(en la foto Gerardo Vera da indicaciones a Pere Arquillué)
Sí, se trata de saber si la principal ley de la gestión cultural es el propio deseo o la satisfacción de deseos y necesidades de otros, esencialmente de los ciudadanos. A propósito de esta cuestión, hemos hablado ya en algunas ocasiones del modelo de gestión del Centro Dramático Nacional, bueno, en realidad de una parte importante de los centros públicos de referencia. Hoy vuelvo. Aseguro ante los dioses que no quería, pero una respuesta de Rodrigo García a una pregunta en la revista Teatros casi, casi lo demanda. Contesta el autor de “Gólgota Picnic”, actualmente en el María Guerrero, a la pregunta de dónde surge esta obra: “Mariano Formenti (pianista) y yo compartíamos un taxi, hablamos de la obra de Haydn Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz, y nos despedimos. Al poco me llamó Gerardo Vera y le dije que quería trabajar sobre esa pieza. No había proyecto ni texto ni espacio escénico, pero sí un deseo y con eso era suficiente.” Dos deseos reunidos. Con estos mimbres tomó la decisión el CDN.
Si le creemos -y no hay razón para no hacerlo, dada su habitual expresividad-, el autor pone el dedo en la llaga: la decisión de programación es artística esencialmente y además, al servicio de los gustos estéticos del programador; o tal vez para dar la capa de barniz “vanguardista” al María Guerrero. Es obvio que Vera quería contar con este autor y le importaba muy poco que no tuviese texto o proyecto. La Ley del deseo. Del suyo; pagado con dinero público. Busquemos por donde busquemos ese es el único criterio que aparece. Porque nadie duda de que este autor –como otros y otras muchas- puede o debe ser programado en el CDN. La cuestión es que su elección/programación ha de responder a unos criterios conocidos, homologables, lógicos (también artísticos, claro), no a decisiones personales. Las decisiones asentadas en la arbitrariedad o en criterios desconocidos son inaceptables en democracia. Lo decía en el post anterior.
P.S.: Todavía no he podido ver esta puesta en escena, pero he leído tres cosas previas sobre ella: de Paloma Pedrero, de Javier Villán y de Enrique Centeno. De un modo u otro son lecturas relevantes y complementarias.
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