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Conferencia de Marketing de las Artes 2015: grandes ideas como palanca

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La IV Conferencia de Marketing de las Artes, organizada por ASIMETRICA, ha terminado envuelta en la satisfacción de los muchos asistentes.

Récord de participación, con cerca de 240 personas inscritas, y de orígenes, con una amplia presencia del contingente latinoamericano, los resultados en cuanto a contenidos son para que organizadores y asistentes estén enormemente contentos.

No me detendré en citar todos los nombres de ponentes, porque la información está en la web de la Conferencia y porque sus intervencones estarán colgadas en apenas unos días, pero sí me interesa resaltar algunas de las cuestiones de fondo que se plantearon. Porque un foro de este tipo, que congrega a cuantos mediamos en cultura desde la perspectiva del marketing, y en particular del desarrollo de audiencias, lo primero que debe tener en sus resultados es relevancia neta de contenidos: luz para el camino. Aquí van algunas de sus ideas fuerza.

En este inevitable balance parcial y subjetivo, la primera idea presente que yo resaltaría es la de que la programación, los contenidos en sí mismos, son ejes neurálgicos para la generación de demanda y el crecimiento de las audiencias. Y que los contenidos artísticos piden cada vez más originalidad, misturas y mestizajes en formas, formatos contenidos y espacios. Es una idea que defendió con entusiasmo Alan Brown, junto a otra de no menor calado: la de que frente a la segmentación clásica –edades, orígenes, distintas artes…- hay que desarrollar y atender las comunidades de gustos, taste comunities, mucho más útiles, ricas y entroncables con la programación.

Lorena Álvarez, una chilena que lidera el Festival Cielos del infinito en la Patagonia, trasladó a los asistentes, más que una idea, un principio, un valor: Allí, a lo lejos, al igual que están lejos de los centros de poder la inmensa mayoría de los proyectos culturales, es posible hacer casi cualquier cosa, casi en cualquier lugar. Y lo demás son excusas. Este pensamiento constatado en su práctica, es de una enorme fuerza originaria, frente a aquel otro que hace depender los resultados siempre de circunstancias favorables.

Constaté, también, que seguimos con fuertes problemas terminológicos y que nos cuesta encontrar un lenguaje común, probablemente porque los significados diferentes reflejan diversas formas de pensar y de sentir. Un ejemplo lo constituyen la palabra vender, o la expresión construir audiencias. Ambas expresan una posición de privilegio de quien las enuncia y un concepto de marketing unidireccional en el que el otro siempre es destinatario y pocas veces emisor. Hasta sus datos se buscan para mejorar la propia posición. El concepto de marketing que ha de prevalecer, y que es el que ha de diferenciar el marketing cultural frente al tradicional, ha de basarse en el concepto de socio, y en la construcción de puentes y de espacios compartidos en los que públicos, medios, financiadores…, sientan como suyos los proyectos.

Otro concepto novedoso nos vino dado por Raúl Ramos, que en representación de ASIMETRICA, explicó los entresijos de un nuevo modo de entender el efecto individual que tiene el arte en las personas. Al presentar Intrinsic Impact, un programa generado por la empresa norteamericana Wolfbrown, y que Asimétrica lidera en su extensión a España, los presentes tuvimos plena conciencia de que junto a la medición colectiva y en estrictos términos numéricos y económicos, es ya imprescindible poseer una herramienta que nos permita saber también el efecto concreto que el arte tiene en las personas, individualmente. Somos muchos los que defendemos y creemos que el arte y la cultura mejoran la vida de las personas, pero si ese discurso no se apoya en constataciones prácticas, no dejará de ser un mensaje bienintencionado, de escasa utilidad para la gestión.

La Conferencia ha sido muy beneficiosa al aportar herramientas y prácticas que los asistentes pueden aplicar de vuelta a sus tareas cotidianas. Pero también ha sido extraordinariamente importante al remover los pensamientos de los que mediamos entre los creadores y los ciudadanos, que eso es a fin de cuentas lo que somos quienes trabajamos en la gestión cultural desde el marketing.

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Pequeñas empresas que patrocinan arte y cultura

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elmuro patrocina el Festival de Cine Solidario de Guadalajara, FESCIGU, como expresión del compromiso de una pequeña empresa, con el cine como arte.

Cuando hace un año iniciamos las tareas de asesoramiento y consultoría para el festival a través de nuestro programa “By the face” (gratuito), ni de lejos preveíamos que acabaríamos aportando financiación, y que además, como parte del patrocinio, produciríamos la gala de entrega de premios.

A menudo la calidad del trabajo artístico de las organizaciones no tiene nada que ver con la calidad de su trabajo organizativo, ni con su cualificación como instrumentos de cambio cultural o/y social. A menudo, las organizaciones disfrutan más creando contenidos que con la forma de hacerlos llegar a sus destinatarios, lo que al final de la escapada conduce tan a menudo a muertes por autismo y aislamiento. FESCIGU era, es, un ejemplo de organizaciones con excelentes proyectos y realidades, que precisan centrar sus esfuerzos en la propia organización. Porque sin organizaciones sostenibles no hay proyectos sostenibles. Los ensayos, la realización de una película, la programación de una exposición…, son tareas aparentemente más inspiradoras que la comunicación, la búsqueda de financiación, la gestión presupuestaria o la captación de nuevos socios. Pero no menos necesarias. Las organizaciones “apolíneas” son aquellas que destinan recursos y esfuerzos materiales y humanos al arte en la adecuada proporción a los que destina a su propia sostenibilidad y crecimiento.

Y para contribuir a ese desarrollo están organizaciones como la nuestra, como Asimétrica, como tantas otras que van acumulando experiencia para otros y que, además, sienten y deciden que su modelo empresarial debe incluir no solamente el beneficio propio, sino la colaboración con quienes lo precisen, si es posible materialmente.

elmuro ha optado desde hace mucho tiempo por asumir compromisos empresariales con organizaciones que lo necesitan: ACNUR, la asociación Caídos del Cielo.ONG, y ahora FESCIGU. Ahí se inscribe también el programa de consultoría gratuita para organizaciones culturales, y la defensa pública de límites en los beneficios de las empresas que trabajan en los servicios públicos, y en especial en cultura.

No sé cuál será la evaluación final del patrocinio y el apoyo a FESCIGU. Sé que hasta aquí, con los inevitables problemas de reunir a dos organizaciones de diferente trayectoria y objetivos, hemos aprendido mucho y hemos contribuido a que un excelente festival se relacione mejor con su entorno. En realidad, esta experiencia se ha convertido en un hermoso ejemplo de confluencia de patrocinios públicos y privados: el Ayuntamiento de Guadalajara, principal patrocinador, aporta financiación y cede el teatro Buero Vallejo como espacio central de exhibición, y muchos pequeños patrocinadores, como por ejemplo AC Hotels, proporcionan el tan necesario patrocinio en especie. Esa confluencia, esa generación de energías y multiplicación de sinergias colectivas, es la que en perspectiva de futuro aparece como una buena fórmula viabilizadora de proyectos artísticos.

Seguro que vuelvo sobre el tema.

 

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Conferencia de Marketing de Las Artes: buen menú señooooor!!!

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Como cada otoño, desde hace cuatro años, la Conferencia de Marketing de Las Artes se acerca con un excelente menú. El título de este año es toda una sugeridora declaración de intenciones: “¿No nos hemos visto antes?”. La Conferencia ofrece reflexiones, respuestas y buenas prácticas a la pregunta: ¿qué hacemos antes, durante y después de la experiencia artística por implicar al público?

Asimétrica, esa empresa promovida por Raúl Ramos y por mí mismo, busca cada año los invitados más potentes, las experiencias más iluminadoras, los temas que más preocupan a cuantos nos dedicamos a la tarea de hacer del arte y la cultura algo cotidiano y útil en la vida de las personas.

El conjunto de ponencias configura un programa internacional y nacional de referencia indispensable: el fomento de la demanda de las artes en entornos difíciles, la atención a los públicos jóvenes, el CRM, el papel de los museos en la felicidad de las personas, la lealtad a través de programas de socios efectivos…, son algunos de los temas que abordarán expertos y expertas de Estados Unidos, Chile, Reino Unido y España. Y por ámbitos de acción: museos, festivales, teatros, orquestas, y empresas culturales de avanzadilla que aportan futuro y luz al sector. Por destacar algo entre la docena larga de expertos, yo sugeriría no perderse al californiano Alan Brown, de Wolfbrown, con cuya empresa, por otro lado, ASIMETRICA ha alcanzado un acuerdo estratégico para difundir en España un sistema de conocimiento y evaluación de cómo y cuánto influyen las artes en la vida concreta de los ciudadanos; ni a Erika Nielson, de la compañía teatral Steppenwolf, de Chicago, que lanzó un exitoso programa de socios para gentes de entre 21 y 30 años; ni a Lorena Álvarez que contará de su Festival de Artes Cielos del Infinito en la Patagonia chilena.

Formando ya parte del ADN de la Conferencia se mantienen las secciones de “Experiencias destacadas”, con la presencia entre otros de Carlota Álvarez Basso, de Matadero de Madrid, y Pepe Zapata, del Mercat de las Flors; y la sección de “El marketing de las Artes desde otros marketing”, con Asier Pérez, de Funky Projects y Víctor Flores, de Red Bull. Una nueva sección, “Proyecta y suma” dará espacio y voz en la Conferencia a proyectos innovadores sobre desarrollo de audiencias.

Y agitando incansable la Conferencia, Raúl Ramos, que busca por los rincones del mundo y los acerca aquí, modos y modelos de cómo hacer las cosas mejor para acercar más y más ciudadanos al arte.

Quienes hacemos de las artes y la cultura nuestra tarea y ocupación cotidiana tenemos una cita los próximos 20 y 21 de octubre en Madrid, en el coqueto Museo Lázaro Galdiano. Ese anual encuentro que sirve para refrescar objetivos, ayudar a la sostenibilidad de las organizaciones, compartir experiencias, ilusionar en nuevos retos… ¿Nos vemos allí?

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Las ventanas abiertas son para que entre el aire

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Escribo este post a riesgo de que a algunos amigos, y al mismo tiempo candidatos a directores del teatro Español, no les guste demasiado.

Creo que la convocatoria pública para cubrir el puesto, y el nombramiento de una comisión de “notables” (en algún caso, de sobresaliente) para acotar la decisión, son líneas orientadas a una mayor transparencia y democracia en la elección de los responsables de instituciones culturales públicas. Es como una pequeña ventana abierta. Una ventana abierta que debe aprovecharse para que entre el aire fresco y se renueve la atmósfera de la estancia.

A mi modo de ver, la ventana abierta debe servir, también y esencialmente, para renovar las formas y los modelos de gestión de los teatros públicos, e incluso los perfiles profesionales de quienes asumen esa gran tarea. Por eso es más probable que en esa lista de candidatos -27 nada menos- encontremos la idoneidad en nuevos nombres, en gentes tal vez con menos recorrido y experiencia, pero sin duda con entusiasmo, perfiles con más matices, nuevas ideas y futuro.

En mi anterior post hablaba de las condiciones que a mi modo de ver debe atesorar un gestor cultural público que aspire a dirigir el Español, entre las que su capacidad como directores de escena no es la más importante. Insisto en que se trata de buscar a quien mejor sea capaz de dirigir equipos, mover creatividades de otros, definir proyectos artísticos de largo recorrido, captar recursos económicos, poner el teatro en el mapa europeo, emplear el marketing y el desarrollo de audiencias como una herramienta esencial para conectar con los ciudadanos… Soy de la opinión de que lo más idóneo es nombrar un equipo de dirección en el que todas esas habilidades estén representadas, dos o tres personas bastarían. Se evitaría así la tendencia, al parecer acendrada en nuestros artistas, de convertirse en protagonistas.

Pero lo que tengo todavía más claro es que el mejor de los nombramientos es el que, además de servir a la política cultural marcada por las instituciones públicas, garantice aires nuevos en el Teatro Español, gente capaz de conectar con los nuevos talentos escénicos, responsables preocupados por atraer y dinamizar nuevos públicos, gentes que vivan y entiendan el teatro como una herramienta artística de transformación y enriquecimiento social.

No se trata de arriesgar; se trata de optar por modelos ya hechos con dudoso éxito o crear nuevos; se trata de elegir entre el futuro y el pasado, entre quienes prefieren compromisos con el poder y quienes los prefieren con el arte y con los ciudadanos.

Programar, llenar de contenidos las salas disponibles no es difícil. Lo verdaderamente relevante es construir un nuevo modelo de gestión del Teatro Español democrático, abierto, orientado a los públicos, que busque el mejor y más sostenible de los caminos para convertirlo en un centro de creación y de encuentro con la sociedad. Un modelo que huya del coto privado como de la peste.

Por eso, entre los muchos candidatos, grandes artistas, hay que privilegiar no tanto a quienes sabemos perfectamente de dónde vienen, sino a quienes tienen plano para ese nuevo viaje. ¡Ah, Ítaca!

 

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De cine, cultura, bebés y madres (y padres)¿Aparcamos juntos el cochecito?

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He escrito varias veces que el cine –productores y exhibidores- descuida su relación con el público en las salas, cuando no, directamente, lo maltrata. Y proponía, para describir ese mal trato, la imagen metafórica de las alcantarillas: espectadores que entran por la puerta grande y salen a escondidas por la puerta de atrás, a una oscura calle a espaldas del edificio. También se percibe el maltrato en los precios de palomitas y refrescos, claramente abusivos; y en el nulo valor añadido que proporcionan a sus clientes. Podría seguir. Que como actividad anti-crisis, a nuestros empresarios tan solo se les haya ocurrido la idea de abaratar el precio de la entrada un día, muestra el nivel de I+D en el que se desenvuelve la gestión de esta parte importante de la industria cultural.

La orientación al cliente, de servicio al usuario; la estrategia derivada de poner al cliente en el centro de la acción, es la que puede evitar este tipo de enfoques y prácticas, centradas por otra parte en concebir la relación con los usuarios como una fuente de ingresos, más que en un viaje conjunto y satisfactorio, lleno de experiencias y enriquecedor. Y ahí está nuestro sector cultural, aprendiendo que este concepto neurálgico tiene enormes ventajas también para la sostenibilidad de las organizaciones.

Abigail Tomey, que sabe mi pasión por que los ciudadanos y públicos iluminen todos mis proyectos, me envía el link a un artículo de El País que tiene una sugerente pregunta como título: “¿Es posible ir al cine con bebés?”. La cosa va de que en Londres –y otras partes de la bola- es habitual la programación de películas para madres (y padres) con sus bebés. Locales que eligen sus horarios en función de las necesidades de su asistencia (las mañanas), y que definen la iluminación durante la proyección para favorecer que las madres (o padres) puedan vigilar a sus bebes, cambiarles de ropa o alimentarlos mientras disfrutan de la peli. ¡Por dios, qué alegría imaginar un hall de un cine con aire de aparcamiento de cochecitos! Seguro que a alguien se le ocurre, incluso, que si repartes conexiones de sonido individuales, los nenes podrán hasta desgañitarse sin molestar la marcha general.

La ventaja de pensar las ofertas, la comunicación, el viaje del usuario, pensando en su máxima satisfacción, es que desarrolla en las organizaciones y los gestores una serie de mecanismos basados en “dar”, generosos per se. Probablemente les fuercen a salir de su zona de confort, ésa que hace que nada cambie para que todo siga igual. Pero ese es, precisamente, el reto y al tiempo el mecanismo de mejora de las organizaciones y de los gestores: cambiar, explorar, proponer, aprender.

Seguir el camino cuyo recorrido sabemos dónde lleva nos da seguridad de destino. El problema es que ese destino puede estar cada vez más alejado del interés y las prácticas de nuestros públicos. Más alejado, por lo tanto, del sentido último de su función social.

Hay tantas, pero tantas posibilidades de mejorar la experiencia de nuestros clientes en su contacto con nuestros productos o con los servicios que les damos, que solamente saliendo del camino trillado está garantizado que encontremos formas de relacionarnos con ellos más provechosas y gozosas para las partes.

Y de eso se trata, ¿no?

 

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Museos de Manhattan: mi experiencia como usuario

Post de Robert Muro

Pues sí, el pasado diciembre estuve en New York, una semana, periodo de tiempo que dicen muchos que hay que ir allí cada año. A empaparse de novedad, dicen. A embeberse de diversidad y polifonía, dicen. A nutrirse de sugerencia y creatividad, dicen. A, sobre todo, digo yo, verse uno en el espejo venidero antes de que llegue aquí. Así que New York. En parte para tomar resuello en un año duro y en parte para ver y aprender, que eso es el viaje, todo viaje.

En lo que a nuestro negociado compete, el de la gestión y en particular el del marketing cultural y de las artes, ha sido para mí un viaje provechoso: la visita a los principales museos –MOMA, Metropolitan y de Historia Natural– es una clase muda de gestión y de relación con los públicos. ¡Y encima no hay que pagarla! Sí, porque buena parte de los museos de la ciudad de Nueva York sugieren un precio que puedes o no pagar, y que no limita la entrada en absoluto. (Pagamos, claro.)

El concepto museístico en norteamérica tiene algo de humilde, de no-altivo, también de joven, en comparación con los museos europeos. Si en nuestro entorno la mayor parte de pinacotecas y museos parecen estar pensados para iniciados, para personas cultas que saben lo que encierran sus paredes y el enorme valor que guardan, en Estados Unidos buscan la interlocución con el público, y parecen diseñados también para iniciar a los visitantes y proponerles un viaje de larga duración y que pueda frecuentarse. Son diseños de contenidos y recorridos de una enorme calidad, pero  en cuya organización y presentación pesa decisivamente lo pedagógico. La memoria tras la visita, el buen recuerdo, el regusto dulce de las imágenes vividas ayuda a que la experiencia como usuario sea tremendamente gratificante.

Experiencia del usuario, una expresión que busca destilar el viaje que una persona realiza desde que se acerca por cualquier medio a un acto cultural, hasta el después, en ocasiones el bastante después, cuando lo finaliza. En ese viaje cuenta la organización de la web tanto como la de las colecciones; es tan relevante la comodidad de las sillas donde descansas como la calidad de los menús de los comedores; es tan importante el silencio en algunos momentos del disfrute, como la libertad para comentar en voz alta las emociones o fotografiar/te. En ese viaje debe tener su atención correspondiente y diferenciada cada visitante, dando y recibiendo cada uno lo suyo, en ocasiones para agradecer la primera visita y animar a la repetición; en otras para mostrar públicamente a los más asiduos y leales el agradecimiento y los beneficios que acompañan la fidelidad. En todos los museos existían referencias constantes a quiénes habían donado obra, o contribuido con fondos, o sufragado ampliaciones, o… En los tres grandes museos aludidos había zonas reservadas para que los usuarios de mayor lealtad pudieran parar su máquina y disfrutar de un descanso en un ambiente especial. Recordaba mi visita hace un año al Louvre y el tormento y las colas para pagar y el gentío imposible para ver La Gioconda, que me ahuyentó, y la comparación no se soportaba.

Es cierto que el marketing general en Estados Unidos lleva una enorme ventaja en el tratamiento del usuario, y que son muchos los sectores comerciales en los que se percibe su desarrollo, su preocupación por encontrar nuevos territorios de satisfacción del cliente. Pero las organizaciones culturales han aprendido radicalmente y desarrollado estrategias propias de relación con su público. La consideración del cliente como artífice de la sostenibilidad de las organizaciones culturales, ayuda sin duda a ello. Pero, más allá de juicios sobre el valor económico de la cultura y el arte, lo más relevante es que los visitantes, los usuarios de cultura y arte, son tratados con enorme respeto y los gestores ansían, como parte de su misión, satisfacer sus expectativas culturales y de disfrute: su experiencia.

Las gentes que van a museos, acuden a cines, disfrutan del teatro o de la música en vivo…, buscan en la emoción del espectáculo en vivo o en el arte, una experiencia diferenciadora, única en parte, y siempre memorable y estamos obligados a hacer de su viaje de nuestra mano, el mejor de los tránsitos. Y en cualquier caso, un recorrido al que deberemos haber dedicado mucha preparación, mucho esfuerzo y pasión. Un recorrido que hace que ellos, el arte y nosotros podamos fusionarnos en cada encuentro.

 

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¿Te gusta el tutti frutti de arte y cultura?

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Veo en El País una escultura de Bernardí Roig –uno de sus regordetes y albos hombres con los pantalones abiertos- rodeada de otras muchas barrocas. La noticia cuenta algo del Museo Nacional de Escultura, esa maravilla situada en Valladolid que acoge piezas clave de Juni, Fernández, o Berruguete. Un museo a no perderse. La noticia informa de que se suma a la opción de abrir sus ventanas introduciendo escultura contemporánea entre las barrocas. “Okupas” lo llama el diario. Recuerdo que la obra de Roig, con idéntica filosofía, la vi hace unos meses en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, que dirige una “fiera”, trabajadora y dulce, Elena Hernando.

Tengo que mencionar de nuevo en el blog este museo madrileño porque es un ejemplo de sinergias, de llenar de agua ese pozo que la crisis amenaza permanentemente con secar. Este próximo jueves, 3 de octubre, el Lázaro Galdiano acoge una Jornada: “Arte y Empresa: un mismo combate”, en la que gentes del arte y la empresa compartirán sus reflexiones de cómo multiplicar valores mutuos en tiempos de cólera. Para no perdérsela. Apenas veinte días después, 21 y 22 de octubre, el mismo salón de actos acogerá la tercera Conferencia de Marketing de Las Artes, de ASIMETRICA. Otra cita a la que asistir en ese foco de arte, experimentación y reflexión que está siendo la FLG.

Cuando empezaba este post no era sobre esto de lo que quería hablar. Hoy simplemente quería sugerir, recomendar la lectura de la penúltima columna de Vicente Verdú, El deseo de cultura: como casi siempre, sugeridora, y tarareadora  de músicas intelectuales infrecuentes hoy. “El deseo es la base de la existencia”, comienza su artículo. “El ciudadano culto transmitía la impresión de que obtenía mayor placer paseando por una nueva ciudad, leyendo un nuevo libro o viendo un nuevo cine que quien no disponía de ese caudal”, nos recuerda. “Pero esta demanda o aspiración de ser culto ha desaparecido con una facilidad y rapidez impensable”. No sigo, léanlo.

La lectura de Verdú me sugiere una parte relevante de nuestro papel, el de aquellos que por profesión o pasión mediamos entre quienes crean arte y quienes lo desean. Y ese papel es promover que el arte llegue a los ciudadanos en la mejor de las condiciones para ser degustado, para que ese encuentro le ayude a vivir la vida con más placer e intensidad, más consciente de que el arte es aquello, precisamente, que establece parte diferencial y fundamental de “ser” humanos. El pasado viernes asistí una vez más, con mi hija Candela, a un concierto de Ara Malikian. Algunos de los acordes que obtenía con maestría de su violín diminuto, me llenaron de congoja guapa, y si hubiera estado solo con seguridad habría llorado, de felicidad. Por sentir esa diferencia. Por sentir. Esa es la esencia del arte.

Bueno, mañana más y diferente. Que esto, después de releerlo, parece un helado de tutti frutti. Y yo un tontuelo.

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El cine: ¿Menos precio o más valor?

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En el marketing,  una respuesta a situaciones de dificultad que solamente tenga en cuenta la variable precio es la aceptación del fracaso.

Todos los sectores del cine en España parece que buscan el acuerdo –hasta hace poco impensable- para reducir los precios en sala y lanzar ofertas a diestro y siniestro. Asustados ante la caída del consumo, recuperar el espectador desaparecido es el objetivo. Además del incremento bárbaro del IVA, son otros muchos los polvos de estos lodos.

Durante los últimos años productores, distribuidores y exhibidores parecían ciegos ante los cambios que se estaban dando aceleradamente en el modelo de relación del espectador con el cine, cambios profundos en su forma de consumo. Los precios, elevadísimos para un arte reproducible, eran solamente la parte más visible de su ceguera. La parte más relevante del desprecio por el espectador, por el público amante del cine era el descuido de las salas y de su limpieza, la desatención de las necesidades de los públicos y de su formación, la superexplotación de los asistentes mediante palomitas a precios de mercado negro, en fin, la absoluta ausencia de valor añadido en todo el proceso. Alguna vez he dicho que la metáfora perfecta de cómo concibe el cine a los espectadores es el hecho de expulsarlos por la parte de atrás, como si fueran desechos.

Nunca es tarde para aprender y sobre todo, para mirar a los espectadores como cómplices y compañeros del viaje artístico, no como elementos a los que “sacar” su dinero, y cuanto más mejor.

Hoy se impone para el cine la ingente tarea de diversificar la oferta, de preguntar por sus gustos y deseos a los espectadores, de acomodar todo el proceso de consumo a pautas satisfactorias y acordes a los precios cobrados. De dar más valor. Sin el público, el cine en sala como medio colectivo de disfrute tiene sus días contados. Su supervivencia depende de cómo quieren productores, distribuidores y exhibidores tratarlos y viajar con ellos. Pero, desde luego, van errados (y piden ser herrados) si creen que el precio lo es todo.

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BARRA DE IDEAS FEHR, guapo ejemplo para la cultura

La Federación Española de Hostelería y Restauración (FEHR) tiene una herramienta envidiable para la mejora de las prácticas de sus asociados.

Semanalmente envía a todos sus suscriptores –y a quien lo desea: yo me apunté- un newsletter en el que da ideas sencillas de cómo mejorar el negocio, da a conocer experiencias exitosas, o muestra buenas prácticas, dentro y fuera de España. Se llama Barra de ideas, Ideas para vender mejor en tu negocio de restauración. los titulares de algunos de sus pequeños artículos son extraordinariamente ilustrativos: Internet gratis para tus clientes con Gowex, Necesitas estar visible (se refiere a la Red) para que te encuentren, Aporta salud a tu bar con bebidas sin alcohol, Restaurantes contra el hambre, ¿debes participar?, ¿Sabes elegir la mejor copa para servir el vino?, Consigue nuevos clientes por un euro, ¿Tus clientes son capaces de dejar sus móviles?, Ahorra energía implicando a tus empleados, El único restaurante que no dice dónde está…

Un catálogo provocador a veces, sugeridor otras, estimulante siempre. Una revista digital que se plantea aportar formación e ideas a un sector que las necesita para enfrentarse mejor a la crisis económica y a las subidas del IVA. La leo cada semana y siempre encuentro ideas útiles para el ámbito de la cultura. Da un poco de envidia. Si el sector cultural dispusiera de una herramienta de este tipo, la rentabilidad y sostenibilidad de las organizaciones artísticas se incrementaría fácilmente. El gobierno y casi todas las administraciones públicas ya han demostrado que en tiempos de crisis no tienen apenas nada que aportar a la Cultura, salvo más impuestos. Pero disponemos de organizaciones empresariales, y sectoriales capaces de agrupar fuerzas para desarrollar este tipo de herramientas. Incluso en sí misma podría ser una actividad rentable para quienes la emprendieran. Hay que ponerla en pie.

Conozco y aprecio al presidente de FEHR, José María Rubio,  y a su secretario general, Emilio Gallego, y sé que por su parte esta es una apuesta estratégica por aportar valor a un sector complejo y extraordinariamente heterogéneo y necesitado de impulso modernizador. La hostelería y la restauración conforman un aliado lógico del sector cultural y artístico. En su día a día, los públicos los asocian de un modo natural en sus momentos de ocio y disfrute cultural, por eso ambos sectores deberían establecer acuerdos de largo recorrido para aportarse valor mutuo y aportar valor conjunto a sus clientes. Tenemos que trabajar mucho más juntos en esa dirección, ya.

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Neurociencia, comunicación y marketing. Vaya, vaya.

Vengo de asistir al Congreso Internacional de Neurociencia, Comunicación y Economía, que tenía como título este año el de “Consumidor global y Tecnología”, y que se celebraba en la Universidad Europea de Madrid. La ponencia inaugural corría a cargo de Mónica Deza, Vicepresidente de Innovación de McCann Worldgroup, que preside la asociación organizadora (AINACE). Su intervención y la de quienes le siguieron, planteaban en su conjunto un campo de investigación, una mirada al futuro, en un territorio espectacular para quienes trabajan en el arte y la cultura, el que tiene por esquinas la emoción, el marketing, la comunicación, y el cerebro.

Lo apasionante es explorar el cerebro desde la perspectiva de la acumulación y selección de la información, de los ingredientes que participan en cada una de nuestras elecciones,  de cómo la digitalización está alterando –ha alterado ya- no solo la comunicación, sino las partes del cerebro en que se asienta. Intuir cómo todo ello introduce variaciones en nuestro patrón de toma de decisiones -¿pronto con repercusiones genéticas?- produce un cierto vértigo.

Acercarse al fenómeno de la moda, la belleza, las emociones, las marcas, las redes sociales…, en estos momentos de cambio profundo y acelerado, desde una perspectiva neuro-científica, es más que estimulante. Las utilidades en áreas educativas, pero también en aspectos relacionadas con el conocimiento último de los gustos y los motivos de los usuarios,  y por lo tanto de su aplicación al marketing, aunque sea simplemente en esbozo, genera un sugerente cúmulo de incertidumbres.

Me quedé con la enorme sospecha de que la ética, como compromiso íntimo individual, pero también colectivo, no va al mismo ritmo que la investigación de la neurociencia en su relación con la economía y otras ciencias sociales y del comportamiento. Esa es mi sugerencia para el próximo Congreso: la de esbozar también los límites éticos de la neurociencia.

Por cierto, Mónica Deza, es una de las ponentes que participará los días 15 y 16 de octubre, en Madrid, en la segunda Conferencia de Marketing de las Artes. Su ponencia tiene un bello título: B.E.S.A.M.E. Estoy deseando escucharla.

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