Archivo de la categoría: Públicos

De cine, cultura, bebés y madres (y padres)¿Aparcamos juntos el cochecito?

mamasybebesenelcine

He escrito varias veces que el cine –productores y exhibidores- descuida su relación con el público en las salas, cuando no, directamente, lo maltrata. Y proponía, para describir ese mal trato, la imagen metafórica de las alcantarillas: espectadores que entran por la puerta grande y salen a escondidas por la puerta de atrás, a una oscura calle a espaldas del edificio. También se percibe el maltrato en los precios de palomitas y refrescos, claramente abusivos; y en el nulo valor añadido que proporcionan a sus clientes. Podría seguir. Que como actividad anti-crisis, a nuestros empresarios tan solo se les haya ocurrido la idea de abaratar el precio de la entrada un día, muestra el nivel de I+D en el que se desenvuelve la gestión de esta parte importante de la industria cultural.

La orientación al cliente, de servicio al usuario; la estrategia derivada de poner al cliente en el centro de la acción, es la que puede evitar este tipo de enfoques y prácticas, centradas por otra parte en concebir la relación con los usuarios como una fuente de ingresos, más que en un viaje conjunto y satisfactorio, lleno de experiencias y enriquecedor. Y ahí está nuestro sector cultural, aprendiendo que este concepto neurálgico tiene enormes ventajas también para la sostenibilidad de las organizaciones.

Abigail Tomey, que sabe mi pasión por que los ciudadanos y públicos iluminen todos mis proyectos, me envía el link a un artículo de El País que tiene una sugerente pregunta como título: “¿Es posible ir al cine con bebés?”. La cosa va de que en Londres –y otras partes de la bola- es habitual la programación de películas para madres (y padres) con sus bebés. Locales que eligen sus horarios en función de las necesidades de su asistencia (las mañanas), y que definen la iluminación durante la proyección para favorecer que las madres (o padres) puedan vigilar a sus bebes, cambiarles de ropa o alimentarlos mientras disfrutan de la peli. ¡Por dios, qué alegría imaginar un hall de un cine con aire de aparcamiento de cochecitos! Seguro que a alguien se le ocurre, incluso, que si repartes conexiones de sonido individuales, los nenes podrán hasta desgañitarse sin molestar la marcha general.

La ventaja de pensar las ofertas, la comunicación, el viaje del usuario, pensando en su máxima satisfacción, es que desarrolla en las organizaciones y los gestores una serie de mecanismos basados en “dar”, generosos per se. Probablemente les fuercen a salir de su zona de confort, ésa que hace que nada cambie para que todo siga igual. Pero ese es, precisamente, el reto y al tiempo el mecanismo de mejora de las organizaciones y de los gestores: cambiar, explorar, proponer, aprender.

Seguir el camino cuyo recorrido sabemos dónde lleva nos da seguridad de destino. El problema es que ese destino puede estar cada vez más alejado del interés y las prácticas de nuestros públicos. Más alejado, por lo tanto, del sentido último de su función social.

Hay tantas, pero tantas posibilidades de mejorar la experiencia de nuestros clientes en su contacto con nuestros productos o con los servicios que les damos, que solamente saliendo del camino trillado está garantizado que encontremos formas de relacionarnos con ellos más provechosas y gozosas para las partes.

Y de eso se trata, ¿no?

 

(Si quieres recibir un aviso en tu email con cada nuevo post, puedes facilitárnoslo suscribiéndote en la columna de la derecha, donde pone “Suscríbete”. También puedes seguirnos dándole a “Me gusta” en nuestra página de Facebook)

1 comentario

Archivado bajo Audiencias, Gestión cultural, Marketing Cultural, Públicos

Museos de Manhattan: mi experiencia como usuario

Post de Robert Muro

Pues sí, el pasado diciembre estuve en New York, una semana, periodo de tiempo que dicen muchos que hay que ir allí cada año. A empaparse de novedad, dicen. A embeberse de diversidad y polifonía, dicen. A nutrirse de sugerencia y creatividad, dicen. A, sobre todo, digo yo, verse uno en el espejo venidero antes de que llegue aquí. Así que New York. En parte para tomar resuello en un año duro y en parte para ver y aprender, que eso es el viaje, todo viaje.

En lo que a nuestro negociado compete, el de la gestión y en particular el del marketing cultural y de las artes, ha sido para mí un viaje provechoso: la visita a los principales museos –MOMA, Metropolitan y de Historia Natural– es una clase muda de gestión y de relación con los públicos. ¡Y encima no hay que pagarla! Sí, porque buena parte de los museos de la ciudad de Nueva York sugieren un precio que puedes o no pagar, y que no limita la entrada en absoluto. (Pagamos, claro.)

El concepto museístico en norteamérica tiene algo de humilde, de no-altivo, también de joven, en comparación con los museos europeos. Si en nuestro entorno la mayor parte de pinacotecas y museos parecen estar pensados para iniciados, para personas cultas que saben lo que encierran sus paredes y el enorme valor que guardan, en Estados Unidos buscan la interlocución con el público, y parecen diseñados también para iniciar a los visitantes y proponerles un viaje de larga duración y que pueda frecuentarse. Son diseños de contenidos y recorridos de una enorme calidad, pero  en cuya organización y presentación pesa decisivamente lo pedagógico. La memoria tras la visita, el buen recuerdo, el regusto dulce de las imágenes vividas ayuda a que la experiencia como usuario sea tremendamente gratificante.

Experiencia del usuario, una expresión que busca destilar el viaje que una persona realiza desde que se acerca por cualquier medio a un acto cultural, hasta el después, en ocasiones el bastante después, cuando lo finaliza. En ese viaje cuenta la organización de la web tanto como la de las colecciones; es tan relevante la comodidad de las sillas donde descansas como la calidad de los menús de los comedores; es tan importante el silencio en algunos momentos del disfrute, como la libertad para comentar en voz alta las emociones o fotografiar/te. En ese viaje debe tener su atención correspondiente y diferenciada cada visitante, dando y recibiendo cada uno lo suyo, en ocasiones para agradecer la primera visita y animar a la repetición; en otras para mostrar públicamente a los más asiduos y leales el agradecimiento y los beneficios que acompañan la fidelidad. En todos los museos existían referencias constantes a quiénes habían donado obra, o contribuido con fondos, o sufragado ampliaciones, o… En los tres grandes museos aludidos había zonas reservadas para que los usuarios de mayor lealtad pudieran parar su máquina y disfrutar de un descanso en un ambiente especial. Recordaba mi visita hace un año al Louvre y el tormento y las colas para pagar y el gentío imposible para ver La Gioconda, que me ahuyentó, y la comparación no se soportaba.

Es cierto que el marketing general en Estados Unidos lleva una enorme ventaja en el tratamiento del usuario, y que son muchos los sectores comerciales en los que se percibe su desarrollo, su preocupación por encontrar nuevos territorios de satisfacción del cliente. Pero las organizaciones culturales han aprendido radicalmente y desarrollado estrategias propias de relación con su público. La consideración del cliente como artífice de la sostenibilidad de las organizaciones culturales, ayuda sin duda a ello. Pero, más allá de juicios sobre el valor económico de la cultura y el arte, lo más relevante es que los visitantes, los usuarios de cultura y arte, son tratados con enorme respeto y los gestores ansían, como parte de su misión, satisfacer sus expectativas culturales y de disfrute: su experiencia.

Las gentes que van a museos, acuden a cines, disfrutan del teatro o de la música en vivo…, buscan en la emoción del espectáculo en vivo o en el arte, una experiencia diferenciadora, única en parte, y siempre memorable y estamos obligados a hacer de su viaje de nuestra mano, el mejor de los tránsitos. Y en cualquier caso, un recorrido al que deberemos haber dedicado mucha preparación, mucho esfuerzo y pasión. Un recorrido que hace que ellos, el arte y nosotros podamos fusionarnos en cada encuentro.

 

(Si quieres recibir un aviso en tu email con cada nuevo post, puedes ir a «Suscríbete», en la columna de la derecha, e introducir tu dirección. También puedes seguirnos en Facebook, dando a «me gusta» en nuestra página)

3 comentarios

Archivado bajo Gestión cultural, Marketing Cultural, Públicos

Benditos bares, bendito público

benditosbares-elmuro

Benditos bares, una de las últimas campañas de Coca-Cola, puede enseñarnos mucho a cuantos hacemos del público final nuestro referente.

Lo que se promociona en esa campaña, profundamente emocional, es el consumo en los bares como lugares que han significado y significan algo relevante en nuestra vida y en nuestras relaciones. Al mensaje se une otro de solidaridad con el sector, en crisis por la crisis. Pero si me preguntaran qué es lo que está en primer lugar no sabría decir si el “cliente bar” o el “cliente consumidor en bar”. O más bien los dos. Y esa es precisamente la razón por la que traigo a colación aquí esa campaña. En la creación artística, y en cultura en general, las organizaciones van incorporando poco a poco a su ADN la orientación al cliente (espectador, usuario o como queramos llamarlo). Él, ellas, ellos, son no solamente los destinatarios de la acción creativa, son cada día más compañeros necesarios de viaje y cada día más, también, protagonistas del acontecimiento, del encuentro, que reclaman ese tratamiento. La frase “el arte sin los públicos no existe” es únicamente una expresión hueca si no se acompaña con estrategias y medidas que hagan del público el centro de la actividad.

Pero las organizaciones tienen también otros “clientes” en su acción: patrocinadores, instituciones, otras organizaciones… Y todos ellos configuran un destinatario global al que se debe atender de algún modo en los procesos de creación y exhibición. Por eso creo que para los mediadores culturales tiene mucho interés esta campaña. A mí, personalmente no me cuesta nada imaginarla trasladada al universo de los espacios para conciertos, de los cines, de los teatros, de las librerías…, los lugares del consumo cultural en fin. Todos esos lugares que constituyen en nuestra memoria viva escenarios de emociones vinculadas al arte expresan a la perfección las ventajas de que en nuestros mensajes pensemos siempre en dobles y hasta en triples destinatarios.

Con su campaña Coca-Cola lo ha logrado –no sé si posteriores desarrollos se alejarán de esta clave o la pervertirán, que todo es posible-, y considero una interesante enseñanza que podemos aprovechar para cuestionarnos cada vez que preparemos los mensajes, la diversidad de “clientes” a los que en cada ocasión nos dirigimos.

si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de facebook)

1 comentario

Archivado bajo Audiencias, Cultura, General, Gestión cultural, Opinión, Públicos

El cine: ¿Menos precio o más valor?

cine

En el marketing,  una respuesta a situaciones de dificultad que solamente tenga en cuenta la variable precio es la aceptación del fracaso.

Todos los sectores del cine en España parece que buscan el acuerdo –hasta hace poco impensable- para reducir los precios en sala y lanzar ofertas a diestro y siniestro. Asustados ante la caída del consumo, recuperar el espectador desaparecido es el objetivo. Además del incremento bárbaro del IVA, son otros muchos los polvos de estos lodos.

Durante los últimos años productores, distribuidores y exhibidores parecían ciegos ante los cambios que se estaban dando aceleradamente en el modelo de relación del espectador con el cine, cambios profundos en su forma de consumo. Los precios, elevadísimos para un arte reproducible, eran solamente la parte más visible de su ceguera. La parte más relevante del desprecio por el espectador, por el público amante del cine era el descuido de las salas y de su limpieza, la desatención de las necesidades de los públicos y de su formación, la superexplotación de los asistentes mediante palomitas a precios de mercado negro, en fin, la absoluta ausencia de valor añadido en todo el proceso. Alguna vez he dicho que la metáfora perfecta de cómo concibe el cine a los espectadores es el hecho de expulsarlos por la parte de atrás, como si fueran desechos.

Nunca es tarde para aprender y sobre todo, para mirar a los espectadores como cómplices y compañeros del viaje artístico, no como elementos a los que “sacar” su dinero, y cuanto más mejor.

Hoy se impone para el cine la ingente tarea de diversificar la oferta, de preguntar por sus gustos y deseos a los espectadores, de acomodar todo el proceso de consumo a pautas satisfactorias y acordes a los precios cobrados. De dar más valor. Sin el público, el cine en sala como medio colectivo de disfrute tiene sus días contados. Su supervivencia depende de cómo quieren productores, distribuidores y exhibidores tratarlos y viajar con ellos. Pero, desde luego, van errados (y piden ser herrados) si creen que el precio lo es todo.

(si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de facebook)

6 comentarios

Archivado bajo Audiencias, Cultura, General, Gestión cultural, Marketing Cultural, Opinión, Públicos

Queremos mucho Max

premiosmax

Los Premios Max son una fiesta para las artes escénicas. Y hay que agradecer el esfuerzo de SGAE y Fundación Autor, encabezadas ahora por Anton Reixa y Antonio Onetti, por impulsarlos. Tienen sus sombras, cómo no, pero han devenido en el espacio en el que quienes crean arte en España reciben público premio por su buen hacer. Un “lugar” aceptado por los más. La expectativa y la repercusión dentro del sector y entre cientos de miles de aficionados al teatro y la danza es muy grande. Bienvenido sea todo ello.

En la situación por la que atraviesa el espectáculo en vivo, los Max no podían ser ajenos a las políticas públicas de abandono y dejación de responsabilidades culturales. Muchos durante la ceremonia lo dijeron por activa y por pasiva, aunque menos conjugaron sabiamente el humor con la crítica.

No es este el lugar para comentar o valorar los premios, conseguidos en todo caso a través de votos individuales de profesionales inscritos en el censo de votantes. Tampoco es el lugar para entrar en la valoración artística de la ceremonia. La producción fue muy buena y al acabar la Gala los asistentes salieron muy satisfechos y disfrutaron luego de un amable ambiente en el que departir en la cálida noche del Matadero.

Aquí me detendré tan solo en cuatro aspectos que me parecen razonablemente importantes.

1. El primero es el del sistema de votación. Año tras año se percibe con nitidez que en los votantes influye demasiado el afecto y la amistad, y es difícil desprenderse de la impresión de que existen grupos que actúan como tales al depositar el voto. Solamente así se puede entender que una obra se lleve todos los galardones a los que opta, como si lo que hicieran el resto de los candidatos no mereciera ni migajas. Y esto es así desde los viejos tiempos en que Animalario arrasaba. La dificultad primera es ver todos los espectáculos candidatos por el hecho mismo de ser en vivo. No es fácil resolver este problema: parte de la solución probablemente pase por reducir el número de candidaturas a las que puede optar un espectáculo, o establecer un sistema de Jurado que filtre, complemente o sustituya la elección, o establecer un sistema de voto ponderado. Pero sin duda es un problema que exige urgentes medidas para garantizar la máxima transparencia y credibilidad.

2. El segundo aspecto interesante que me provocó reflexión tiene que ver con la relación de las artes escénicas con sus públicos. En la mayor parte de los discursos e intervenciones el público estaba ausente. Los mensajes se dirigían a los asistentes, como si de una reunión interna se tratara, olvidando que a través de la televisión lo que se dice llega a cientos de miles de personas. Personas que pueden estar o no interesadas -esto último es lo más lógico- por los problemas internos del sector teatral. Ante ellos, ante nuestro público, las AA.EE. han de mostrar lo mejor de sí, la máxima belleza, la mayor y mejor de las seducciones. El teatro en 2012 ha hecho maravillas a pesar de la crisis, ese es el mensaje. El tonillo lastimero y de queja es, francamente, poco glamuroso.

3. El ministro de Educación, Cultura y Deporte, dio, una vez más, la nota fea e ineducada. Su clamorosa ausencia no muestra solo el escaso interés de Wert por las Artes Escénicas. Hay algo más, que tiene que ver con su mínima capacidad de dialogo y escucha, con su gusto por la provocación y el profundo desprecio que siente por la sustancial parte de la cultura que representa el espectáculo en vivo. El ministro Wert hace tiempo que es el problema. El ministro Wert debe irse. No hay garantías de que el próximo lo haga bien. Pero es muy difícil que otro lo haga peor.

4. SGAE tiene un reto en el inmediato futuro de primera magnitud. Los Max son una creación de los autores para todos cuantos trabajan profesionalmente en el teatro y la danza. Bien, porque todos queremos que el sector tenga una voz potente, unificada e indiscutida, y los Max pueden ser el germen.  El reto para SGAE tal vez pase por iniciar un proceso constituyente de una verdadera Academia de las Artes Escénicas. La grandeza que tal cometido exige será una buena prueba de hasta dónde está dispuesta la sociedad de los autores en la tarea de liderar al conjunto de los sectores profesionales de las artes escénicas, y compartir con ellos el futuro protagonismo. Un hermoso reto.

(si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de facebook)

1 comentario

Archivado bajo artes escénicas, Audiencias, Cultura, Opinión, Públicos, Políticas culturales

¡Muerte a la cultura!

teatros-vacios-iva-muerte-cultura

Es absolutamente cierto que la subida del IVA al 21% el pasado año convirtió a la cultura  en un producto casi de lujo. El teatro y otras artes, sometidas a un incremento impositivo tan brutal en un entorno de crisis aguda, han acabado sufriendo las consecuencias y hoy los públicos obligados a ahorrar lo que pueden, abandonan las salas.

En una entrevista publicada en El País el pasado lunes, Ernesto Caballero, director del Centro Dramático Nacional, decía: “Un 21% de cero es cero.” Y es que la consecuencia está siendo que  la recaudación de impuestos del teatro y otras artes se desploma. Con ser destructivo para el alma de un país y de sus ciudadanos que se ven excluidos de un consumo cultural casi de lujo; con ser enorme el daño al sector cultural, por los miles y miles de personas que están perdiendo sus puestos de trabajo, lo verdaderamente grave es el significado profundo que la medida del escasamente presentable ministro Wert tomó el pasado año.

La aplicación de ese tipo impositivo refleja que este gobierno considera la cultura irrelevante para la vida de los ciudadanos, para su desarrollo como tales. El mensaje de fondo es que para este gobierno la cultura debe ser rentable y estar sometida a las leyes del mercado; que es producto, no servicio.

Hoy está a la orden del día la confrontación extrema entre dos formas de entender  la cultura. La que alienta la Constitución, que le concede un rango superior y ordena a los poderes públicos promoverla entre los ciudadanos, y la que alienta al gobierno, que se apresura a convertirla de facto en mercancía, que recorta sus ya escasos presupuestos y que la considera una fuente de ingresos para las arcas del estado.

La cultura y el arte son expresión máxima del desarrollo de las sociedades y por eso hay que detener con urgencia la loca fiebre de los recortes que eliminan los apoyos a las expresiones más frágiles, y que aplican duras cargas impositivas a sus prácticas. Creen que moriremos felices convencidos por los medios y por nuestros responsables políticos, de que morir de hambre es lo mejor para vivir.

Parafraseando a Unamuno en su famoso enfrentamiento con Millán Astray, acabaré diciendo que este gobierno tiene la fuerza y tal vez venza, pero jamás nos va a convencer en su poco sensata tarea de acabar con la cultura como un bien público.

(Si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de facebook)

10 comentarios

Archivado bajo artes escénicas, Cultura, Opinión, Públicos, Políticas culturales

AVETID: pensar juntos para cambiar las cosas

Participacion audiencia

Invitado por María Ángeles Fayos y Santiago Sánchez, participé la semana pasada en los IV Encuentros de la Associació Valenciana d’Empreses de Teatre i Circ. Se reunían para debatir y compartir sobre la situación en la que una pésima administración de la Cultura ha dejado al sector y a la práctica cultural de los ciudadanos en esa comunidad. Destrucción de tejido, recortes brutales, dejación de la responsabilidad política en cultura, oscurantismo y eliminación del circuito teatral, son algunas de las consecuencias de la gestión. Ahora, con equipos políticos recién nombrados, las organizaciones parecen respirar un poco e ilusionarse.

La queja ante el maltrato, el dolor ante el desaire permanente, la herida frente al desprecio están dejando paso a la conciencia de que la fuerza del cambio en la cultura valenciana está en manos de quienes trabajan por ella, y de los ciudadanos que desean incorporarla a sus vidas. Y para ello, como han hecho estos días, se han reunido, y apoyados por la Universidad de Valencia, han identificado líneas de fuerza que permitirán agrupar energías e introducir cambios en la gestión.

Compartí mesa con el peruano Alberto Menacho, Hassane Kouyaté, de Burkina Fasso y Marcos Ottone, de Yllana, llamados para exponer otras visiones y experiencias. A mí me tocó proponer el nuevo marco por el que las organizaciones deben apostar: organizaciones cada vez más profesionales y autosuficientes que sean capaces de redefinir su relación con las instituciones y que apuesten por asumir la responsabilidad incluso de gestionar lo público. Les decía que en este sentido, las organizaciones y los ciudadanos deben trabajar juntos para cambiar las leyes y excluir de la gestión de los servicios públicos -salud, educación, cultura…- a las empresas con ánimo desmedido de lucro y sin función social. Les decía que debemos mirar más y siempre a los públicos, que son los que dan sentido a la creación artística. Los públicos están cambiando en su forma de relacionarse entre sí y con la oferta cultural, quieren participar más, quieren intervenir y ser escuchados, y la supervivencia de las organizaciones artísticas depende de que efectivamente sepamos adaptarnos a ese nuevo campo de juego y caminar juntos.

1 comentario

Archivado bajo artes escénicas, Audiencias, Cultura, Opinión, Públicos, Políticas culturales, Uncategorized

MadFeria: pensando al futuro

pensandoenelfuturo-elmuro

Esta semana estuve en MadFeria, la feria promovida por ARTEMAD, la asociación de empresas productoras de Madrid, y cuyo responsable artístico es Eduardo Pérez Rasilla. Me habían llamado para coordinar un debate reflexivo sobre la situación de las artes escénicas en el que estuvieron representantes de la danza, el teatro de calle, las salas alternativas, el teatro para niños y las nuevas tendencias. A todos ellos les propuse antes de empezar que elaboráramos frente a la situación una especie de mapa de oportunidades que recogiera el análisis pero sobre todo definiera los terrenos por los que el conjunto y cada organización debe deambular en el inmediato futuro para afrontar mejor su supervivencia y su crecimiento. No era fácil debido a la guerra declarada por el gobierno, comunidades y ayuntamientos a la cultura, la sanidad y la educación. A las que están privando de presupuestos para pagar unas deudas que ahora sabemos que creó un sistema corrupto.

No era fácil, pero lo hicimos.

De todas las intervenciones me quedaría con un puñado de ideas clave. Una, en la que coincidieron Alberto García de los Salmones y Víctor Torres, plantea al sector la necesidad de cohesionarse y establecer una línea de trabajo conjunta que rompa la fragmentación y fomente un frente unido de alternativas. Por mi parte añado que hay dos condiciones previas: encontrar un liderazgo y mirar más allá de los propios problemas.

Otra aportación clave fue la necesidad de avanzar hacia la cogestión de los espacios culturales públicos poco o mal utilizados debido a la caída presupuestaria. Las organizaciones culturales tienen ahí un terreno de crecimiento gestionando y llenando de contenidos los centros culturales, teatros y auditorios y ofreciendo en ellos ejemplos de colaboración público-privada. Las residencias de compañías de creadores es un ejemplo concreto en esa dirección.

Juan de Torres proponía una profunda renovación de los sistemas de ayudas a la creación, que deberían incluir fórmulas de retorno de la inversión. Es decir, como si las ayudas fueran préstamos públicos a devolver cuando los productos artísticos tuvieran ingresos y hubieran cubierto inversión. Una vieja propuesta que hoy se hace imperiosamente urgente y que a buen seguro contribuirá a la maduración de muchas organizaciones.

Se habló también de la necesidad de orientar las creaciones desde su origen hacia la internacionalización, dado que nuestro mercado natural va mucho más allá de nuestras fronteras. Y la imprescindible labor de diversificación y aclimatación que ello implica para las organizaciones.

Por mi parte, diría que la otra oportunidad, que apenas se dejó oír en el encuentro, es la de que  las organizaciones conozcan y se vinculen estrechamente a sus públicos. Los destinatarios de la acción artística y cultural son hoy, en plena crisis, el difícil territorio fértil en el que crecer; y para mañana, la garantía de supervivencia y desarrollo. Y más allá el sentido mismo del arte. Su destino.

1 comentario

Archivado bajo artes escénicas, Cultura, General, Gestión cultural, Innovación, Inspiración, Opinión, Públicos, Reflexión

Empresa y Cultura: Una guapa simbiosis

Como tantas otras cosas, la llamada ley de mecenazgo, con la que Wert y su flamante equipo nos desayunaron a comienzos de su mandato, se ha venido abajo como un mal, como un pésimo soufflé. Las últimas noticias retrasan su debate y redacción para distantes momentos de calma económica, de bonanza presupuestaria, como si la cultura de un país, el cemento que une a sus gentes y genera ciudadanía, pudiera meterse en el congelador a esperar mejores tiempos. Miseria de la filosofía (Marx).

Decía como tantas otras cosas, porque del código de buenas prácticas del Ministerio de Cultura nunca más se supo y su aplicación yace cansina en algún rincón de sus pasillos y; porque la transparencia, de la que éste y anteriores gobiernos tanto han alardeado, ni está ni se la espera: el caso horrible del concierto de Halloween, y cómo la alcaldesa de Madrid ha ido afrontándolo, expresa las peores prácticas en ese sentido. No se ofrece claridad y se renquea a la hora de asumir responsabilidades. Más de lo de siempre. Algo huele a podrido en Dinamarca (Shakespeare). ¡Qué diferencia con la rápida dimisión del director de la BBC por una mala práctica periodística!

Pero en fin, he comenzado hablando de financiación privada del arte y la cultura y volveré a ello. Las empresas más avanzadas en marketing y patrocinio ven en la cultura y el arte territorios apropiados para la inversión. NO porque los incentivos fiscales a sus aportaciones sean suficientes o estimulantes. Ni lo son, ni probablemente lo serán en esa tan nonata como desconocida ley de patrocinio. La cultura y el arte son relevantes para las empresas porque vincular sus marcas a la experiencia del usuario, a la emoción del espectador, a la brava energía del directo, es para ellas un bien extraordinariamente relevante en estos tiempos. Así lo ven.

Por eso, a pesar de todo, el momento que vivimos es bueno para que las empresas entren en relación con los proyectos culturales y artísticos –museos, producciones, teatros, orquestas…- y les insuflen vida compartida en forma de inversión. Simplemente hay un condicionante no menor: la cultura y el arte deben ofrecer a las empresas un recorrido conjunto que resulte de interés para ellas en públicos, mensajes, experiencias… Ni la caridad, ni la calidad son razones de peso para el patrocinio. El motor del patrocinio es el beneficio mutuo. Mutuo.

(si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de facebook)

4 comentarios

Archivado bajo Cultura, General, Gestión cultural, Opinión, Públicos

BARRA DE IDEAS FEHR, guapo ejemplo para la cultura

La Federación Española de Hostelería y Restauración (FEHR) tiene una herramienta envidiable para la mejora de las prácticas de sus asociados.

Semanalmente envía a todos sus suscriptores –y a quien lo desea: yo me apunté- un newsletter en el que da ideas sencillas de cómo mejorar el negocio, da a conocer experiencias exitosas, o muestra buenas prácticas, dentro y fuera de España. Se llama Barra de ideas, Ideas para vender mejor en tu negocio de restauración. los titulares de algunos de sus pequeños artículos son extraordinariamente ilustrativos: Internet gratis para tus clientes con Gowex, Necesitas estar visible (se refiere a la Red) para que te encuentren, Aporta salud a tu bar con bebidas sin alcohol, Restaurantes contra el hambre, ¿debes participar?, ¿Sabes elegir la mejor copa para servir el vino?, Consigue nuevos clientes por un euro, ¿Tus clientes son capaces de dejar sus móviles?, Ahorra energía implicando a tus empleados, El único restaurante que no dice dónde está…

Un catálogo provocador a veces, sugeridor otras, estimulante siempre. Una revista digital que se plantea aportar formación e ideas a un sector que las necesita para enfrentarse mejor a la crisis económica y a las subidas del IVA. La leo cada semana y siempre encuentro ideas útiles para el ámbito de la cultura. Da un poco de envidia. Si el sector cultural dispusiera de una herramienta de este tipo, la rentabilidad y sostenibilidad de las organizaciones artísticas se incrementaría fácilmente. El gobierno y casi todas las administraciones públicas ya han demostrado que en tiempos de crisis no tienen apenas nada que aportar a la Cultura, salvo más impuestos. Pero disponemos de organizaciones empresariales, y sectoriales capaces de agrupar fuerzas para desarrollar este tipo de herramientas. Incluso en sí misma podría ser una actividad rentable para quienes la emprendieran. Hay que ponerla en pie.

Conozco y aprecio al presidente de FEHR, José María Rubio,  y a su secretario general, Emilio Gallego, y sé que por su parte esta es una apuesta estratégica por aportar valor a un sector complejo y extraordinariamente heterogéneo y necesitado de impulso modernizador. La hostelería y la restauración conforman un aliado lógico del sector cultural y artístico. En su día a día, los públicos los asocian de un modo natural en sus momentos de ocio y disfrute cultural, por eso ambos sectores deberían establecer acuerdos de largo recorrido para aportarse valor mutuo y aportar valor conjunto a sus clientes. Tenemos que trabajar mucho más juntos en esa dirección, ya.

(si quieres recibir un aviso en el mail con cada nuevo post, puedes hacerlo escribiendo tu mail en donde pone “Suscríbete”, en la columna de la derecha. También puedes seguirnos dándole al “me gusta” en nuestra página de facebook)

3 comentarios

Archivado bajo Cultura, General, Gestión cultural, Innovación, Inspiración, Marketing Cultural, Marketing Digital, Opinión, Públicos