
Debe ser este verano cargado de familiares de riesgo en segundo grado, ivas que van y ascienden a las más altas cumbres, y políticos de los que te dan tres al cuarto (de kilo), pero hasta los temas de los que hablar y comentar, importantes e incluso trascendentales, se me aparecen jibarizados. Debe ser por eso, en fin, por lo que en vez de elegir uno de ellos, me voy a echar al cuerpo, al tuyo, lector, tres…, y medio, al precio de uno. Seguro que en los próximos meses iremos tocando de nuevo, más detenidamente, casi todos ellos.
El IVA cultural sube hasta el 21%, es decir, en roman paladino, que el gobierno ha decidido por fin dar relevancia a la Cultura y en vez de “ayudarla”, pasa ahora a exprimirla todo lo que puede. Que la Constitución defina la Cultura como un territorio que las administraciones deben velar, proteger y cuidar para poder afirmar que estamos en un estado democrático, es secundario, hasta irrelevante. Que la consecuencia inmediata de que los impuestos de todos los productos culturales se incrementen en 13 puntos sea probablemente diezmar las salas de cine y teatro, y reducir el consumo de los valientes que queden a la mínima expresión, es otra minucia.
Estos responsables políticos y económicos tal vez sepan –tal vez- gestionar la bonanza, pero en nueve meses han demostrado ser incompetentes para gestionar las dificultades. Al menos para gestionarlas defendiendo a la mayoría. Porque gestionar las crisis hincando los dientes fiscales en el indefenso cuello de los ciudadanos y vampirizarlos, eso lo hace cualquier canalla sin imaginación. Sin perdón.
Segundo “temilla”. Cultura y lotería: esa extraña pareja. Va Rubalcaba y en un alarde de imaginación digno de mi sobrina pequeña propone compensar los efectos de la subida del IVA con la Lotería. Bien, pienso yo, al menos sabe que en otros países –la pérfida Albión sin ir más lejos (Inglaterra)-, una parte importante de la acción cultural pública se financia con el Sistema Nacional de Lotería. Este sí que es un viajado, un leído, me digo, a éste voy y le voto aunque no me guste demasiado ese aire astuto que tiene después de haber pasado por el interior de tantos ministerios. Pero, claro, el monte se niega a ser orégano en esta España nuestra, y cuando leo a fondo la noticia me pasmo y me repasmo. Pásmense ustedes conmigo: lo que propone el cántabro que encabeza el think tank del PSOE es que los premiados –agraciados, les llaman: vaya gracia- paguen más impuestos de sus premios. Claro, como el gordo suele caerle a Mario Conde y gente así, y nunca nunca cae repartido entre humildes ciudadanos de a décimo, pues ese rico las va a pagar todas en una. A estos políticos gugu tata, perdónenme, no los vendíamos ni rebajados.
Tercer asuntejo: Recortes culturales en la periferia madrileña. El objetivo que concita el interés de nuestros gestores de la cosa política parece ser quién llega más lejos en recortar presupuestos y en gastar menos en servicios (claro, después de construir tanto piso inútil y vacío y tanta rotonda superflua e incordiona se les han acabado los posibles). Loca carrera en la que hay verdaderos líderes mundiales, qué digo mundiales, galácticos. A algunos de los astutos recortadores los mandas a Marte con la Curiosity y pone un chiringuito de arena. Jopé, si hubiera habido esta categoría en las pasadas olimpiadas, nos traemos tres o cuatro medallas de oro más: al recorte en prestaciones sociales, al recorte en sanidad, y al recorte en cultura…, esas seguras. Bueno, que me despisto. El caso es que el ayuntamiento madrileño, con ese digno y obsesivo deseo de reducir gasto, ha suprimido para el segundo semestre de este año todo el programa de proximidad cultural, ese que llevaba a los centros culturales de Madrid representaciones de teatro y danza y actuaciones musicales profesionales. Ese que acercaba la cultura de calidad a los barrios, ese que democratizaba la cultura. Por mail, a finales de julio y sin dar la cara. ¡Qué cara! Con un plumazo se han ahorrado la enorme y dispendiosa cantidad que ronda los trescientos cincuenta mil euracos por más de ciento veinte bolos (Sin tener en cuenta los datos de los bolos musicales). Un concejal opositor de nombre difícil de pronunciar dice que se gasta más el gobierno en seguridad en el Palacio de Cibeles, y que eso no está bien, que es fatal de los fatales para el ciudadano. Un quejica y un raro, eso es lo que es ese concejal, como su apellido.
Bueno, que ya ven ustedes como vuelve uno de este verano del que no ha podido irse del todo por miedo a que le robaran la empresa. Sí, robaran. Fíjense, el agua, la luz, el teléfono…, los hemos gastado, consumido en agosto, ¿verdad?, pues lo vamos a pagar como si lo hubiéramos hecho en septiembre, al nuevo IVA no al que lo consumimos. Ladrones, cuatreros del 3%, que miran hacia el cielo mientras silban haciéndose los despistados, el Sitio de Zaragoza. Lástima no les caiga un burro en la cara.
Alguno estará pensando: “Este Robert viene guerrero, no tiene una mala buena noticia que comentarnos”. Hay muchas, pero es que el tonillo del post de hoy no las pide. Pero suelto un par de ellas: El Museo Esteban Vicente consigue eludir el cierre temporal gracias a la intervención de un par de empresas. Ingeniería que sugiere posibilidades aplicables a otros lugares, a otros museos, a otros espacios de cultura y arte. Otra: en el Teatro Español preparan un programa de visitas guiadas. El interior del teatro mostrado en esplendor, dado a conocer a las audiencias, desarrollándolas, formándolas, compartiendo con ellas espacios y dichas. También hablaremos de estas.
Los próximos post serán más serios. Pero es que todavía tengo arenilla en las orejas y juego en el baño con el cubo y la pala por las noches haciendo castillos. Se lo prometo que serán más sesudos. Por éstas.
40.438259
-3.674628