Archivo de la categoría: Reflexión

Chispas de la vida para encender libros

Hay días que la Coca-Cola –sola o en kalimotxo- todavía me gusta más. Por ejemplo, cuando veo que apoyan alguna actividad cultural que en mi opinión merece la pena. El concurso de proyectos de animación a la lectura “María Moliner”, es una de esas discretas y poco conocidas actividades, y la demostración de lo mucho que pueden hacer juntas la iniciativa púbica y la privada, en este caso, con el Ministerio de Cultura. Esta misma semana, en Barcelona, lo hablaba con Assumpta Bailac Puigdellivol (no me resisto a citar completo tan bello apellido), la gerente de Biblioteques de Barcelona, pionera y persona de referencia en cuanto se refiera a dinamización de la lectura y gestión de espacios de lectura.

Todavía hoy, en el sector público subsisten dudas y suspicacias cuando se producen acuerdos entre empresas e instituciones para promover alguna acción que precisa apoyo privado para llevarse a cabo. Es porque todavía no hemos aceptado que la sociedad civil, esa que debe asumir cada día más responsabilidades sociales, deportivas, culturales…, está formada por personas, por organizaciones sin ánimo de lucro…, y por empresas. Y todas ellas tienen el derecho a contribuir, a aportar a la sociedad. Claro que las empresas piden a cambio algo, normalmente reconocimiento, esa comunicación que les permite asociar su imagen a causas justas, al ejercicio de la Responsabilidad Social Corporativa. Pero, lejos de que ello suponga algo malo o negativo, hay que considerarlo algo que la sociedad ha logrado: que las empresas adquieran conciencia de que tienen que devolver algo a la sociedad una parte de sus beneficios.

Coca-Cola, lo he dicho multitud de veces en voz alta porque conozco bien sus prácticas en España, y porque organizo para ellos los Premios Buero de Teatro Joven, es un ejemplo en el que bien podrían mirarse muchas de las empresas con altos niveles de beneficios. Gracias a este tipo de colaboración, bibliotecas que llevan una estupenda labor silenciosa de apoyo a la lectura, ven recompensados sus proyectos con libros y con dinero. Esta vez, las de Tuéjar (Valencia), Pozoblanco (Córdoba) y Oleiros (A Coruña). Los tiempos piden colaboración de todos y de absolutamente todas las energías que quieran aportar algo a la Cultura. Más cuando los responsables políticos anuncias recortes sin freno.

Nota: El próximo post tratará de la experiencia de los Círculos de Comparación establecidos por la Diputación de Barcelona desde hace años, con los que comparan y evalúan las prácticas de cada municipio y definen las mejores prácticas.

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Contra Darwin, pobrecillo

El resultado electoral pone todavía más al día tareas urgentes para la supervivencia de la cultura como servicio. Un resultado, por cierto, esperado, batacazo socialista incluido. Quienes desde la izquierda y contra natura han estado dos años haciendo la política que le correspondía a un gobierno de derecha o de concentración, han asumido el desgaste y el afán de poder y lo han pagado. Perdonen, pero cada uno elige su destino.

Vienen tiempos en que las propias fuerzas, más que ningún otro aspecto, serán determinantes para la supervivencia propia y ajena. Tiempos darwinianos, de  animalidad, de fuerza. Tiempos, también, para desarrollar la solidaridad, el alma buena de las personas y de las organizaciones. Quienes más tienen y quienes más conscientes son de que esta situación va a cebarse en los humildes, tienen una enorme responsabilidad, por un lado de solidaridad y por otro de alzar la voz. Las grandes organizaciones han de ser conscientes de que el ecosistema cultural exige la supervivencia del máximo de especies, y han de apoyar y proteger las que puedan. ¿Se imaginan al Prado acogiendo exposiciones conjuntas con museos en riesgo de extinción? ¿Se imaginan a los grandes teatros, públicos y privados, ofreciendo after hour sus espacios a pequeñas compañías?

Y por otro lado, las empresas y organizaciones dedicadas a la cultura deben unirse, agrupar fuerzas, compartir espacios, almacenes, personal, establecer fórmulas que abaraten su gestión diaria, compartir, sentirse, en fin, miembros de una colonia cuya supervivencia depende del grado de fortaleza conjunta que sus miembros sean capaces de desarrollar.

Y es ya, no mañana. Ya.

Y en paralelo, alzar la voz colectiva, defender el servicio imprescindible para el alma de los ciudadanos que es la cultura. Sin quejas. Combatiendo con arte y generosidad.

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Bicicletas de montaña para la crisis

Últimamente repito una metáfora mucho, tanto que ha acabado hasta gustándome. La de la bicicleta de montaña para la crisis. Dice más o menos lo siguiente: Para salir de esta situación, casi calvario, incluso simplemente para mantenerse en pie, hay que dar mucho a los pedales. Es como cuando andando en bicicleta por el monte la ladera se pone imperativa, insultantemente difícil, y tienes que meter el plato más pequeño y el piñón más grande. El resultado es que debes pedalear muchas más veces por minuto y que apenas avanzas, pero con paciencia y decisión acabas llegando a la cima; –eso sí, muy muy despacio y sudando mucho. Allí de nuevo volverás a cambiar a un plato medio y un piñón pequeño y sabrás lo que es tener resultados con menos esfuerzo.

Al margen de las explicaciones para esta perversa y nefasta situación económica que afecta a las gentes y también, cómo no, a las que transitan por el territorio de la cultura, propio del alma, hoy se impone andar en bicicleta de montaña. Y olvidándonos de metáforas, hoy se impone trabajar mucho, mucho más, para obtener probablemente menos rentabilidad. Sí, algo ganaremos, endurecer los músculos, estilizar la organización, hacernos más apolíneos, imaginativos y creativos.

Por eso no entiendo hoy –bueno, nunca, pero hoy menos- el espíritu funcionarial, el ahora me voy que ha llegado la hora; el preocuparse por el salario mensual y no por la marcha de la empresa o compañía. Hoy, TODOS debemos preguntarnos qué podemos hacer por el equipo en el que estamos, se llame compañía, empresa o país. Sin quejarnos, con la alegría de saber que trabajando y luchando saldremos adelante. Y que al final, si hacemos los deberes solidariamente, seremos mejores y más fuertes. Más fuertes también para cambiar las cosas.

Y sin olvidar a quienes han hecho tanto y tanto por llevarnos a este punto. A esos, desde gobiernos y oposiciones, desde bancos y constructoras… deberemos aprender también a pasarles la cuenta. Y cuanto antes mejor.

Nota: Si estás a tiempo lee mi artículo de este mes en El espectáculo teatral. Está pensado para avanzar hacia un programa de mínimos de la Cultura española. Y el domingo, elecciones.

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Parque cultural: vengan, conozcan y gocen… 2

El mundo vive momentos trascendentales, probablemente sin que quienes toman las decisiones  pero tampoco quienes las sufren, tengan plena consciencia de lo que parece que va a alumbrar este mal parto. Un mundo distinto, en el que se van a maltratar e incluso perder algunos de los derechos y conquistas duramente logradas en el siglo XX. Con toda probabilidad esas pérdidas se recuperarán…, con mucho trabajo, con mucho sudor, con algunas lágrimas. Y espero de corazón que sin sangre.

Por eso no es el momento de hacer de Don Tancredo, ese lance taurino consistente en esperar al toro sin moverse… a ver si pasa de largo. Es el momento de pensar el futuro, de recolocarse ante él: las personas, las organizaciones, los ayuntamientos, los estados… En todas las áreas. Por supuesto también en cultura.

Nada será como antes, tal vez ni siquiera peor. Será distinto, y la duda es si estamos preparados o si estamos preparándonos para ese nuevo panorama. A nivel macro,  como decía en el post anterior, los cambios también son oportunidades, y una de ellas afecta al papel de España en el mundo, y en concreto al aprovechamiento estratégico de sus fortalezas, la principal de las cuales tiene que ver con la  lengua y con la cultura, entendida esta vez esta última ampliamente: gastronomía, bienes de interés ecológico, arquitectura, museos, teatro,  sol, playa y monte… Estamos entre los cuatro o cinco primeros países del mundo en casi todo ello, y seguramente los ciudadanos ni saben de ese liderazgo. Y mientras despreciábamos esas fortalezas estratégicas, mientras considerábamos el español tan solo una lengua para andar por casa, la economía, el crecimiento, han estado asentándose en vender el suelo a precio de pelotazo, y construyendo -y vendiendo unos a otros- casas mal hechas, sin crear valor añadido alguno. De aquellos polvos, este lodo.

Definir España como marca turística y cultural a nivel mundial  no es únicamente una cuestión de marketing, aun siendo ello primordial. Es cuestión de que el conjunto del tejido productivo, y especialmente aquel que tiene que ver con los valores estratégicos de los que hablo, se ponga las pilas, adelgace si tiene que adelgazar, y engorde si tiene que engordar. Pero sobre todo que mejore su capacidad de crear, de mejorar su relación con los públicos, de innovar, de producir valor competitivo en un mundo que en esencia reclama calidad y diferencia.

Por eso lo de pensar España como un gigantesco parque temático cultural para el mundo. Un parque que si está bien diseñado, pensado para dar placer, conocimiento, experiencias y cultura a sus visitantes, a mí mismo me gustaría visitar.

Mi buen amigo y compañero de andanzas, Pedro Antonio García, durante tantos años uno de los hombres fuertes de Coca-Cola, y ahora embarcado en su propio viaje a Ítaca, escribe en su blog sobre este asunto con su habitual perspicacia y capacidad proyectiva, y aplicando a la tarea  todo su acumulado saber. Mucho. No os lo perdáis.

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Mascarell, Ministro de Cultura

Se me ocurren varios ministerios que suprimir antes que el de Cultura, si atendemos a su utilidad, claro. Demagogias baratas aparte, la propuesta recurrente, casi siempre emitida desde posiciones nacionalistas, salta de nuevo esta vez de la mano del conseller de Cultura de la Generalitat Ferrán Mascarell. Otros aplauden con sus orejas neoliberales porque de llevarse a cabo la medida, dejaría la Cultura en su conjunto más cerca de ser regida en exclusiva por el mercado.

En realidad, mi opinión sobre este tema es que el Ministerio de Cultura debería recuperar algunas de las competencias entregadas a la gestión autonómica y  algunas nuevas que incrementaran notablemente su peso en la política nacional y en la presencia de la cultura española en el exterior. Más madera; no menos.

Aun jibarizada la acción cultural central,  es hoy insustituible. Entren en la web del ministerio y vean sus competencias y líneas de acción. Y vean si no se les ocurre a algunas más que asumir. Incluso que compartir con otros ministerios, como ocurre con el de Exteriores y el Instituto Cervantes.

La clave de la decisión es si estamos hablando de un país o de una confederación a la que nada une sino el nombre. Y solamente desde posiciones cercanas a la aldea gala de Asterix se defenderá que lo que hoy se denomina España es tan solo una suma de peculiaridades, y niegue el potentísimo común denominador cultural, lingüístico e histórico por el que somos reconocidos en el mundo. Basta ya de dar más relevancia a la diferencia que a  lo que une.

Por eso es imprescindible e insustituible una institución consciente de que la cultura, la lengua, las industrias culturales, e incluso las diferencias culturales internas, han de ser convertidas en política cultural que nos haga querernos y conocernos más a quienes vivimos dentro de las fronteras españolas, y que haga conocer mejor a los españoles y tener más presencia a su cultura fuera de ellas. Sea cual sea el nombre que reciba la institución.

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Coppola, exagerado: ¿Cine en directo?

Francis Ford Coppola, informó hace unas semanas en la feria Comic-Con, de San Diego, que iba a transformar su nueva película, Twixt, en lo que él llamó un espectáculo en directo: “como la ópera”, dijo. Los hechos son más elocuentes que las palabras y la propuesta obviamente quedará en mucho menos. En realidad, la idea del director de El padrino es que unas pocas escenas de la película se monten de modo distinto en algunas de las salas en la que se proyecte. Así, lo que variará es el orden de diversas secuencias y la música que las acompañe. La innovación es una herramienta de puesta al día y de desarrollo que precisan urgentemente algunas expresiones artísticas y culturales. Ésta es una muestra interesante de deseo de innovación, pero que dada la esencia intrínseca del cine –grabado y proyectado- amenaza ser cosmética. En fin.

Coppola dice, “La mayoría del arte hoy en día es grabado, lo único que es en vivo son los conciertos y el deporte”. Está equivocado: conciertos y deportes tienen su principal expresión económica y sociológica en su transmisión televisiva o su grabación y reproducción: muchos podrían hacerse sin espectadores y su esencia no cambiaría porque hoy la retransmisión de la música y el deporte lo garantiza. Sin embargo no menciona el teatro y otras artes escénicas, que por su esencia necesitan público en vivo para que tengan lugar.

Pero el maestro acierta al enfatizar una de las necesidades contrastadas de las artes: buscar el contacto directo con los espectadores que, cada día más, buscan el encuentro vivo que permite la emoción colectiva. Y en eso las artes escénicas tienen una enorme ventaja sobre otras expresiones grabadas o/y reproducibles. Hoy las artes escénicas son la principal actividad cultural en la que los espectadores gozan colectivamente y en directo, y solamente en directo. Los espectadores son conscientes de que lo que están viendo solo lo ven ellos; y que mañana será otro día.

Esa fuerza inmensa proyectada a futuro es la que ha atraído a Coppola. Chico listo.

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