Archivo de la categoría: Cultura

Gijón: pasión por la escoba

La destitución del director del Festival de Cine de Gijón es el tema del día. Nada ocurriría –una consecuencia más del sistema democrático, que permite a los gobiernos elegidos nombramientos a su gusto- si no hubiera habido antecedentes como el del Niemeyer, la desaparición del Concurso Internacional de Zarzuela o las negras perspectivas de la Semana Negra, ambas también en Gijón.  Todo ello producido tras el acceso al poder local de Álvarez Cascos.

Las formas en democracia, son a veces tan relevantes como el fondo. Que para nuestros políticos la Cultura es ya un adorno, ya un saco de problemas, es un hecho, sea cual sea el color del partido gobernante. Que, además, se considera un terreno en el que colocar a gentes de confianza y lealtad y a las que haya que agradecer algún servicio, es más que sabido. Ambas cosas son deleznables y muestran unos gobernantes por lo general incultos e irresponsables en Cultura, inconscientes de las estratégicas bondades y beneficios que produce al país y a sus ciudadanos. Inmunes a la sensibilidad.

Pero que en apenas seis meses hayan tirado por tierra los principales estandartes de la cultura en Asturias, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, es alarmante, amenazante. Más, si en las formas ha predominado la mala educación, el aviso del despido minutos antes, el aquí mando yo. Suena inevitablemente a venganza, a “tabula rasa”, a borrar cuanto se haya construido antes y por otras manos. Suena a escobas. Chirría, más que suena. Mal, muy mal señor Cascos.

Es necesario poner al abrigo la gestión de la cultura de las veleidades e incongruencias políticas de gobernantes coyunturales, y para ello se impone eliminar las designaciones políticas e implantar acuerdos profesionales, “contratos programa”, para que puedan ser elegidos los mejores proyectos y que los responsables de ponerlos en práctica hagan su trabajo con sosiego. Sin miedo.

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Muchos visitantes, qué bien. Pero, ¿sabemos algo más?

Las dos noticias culturales de la pasada semana han sido la desaparición de la Dirección General del Libro y la cifra de visitantes de los tres principales museos de Madrid. De la primera, veremos las consecuencias en los próximos meses. Agrupar el Libro a Industrias Culturales parece una buena idea; separarlo de Bibliotecas, un riesgo. Veremos pues.

La otra es una noticia relevante. Entre el Thyssen, el Prado y el Reina Sofía (perdonen que ahorre en los tres la palabra museo) han alcanzado en el pasado año la cifra record de siete millones de visitantes, 800.000 más que en el año precedente, un incremento cercano al 20%. Si sumamos otros centros expositivos del eje Prado-Recoletos (CaixaForum, Fundación Mapfre…) las cifras se acercan a los diez millones de visitantes, solamente en Madrid. Bien, bravo. Cierto que todavía se encuentran a distancia de las del Louvre (8,5 millones), el British Museum (5,5 millones), el Metropolitan de New York (4,4 millones), o la National Gallery  y la Tate Modern (cada una 4,8 millones), pero es evidente que la evolución orienta el futuro hacia la equiparación con ellas. Sin duda, la calidad de la oferta y del servicio cultural atrae y seduce a nacionales y extranjeros.

La noticia ilustra el discurso de quienes afirman –afirmamos- el valor estratégico de la cultura en España, con las dos grandes ciudades de referencia, Madrid y Barcelona, al frente.

La cruz de la noticia tiene que ver con la “calidad” de las cifras. Si desconocemos lo que hay detrás de ellas, difícilmente podremos hacer una buena política de públicos. Conocerlos, segmentarlos, ofrecer precios, servicios y contenidos adecuados a cada uno de ellos, conocer sus opiniones una vez acabada la visita, recoger su juicio sobre la experiencia artística y emocional vivida…, es absolutamente imprescindible para conocer la opinión de fondo de los clientes y con ello mejorar aquellos aspectos de la gestión que permitirán en el futuro satisfacer mejor las expectativas generadas.

El eje cultural artístico creado en los últimos veinte años en torno al Paseo del Prado y sus alrededores es la demostración palpable del poderoso y positivo efecto de la pareja arte/urbanismo. Las sinergias de las administraciones e instituciones públicas y privadas que se han conjugado en él muestran las enormes posibilidades que tienen cuando se asocian sin celos ni conflictos.

Un ejemplo de lo que la cultura aporta a nuestro país, a sus ciudadanos, a sus visitantes, a su economía. Un ejemplo de lo que nuestro país puede hacer en favor la cultura.

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Líneas rojas en Cultura. 2. O la Cultura no es lastre.

Ya sé que defender hoy que la Cultura no debe ver reducida su posición en la política del Estado y en los presupuestos que las instituciones públicas le dedican, es poco correcto políticamente. Hoy, lo que ha conseguido la chatísima estrategia psicológica de reajuste –sin inversión- a lo Merkel es que pongamos la mano gustosamente para que nos la corten. O que consideremos la cultura como lastre a echar por la borda. Estoy viendo las sonrisas de los banqueros, especuladores y sinvergüenzas que la han provocado y a los que su penosa hazaña les va a salir “de gratis”, como dice un amigo mío de Vallecas.

Pues no, en Cultura –y en otras áreas- hay que decir que no. Que la Cultura cohesiona a la sociedad, integra las diferencias, reduce las barreras, hace patria, o estado o ciudadanía. Que no es lo mismo una sociedad que dispone de acceso a la cultura que otra a la que se le reduce o se le niega. La Cultura, además, tiene un relevante peso económico y productico, más y más creciente.

Lo he dicho en muchos post anteriores, ESPAÑA ES CULTURA. Somos percibidos por ella. Es su marca. Quiero decir que si tiene un lugar diferencial en el mundo, ese lugar tiene que ver con la cultura: la lengua, el patrimonio, la literatura, el arte… Y, extensamente, la gastronomía, el ocio, el sol y las bellas y diversas costumbres que nos unen (por cierto, toros y flamenco incluidos). Todo ello configura nuestra peculiar fortaleza en un mundo competitivo en el que es imprescindible diferenciarse  y reforzar aquello en que somos mejores. Así que, líneas rojas en cultura. ¿Cuáles? Ahí van algunas.

La primera,  la acción cultural exterior, es decir, nuestra presencia cultural en el mundo, con su buque insignia, el Instituto Cervantes. Disponer de la segunda lengua de relación del mundo es un capital de inapreciable valor que es obligatorio impulsar, en el que es imprescindible invertir más. No solamente es preciso no reducir presupuestos para todo cuanto impulse la presencia de la cultura y la lengua en el mundo; es necesario incrementar notablemente las partidas dedicadas a esa estratégica tarea.

La segunda, el patrimonio –pictórico y museístico, histórico…– que figura entre los más valiosos del mundo y que genera riqueza (dinero, puestos de trabajo, posicionamiento en el mundo…), fruto principalmente del turismo que lo aprecia y que nos visita para conocer la cultura y tradiciones –entendidas ampliamente- de nuestro país. No vale no tocarlo: hay que apoyarlo con dinero y leyes que permitan su proyección, su mejor puesta en valor.

La tercera, la creación y la exhibición de arte. El estado no debe reducir ni un milímetro el espacio –y el dinero, la dedicación, la atención- dedicado al cine, al teatro, a la música… Todas esas artes tienen su territorio autónomo comercial en el que una parte puede y debe sobrevivir de sus propios públicos y patrocinadores, pero la innovación artística, la creación más arriesgada, la danza, el circo, el teatro para niños…, requiere en estos momentos la decidida entrega de las instituciones a la tarea de salvaguardarlo. El estado como garante de la innovación en tiempos de dificultad.

La cuarta, -y termino, que si pones muchas líneas rojas algunos políticos pueden pensar que es demasiada la tarea y que es mejor pisar raya- la defensa de la extensa red de centros públicos que en la mayor parte de ciudades y pueblos garantizan el acceso social a la cultura básica, incluidas bibliotecas. La red, construida y desarrollada a lo largo de casi treinta años, debe mantenerse íntegramente al servicio plural de los ciudadanos. Y al margen de que se opte por una fórmula de gestión en la que intervenga la iniciativa privada.

Con éstas, me conformo. Pido perdón por el tamaño de este post y prometo abreviar en el futuro.

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Las cosas ocurren porque alguien las hace. ¡Hagámoslas!

El día en que comenzaba el invierno, celebrábamos en nuestra sede la presentación del KIT de supervivencia elmuro para 2012. Rodeado de amigos  y amigas que no se suelen perder un encuentro entrañable en torno a un jamón ibérico, era consciente de que el mensaje central del Kit –las cosas ocurren porque alguien las hace, no porque muchos se quejen– se enfrenta a un nuevo año verdaderamente canalla. Bueno, en realidad, para canallas canallas, los especuladores, ladrillistas y financieros desaprensivos que nos han llevado a este punto de no retorno. (Ante nuestra ausencia de acción, todo hay que decirlo).

La clave para sobrevivir es, probablemente, sonreír, ya ves. Pero eso sí…. al mismo tiempo hay que mantener fuertemente apretados los dientes y empujar decididamente hacia adelante, sabiendo que cuando acabe la batalla ya no seremos iguales. En 2012, lucharemos porque hay que luchar y defender el trabajo, el talento, la empresa o la familia; pero lucharemos también porque hay la posibilidad de que con ello seamos mejores y más fuertes. El esfuerzo, el sudor y alguna arruga en el alma será el pago para competir en la carrera. Siempre ha sido así. La naturaleza y la historia están plagadas de situaciones que lo ejemplifican e ilustran.

En estos momentos también puede salir lo mejor, claro. El espíritu pionero, la innovación imaginativa, la resistencia, la solidaridad, compartir esfuerzos y éxitos, sentir el sudor ajeno como propio, sentirse parte de un río que lleva a la humanidad a lugares más dignos… son pensamientos que animan a muchas personas en los momentos difíciles.

En cultura no lo tenemos peor. Bueno, un poco. Nuestros políticos han conseguido trasladar una idea nefasta a la sociedad y la sociedad ya casi la tiene comprada: que en tiempos de crisis la cultura es un lujo prescindible. Incultos políticos y cautos ciudadanos. La cultura, el arte, la literatura, la pintura, el teatro…, alimentan el alma. Y es el alma lo que introduce esa pequeña diferencia respecto a otros seres del reino animal. Por eso es tan importante que en la confrontación que se anuncia para estos próximos años, quienes hacemos, producimos, organizamos, exhibimos cultura, lideremos las fuerzas de lo mejor, de la acción, no de la queja.

Así que en cultura, apretemos los dientes, sonriamos y tiremos adelante haciendo mejor nuestro trabajo, con más calidad, con más entusiasmo y menos exigencias. Y si es necesario, simplemente porque sí. Y, además, apoyando cuanto haya que apoyar para defender que no sean los humildes quienes paguen las culpas de algunos desaprensivos estrategas.

Por lo demás, y salvo precisamente a los canallas, deseo que al resto de los mortales nos vaya bien en este 2012, moderadamente bien, en la vida y en el trabajo.

En el próximo post tocará ya meterse con las tareas concretas que en cultura tenemos planteadas para este próximo periodo. Hasta entonces.

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Barcelona es bona (Medir, evaluar, mejorar)

Los Círculos de Comparación Intermunicipal (Cercles de Comparació Intermunicipals) son una iniciativa pionera de la Diputación de Barcelona, destinada a evaluar diferentes servicios, intercambiar experiencias y destacar las mejores prácticas. Hace unos días, invitado por los Círculos y por mi buen Quim Aloy (gestor cultural en la Oficina de Difusión Artística de la Diputación e historiador comprometido con la Memoria de su tierra), di una conferencia titulada “Cambios e innovación en tiempos difíciles”, a más de cien regidores y responsables de bibliotecas y teatros de Barcelona, que se habían reunido para conocer los resultados de la evaluación de sus prácticas este año, y los ejemplos en los que apoyarse para mejorarlas.

La iniciativa, que afecta a una decena de servicios –incluidos seguridad ciudadana, medio ambiente, deportes, limpieza…- consiste en afrontar la encuesta/análisis sobre aspectos relevantes de la gestión –oferta, equipamientos, asistencia, recursos…-, muchos de ellos relacionados con los públicos. La encuesta se realiza a buena parte de los municipios de más de 10.000 habitantes. Los resultados son extraordinariamente útiles no solo para cada municipio participante, que puede ver la evolución cuantitativa y cualitativa de las prácticas culturales de sus vecinos, sino que además puede establecer comparaciones extraordinariamente provechosas con los datos de otros municipios. La presentación del Círculo de Espacios Escénicos rezaba en su primera página: “Lo que no se puede medir no se puede evaluar; y lo que no se puede evaluar no se puede mejorar.” Nada puede expresar mejor y en menos palabras la trascendencia de los datos y de su análisis.

Si a ello sumamos la puesta en primer plano de aquellas buenas prácticas que han servido para mejorar los resultados –incrementar la participación, la eficiencia, los índices de lectura o asistencia…- , estos círculos se convierten en una especie de escuela que estimula y promueve la mejora continua de la gestión municipal; en este caso de bibliotecas y teatros.

El viaje, extraordinariamente provechoso, acabó con la visita a Ever Martín Blanchet en su Teatro Gaudí, y a Marta Bofill y Toni Bafalluy, responsables en Cobega de la marcha de los Premios Buero de Teatro Joven. Y encima compre unos cuantos libros en Medios, una estupenda librería en la que te atienden a la antigua.

Tengo que volver a esta inmensa y bella ciudad.

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Chispas de la vida para encender libros

Hay días que la Coca-Cola –sola o en kalimotxo- todavía me gusta más. Por ejemplo, cuando veo que apoyan alguna actividad cultural que en mi opinión merece la pena. El concurso de proyectos de animación a la lectura “María Moliner”, es una de esas discretas y poco conocidas actividades, y la demostración de lo mucho que pueden hacer juntas la iniciativa púbica y la privada, en este caso, con el Ministerio de Cultura. Esta misma semana, en Barcelona, lo hablaba con Assumpta Bailac Puigdellivol (no me resisto a citar completo tan bello apellido), la gerente de Biblioteques de Barcelona, pionera y persona de referencia en cuanto se refiera a dinamización de la lectura y gestión de espacios de lectura.

Todavía hoy, en el sector público subsisten dudas y suspicacias cuando se producen acuerdos entre empresas e instituciones para promover alguna acción que precisa apoyo privado para llevarse a cabo. Es porque todavía no hemos aceptado que la sociedad civil, esa que debe asumir cada día más responsabilidades sociales, deportivas, culturales…, está formada por personas, por organizaciones sin ánimo de lucro…, y por empresas. Y todas ellas tienen el derecho a contribuir, a aportar a la sociedad. Claro que las empresas piden a cambio algo, normalmente reconocimiento, esa comunicación que les permite asociar su imagen a causas justas, al ejercicio de la Responsabilidad Social Corporativa. Pero, lejos de que ello suponga algo malo o negativo, hay que considerarlo algo que la sociedad ha logrado: que las empresas adquieran conciencia de que tienen que devolver algo a la sociedad una parte de sus beneficios.

Coca-Cola, lo he dicho multitud de veces en voz alta porque conozco bien sus prácticas en España, y porque organizo para ellos los Premios Buero de Teatro Joven, es un ejemplo en el que bien podrían mirarse muchas de las empresas con altos niveles de beneficios. Gracias a este tipo de colaboración, bibliotecas que llevan una estupenda labor silenciosa de apoyo a la lectura, ven recompensados sus proyectos con libros y con dinero. Esta vez, las de Tuéjar (Valencia), Pozoblanco (Córdoba) y Oleiros (A Coruña). Los tiempos piden colaboración de todos y de absolutamente todas las energías que quieran aportar algo a la Cultura. Más cuando los responsables políticos anuncias recortes sin freno.

Nota: El próximo post tratará de la experiencia de los Círculos de Comparación establecidos por la Diputación de Barcelona desde hace años, con los que comparan y evalúan las prácticas de cada municipio y definen las mejores prácticas.

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¿Abaratar o invertir en fracaso? A propósito de las “privatizaciones»

La situación lo acelera todo: Mariano Rajoy actúa ya de presidente de gobierno sin siquiera haberse reunido las Cortes generales. Ver para creer. La parte buena es que como la situación lo exige, da gusto verle trabajar aunque les cuente a otros y fuera lo que no nos contó a nosotros en casa.

Pero a lo nuestro, a la cultura. Releo el programa electoral del Partido Popular y dado que todo él rezuma el aroma de la ausencia de compromiso y de la inconcreción, encuentro muchos aspectos en los que exigir medidas y aclaraciones urgentes. Hoy me quedo con la necesidad imperiosa de llenar de carne el décimo punto, que reza así: “Diseñaremos, en colaboración con la iniciativa privada, políticas realistas y efectivas que garanticen la sostenibilidad de los numerosos equipamientos culturales distribuidos por toda la geografía nacional.” Si no entiendo mal, quiere decir que procederán a privatizar la gestión de teatros, auditorios y centros culturales. Soy de quienes piensa que la sociedad civil –asociaciones, ciudadanos, empresas…- ha de entrar en la gestión de lo público para democratizarla y abrirla a la sociedad, pero con la misma vehemencia defiendo que su entrada no debe estar al servicio exclusivo de abaratar costes, sino de mejorar la gestión y hacerla más satisfactoria para los públicos. Y sobre que ese sea el objetivo del PP –o del PSOE, cuidado- ya tengo muchas más dudas. Desfuncionarizar y reducir presupuestos puede aligerar el déficit de las instituciones, pero si a cambio se empobrecen los servicios y la calidad habremos hecho un flaquísimo servicio a la tarea constitucional de promover la cultura, que no es otra cosa que promover mejores ciudadanos. Abaratar, simplemente, es una de las mejores maneras de invertir en fracaso.

Por eso es el momento de recordar el tratamiento que la Constitución da a la cultura, y de pedir al PP que perfile y llene de contenidos su impreciso programa, y que para hacerlo escuche cuanto desde el sector podemos decirle. Sería una muestra de buena voluntad.

Ah, y transparencia, por favor.

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Ministerio de Cultura como macguffin

Es difícil saber si los cortos titulares de la prensa se deben al afán de concentrar en pocos caracteres las noticias –signo de los tiempos- o provienen más bien de su escaso interés, que hace imposible alargarlos. Eso ha pasado en el III Foro de Industrias Culturales, un invento del que ha estado prácticamente excluido el tejido empresarial y en el que estaban sobre-representados políticos y designados. Un modo como otro cualquiera de hacerlo inútil.

Bueno, que el Foro ha dado pocos titulares, cansinos y sin chicha, sí. Me quedo con uno de ellos que intenta concentrar la atención sobre algo irrelevante mientras por el cielo vuelan multitud de pájaros a los que no prestamos atención. El portavoz del PP, Ballarín que sustituía a José María Lasalle, afirmó que es partidario de que su partido mantenga el área de Cultura del gobierno con el rango administrativo de ministerio. El típico macguffin.

La existencia o no de ministerio de Cultura ha de responder a la relevancia estratégica de las tareas que tiene encomendadas. Casi treinta años vaciándolo de contenidos hace menos relevante su rango formal. Como escribo en mi último artículo del espectáculo teatral (en la última página), lo verdaderamente importante, fundamental para el futuro de la cultura española –aquí y en el mundo- es si la Cultura en España va a disponer de una buena ley de financiación y patrocinio, si se va a impulsar la transparencia y la democratización de la gestión pública cultural, si van a desaparecer o no las fronteras culturales entre comunidades, cómo se van a producir los procesos de privatización en la gestión cultural, o cómo el Estado a los diferentes niveles va a salvaguardar la creatividad y la innovación.

Sin embargo como todo macguffin, algo significa su existencia o su ausencia. La cultura no es relevante para nuestros políticos. (vean en nuestro Facebook sus programas), pero la desaparición del ministerio tras las elecciones, o su unificación con otro, sería un mensaje de una meridiana claridad sobre el papel residual que se otorga a la cultura. Una pena que los políticos no sean conscientes de que España es una potencia mundial en Cultura (Sí lo son, algunos líderes del marketing sensibles, como mi buen amigo Pedro Antonio García, que publica un  artículo en Anuncios sobre el tema). Probablemente esa falta de consciencia muestra los diminutos límites en que se mueve la suya. ¡Qué peligro!

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Tiempos excitantes estos, pardiez. Y parte de la culpa la tienen las mujeres.

Esta misma mañana leí en el diario El País algo sobre la paridad en Suecia y otros países del norte de Europa. La noticia iba unida a una fotografía en la que se veía a toda la representación sueca en la Seminci de Valladolid, siete mujeres y un hombre, y se subrayaba el práctico equilibrio numérico entre hombres y mujeres en los oficios del cine de su país.

Soy poco amigo, bueno, nada amigo, de los imperativos legales; enemistad nacida en una de mis vidas anteriores en la que sin duda llegué a ser un anárquico de bien, al que toda norma que no fuera nacida de la ética, e interiorizada individualmente, le parecía impostura. Sigo pensándolo. Hay que allanar caminos para que la fuerza no sea el material de las decisiones, ni en la vida social ni en la de la pareja.  Pero se allana con la igualdad de condiciones, acabando con los obstáculos en el acceso a trabajos, o responsabilidades. En el arte esta afirmación es todavía es más nítida.

Las mujeres –no todas, claro- aportan algo verdaderamente sustancial a la vida artística. Hasta hace apenas cincuenta años el mundo –su historia, su literatura, sus cuadros, sus poemas…- nos era “narrado” desde la mirada masculina; tal vez porque los hombres han sido siempre vencedores en cualquier batalla que tuviera como elemento decisorio la fuerza bruta, y la victoria la han extendido a todos los campos. La consecuencia, terrible y artísticamente empobrecedora, ha sido que apenas disponemos de otras miradas que enriquezcan la realidad y el arte: la de la mitad de la población.  Por eso lo importante, lo trascendente, no es cuántas mujeres ocupan cargos  políticos o impuestos por las leyes, sino cuántas mujeres tienen acceso a contar su mirada al mundo, que pueden regalarnos su mirada sobre el mundo. ¡Cuánto más trascendentes son las isabeles allendes o las giocondas bellis que las merkeles!

Todo esto viene a cuento de que desde elmuro estrenamos este fin de semana en el Conde Duque de Madrid, la nueva obra de Paloma Pedrero, En la otra habitación, en la que dos mujeres, madre e hija, nos cuentan cómo son y cómo es el universo de las mujeres de hoy. Algo tan ausente en nuestra escena que es un regalo para quien quiera enriquecer su visión del mundo. Del cincuenta por ciento del mundo.

Nota: Después del Conde Duque, la producción de TEATRO DEL ALMA estará los lunes y martes del mes de noviembre en La Guindalera, la coqueta sala de Teresa Valentín y Juan Pastor. Es un experimento, este de hacer teatro los lunes y martes; un experimento para vincular el barrio a una sala cercana con el apoyo de los comerciantes y hasta supermercados que reparten los vales promocionales. Tiempo de búsqueda de nuevos caminos. Hard times, but exciting ones.

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Mamaaaaá, quiero ser del Praaaado

El Museo del Prado da de nuevo la campanada, esa señal de partida que indica que a buen seguro otros copiarán en los próximos meses: a partir de enero próximo abrirá sus puertas todos los días de la semana, mañana y tarde. Todos (53 días más). Así se explica sin palabras lo que es la cultura como servicio, full time. Así se consigue dar valor a un museo que ya tiene mucho. Así se logra incrementar la rentabilidad, la eficiencia y hasta los puestos de trabajo, directos e indirectos. Así se reduce la dependencia de la financiación pública. Y así, por encima de todo lo demás, se atiende al público.

Los ciudadanos culturales –los deportivos o los televisivos disponen de raciones a go gó– tienen la sensación frecuente de que la cultura, como las iglesias y algunos ritos de similar orden, se hacen a escondidas y a deshoras. Un teatro abierto por la mañana, qué raros sois chicos; un museo abierto a partir de las ocho o los domingos por la tarde, pero tú de qué vas. ¿Y los derechos de los trabajadores? Desde luego yo, si quisiera ocuparme esencialmente de mi digestión o de mi siesta nunca haría oposiciones al cuerpo de bomberos. Peeeeero.  Es que soy muy raro: incluso abriría una especie de farmacia cultural 24 horas, con programaciones horarias diversas y atentas a los horarios vitales de las gentes.

Pensar en el público tiene esas cosas: a veces te “dice” que debes abrir en horarios impensables para captar a gentes que de otro modo jamás podrían disfrutar del arte; otras pensar en las gentes, te induce a que montes una guardería en el teatro o que las funciones las programes a las 17:30, cuando las mamis –furibundas del “fondo norte” futbolero pero del teatro, pueden ir a gozar de su afición preferida; otras, la orientación al público de la actividad artística te pide que te hagas un peeling y te desprendas de ese aire naftalínico y sabelotodo, de sacerdote cultural. No me gustan las palomitas, pero vivan estas palomitas.

En fin, que gracias, Prado.

Nota: este fin de semana tenemos los ensayos generales de En la otra habitación, una magnífica obra de Paloma Pedrero, producida por elmuro. Son sábado y domingo a las 19:00 horas en el C. C. Buenavista, de la Avenida de los Toreros, 5, donde su compañía, TEATRO DEL ALMA, es residente. No te lo pierdas. Y el próximo finde en el Conde Duque. Si venís éste, repetiréis el próximo. Y en La Guindalera, donde estaremos todos los lunes y martes de noviembre. Sí, lunes y martes, un experimento necesario de vinculación de la compañía y la obra al barrio. Vente y tomamos una copa de licor de guinda.

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