del Louvre

La pasada semana estuve tres maravillosos y breves días en París. En el Louvre saludé a una conocida italiana, hermana de la que vive en El Prado; bueno, intenté saludarla, pero estaba tan guapa y había tantísima gente queriendo verla, incluso cámara en ristre, que por mi parte opté por fotografiar a la multitud. Esa era la que me pareció la imagen fetén: cientos de personas empujándose para malver a La Gioconda y retratarla. Cientos de personas que necesitaban contar y demostrar más tarde que estuvieron allí, en una expresión de apropiación democrática del “halo” de la obra de arte. Entendí perfectamente el porqué de su sonrisa. Entendí el nuevo concepto apropiador del arte en la época de su reproductibilidad del que hablaba Walter Benjamin, que elude y olvida el trabajo originario y pone en primer plano sus valores añadidos, a menudo bastardos o al menos externamente devenidos.

Recordé también que Alessandro Baricco en su libro Los bárbaros, ensayo sobre la mutación, nos adelanta pedagógicamente la dirección de la relación entre las masas y la cultura hacia el modelo del surfista que cabalga de una a otra ola por su mera superficie, sin ocuparse del fascinante universo subacuático. Mario Vargas Llosa aborda críticamente ese nuevo escenario en su recién nacido libro La civilización del espectáculo. Hablaremos de él. Interesante en este sentido, también, uno de los últimos post de Estrella de Diego, titulado ¿A alguien le importa de verdad la cultura?

Hoy, con mirada empática, pienso que es hermoso y bueno que el arte genere muchos entusiastas, al igual que es fantástico que muchos aprecien el buen vino, los buenos libros o las comidas mejores. Aunque todos esos entusiasmos no respondan a conocimientos profundos. El hecho de que una pasión se oriente al arte la hace más bella como gesto de humanidad, como manifestación de la trascendencia del ser humano.

Pero la pregunta es si los museos, los productores y exhibidores de arte, deben priorizar el encuentro artístico de calidad que busque lo sublime o el encuentro debe estar supeditado al crecimiento numérico de usuarios y a la máxima rentabilidad que pueda extraerse de ellos, cosa que pasa, probablemente, por colas, griteríos y empujones. Dependiendo de la opción prioritaria por la que se opte y de los límites que se marquen en esa relación, podrán introducirse derivadas que favorezcan que los espectadores –los públicos- sean más y más conscientes y disfrutadores en cada encuentro, y su alma se enriquezca más y más. O no.

La pregunta es si en el fondo esta situación –que por otro lado no es nada novedosa: expertos conocedores y degustadores por un lado y masas desconocedoras pero simpatizantes por otro- no es una nueva forma, aparentemente más democrática, de estratificación cultural, de expresión de poder de las élites que señalan qué debe ser consumido masivamente, y a qué ritmo.

Cosas de la vida, esta misma semana estuve en El Prado, en una visita privada que debo agradecer a una invitación de Coca-Cola y su Instituto de la felicidad. Otra experiencia de la que inevitablemente tengo que hablar en próximos días por su relación con este post.

Nos vemos. Ah, y disculpas por el inusual tamaño de este post.

(si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de  facebook)

1 comentario

Archivado bajo Audiencias, Cultura, General, Gestión cultural, Opinión, Políticas culturales, Reflexión

Escrito desde la vorágine

Ando de un lado para otro empujando proyectos y realidades que necesitan nuevos impulsos. Entre los proyectos destaca emprendecultura, una propuesta formativa en marketing digital para emprendedores en la que nos hemos embarcado de la mano elmuro y ASIMETRICA para apoyar la imprescindible autogestión de las pequeñas organizaciones culturales. Entre las realidades, los Premios Buero de Teatro Joven impulsados por Coca-Cola, tan exigentes siempre por primavera y siempre con novedades; y el reestreno de En La Otra Habitación, de Paloma Pedrero, primero en Tribueñe y a partir del 27 de marzo, en el Teatro Conde Duque. No nos aburrimos, la verdad.

Pero no era de esto de lo que quería hablar, claro. Esto simplemente explica el que haya tardado en volver a colgar un post de mi ventana digital. Lo que  quería comentar es que ayer hubo un encuentro de gestores en Madrid organizado por AGETEC y coordinado por Jaume Colomer, sobre la cooperación público privada en artes escénicas en relación a la exhibición y a los públicos. Un encuentro necesario para ir avanzando en ese reto que es constituir el sector cultural en grupo de presión, con personalidad, fuerza y objetivos que plantear a los políticos. Tras la mesa en que participé, junto a Fátima Anllo, Lluis Bonet y Adriana Moscoso, el debate derivó hacia la necesidad de cambiar los grandes ejes de la gestión pública y la financiación de la cultura. One more time no pofavó. En mi opinión las tareas urgentes, impostergables, de las organizaciones culturales son cambiar lo que ellas mismas pueden cambiar, lo que gentes que trabajan en el sector tienen en sus propias manos cambiar. Y, desgraciadamente, para grandes transformaciones en las que precisemos acuerdos parlamentarios o de gobierno, carecemos hoy de fuerza e incluso de programas.

¿Qué es entonces lo que debemos abordar? A mí me parece que lo más perentorio es mejorar y privilegiar las relaciones con los públicos de la cultura. Son ellos, en estos momentos de retroceso de la financiación pública, los que pueden dar soporte a la producción y a la exhibición artísticas. Mejorar la relación quiere decir, escuchar sus opiniones y necesidades, quiere decir conocerlos, incluso individualmente, apoyándonos para ello incluso en la tecnología que el marketing pone en nuestras manos, ticketing y CRM incluidos. Solamente conociendo a nuestros públicos podemos ofrecerles aquello que buscan y hacer de su encuentro con el arte una experiencia emocional, un viaje de calidad que debe aspirar a lo inolvidable.

Los gestores tienen, tenemos, mucho que aprender para avanzar en esta senda del conocimiento de nuestros usuarios; pero debemos hacerlo desde la humildad de aceptar que estamos a su servicio y no al revés.

En realidad, y como suele decir Roger Tomlinson, en esta cuestión tan solo se trata de responder acertadamente a una pregunta: ¿Cómo quieres que sea la relación con tus públicos, anónima o personal?

1 comentario

Archivado bajo Audiencias, General, Marketing Cultural, Opinión, Públicos

El crowdfunding, ¿bálsamo de Fierabrás?

Después de una de las múltiples palizas recibidas en sus andanzas, Don Quijote menciona a Sancho este bálsamo curatodo. El equivalente en Asterix sería la afamada poción de la marmita. Siempre a la búsqueda del Santo Grial. Como para muchos el principal mal de la cultura hoy es la escasez de dineros, se está publicitando masivamente el micro-patrocinio, el crowdfunding, como solución de Fierabrás. Numerosas webs han nacido en los últimos meses como plataformas de búsqueda de micromecenazgo para pequeños proyectos (goteo, verkani, lanzanos, latahona, fandyu, kreandu…); docenas de mails recibidos me recuerdan en las últimas semanas que muchos proyectos –galerías, teatros, producciones…- quieren beber del maná, del Grial de la eterna juventud que es el dinero privado.

En el ágora digital se confunden creadores salientes del cascarón, con productoras solventes o teatros alternativos. Todos cuentan de sí, todos piden y todos ofrecen más o menos lo mismo. Hombre, no  digo yo que lo de salir a la calle hucha en mano es lo mismo, pero tal y como se está llevando a cabo amenaza con llegar a ser algo no muy diferente.

El crowdfunding es una herramienta magnífica para pequeños proyectos, pero que no consiste simplemente en pedir colaboración económica a conocidos y desconocidos; muy al contrario; su práctica ha de regirse en sus principios de funcionamiento por estrategias de captación de recursos, de comunicación y de marketing. Si no es así es hucha, mesa petitoria. La práctica del crowdfunding ha de estar al servicio de unos determinados objetivos de marketing, hacerse con veracidad y gestionarse con transparencia los fondos obtenidos, rindiendo cuentas a los compañeros de viaje logrados, buscando la diferenciación y la especificidad en relación a otros proyectos similares, dirigiéndose a un público segmentado estudiado, y definido para que los mensajes los reciban los destinatarios adecuados. Y lo más importante: debe generar en quienes colaboran la sensación colectiva de que realmente están contribuyendo a poner en pie un proyecto creativo original. Si no se siguen estas elementales y razonables normas, dentro de muy poco tiempo habremos recibido tantas solicitudes que responderemos igual ante ellas que ante la última oferta de Orange. Y es que copiar los originales, hacer buen benchmarking no es nada fácil.

(si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de  facebook)

2 comentarios

Archivado bajo Audiencias, Crowdfunding, Cultura, Gestión cultural, Marketing Cultural, Opinión, Públicos

Viva el Circo del Sol, a pesar de las palomitas

Estoy preparando un post de cierre de este año que tantos quebraderos ha producido en las cabezas de tantos. Pero ayer estuve viendo a Cirque du Soleil y no me resisto a decir un par de cosas.

La primera es la calidad de la experiencia artística vivida. Ni los casi cien metros que me separaban de la acción consiguieron que me despistara de lo que ocurría en el escenario, tal era la belleza, la armonía, la originalidad de lo que estaba degustando. La búsqueda de la máxima calidad artística es su sello y es un ejemplo a seguir por cuantos se dedican a la creación escénica. Rehuir la chapuza y el ombliguismo y orientar la creación a la satisfacción del espectador. Sin vergüenza.

La cruz de la estancia en el Madrid Arena, fue la sensación impuesta de ser un saco de euros del que todos querían llevarse su parte. Palomitas a 5,00 € -no había otra cosa-, y refrescos de grifo a 3,50 € son insultos a la dignidad del espectador. Que sin aportar valor añadido alguno se incremente el precio de un producto un 3.000 %, transmite el escaso respeto por quienes han pagado una media de 70,00 € por el espectáculo.

El “viaje” del espectador, y por lo tanto su nivel de satisfacción, depende no solamente de lo que ocurre en el escenario, sino de cuanto acontece a su alrededor, desde que recoge información a través de la web, hasta que llega a casa: el aparcamiento, la cena, el precio y las ofertas, la comodidad de las butacas, la atención de los empleados del teatro, los lavabos, o cómo te resuelven que se te rompa la falda.

Que seamos muchos los espectadores no es excusa. Al contrario, incrementa todavía más la obligación de las organizaciones culturales de dar un tratamiento individual y amable, de ofrecer un viaje inolvidable, sin que ninguna pequeña falla lo enturbie.

(si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de  facebook)

Deja un comentario

Archivado bajo artes escénicas, Audiencias, Marketing Cultural, Públicos