El nuevo año, 2013, debería traer nuevas leyes imprescindibles para airear la democracia y la cultura. Aquí van unas propuestas.
Ley de Servicios Públicos: que sancione en la práctica el compromiso total del Estado y las instituciones con los servicios públicos. Una ley que, atendiendo a la necesaria eficiencia en los servicios públicos -cultura, sanidad, educación…-, reconozca y arbitre la gestión privada de algunos de sus ámbitos, pero excluya de ella a las empresas con ánimo de lucro. O, en su defecto, una ley que imponga severísimos controles que disuadan a cuantos empresarios quieran hacer negocio desmedido con la salud, la educación o la cultura.
Ley de Transparencia en la Gestión: que establezca obligaciones indeclinables en la gestión pública de presentar cuentas claras, procesos de selección y contratación transparentes, impida amiguismos, corruptelas, y establezca duras responsabilidades concretas si esas obligaciones no se cumplen.
Ley de la Cultura: que establezca la importancia estratégica de la Cultura y las artes para este país y para el devenir de su sociedad, su valor esencial como materia articuladora de identidad e impulso económico, y que establezca medidas específicas para su desarrollo, y el de su tejido organizativo (museos, compañías, empresas, orquestas, teatros…) cada vez más autónomo de los poderes políticos y más vinculado y controlado por los ciudadanos.
Ley de Responsabilidades Políticas, que estipule las obligaciones y las responsabilidades de los políticos más allá de su cargo, para disuadir a cuantos consideran que la actividad política es un coto de negocio y de poder del que no han de responder ante los ciudadanos aunque dejen las finanzas públicas en bancarrota o las empleen a su servicio y al de los suyos. Una ley que impida que la mala gestión quede impune. Una parte de esta ley debería fijar incompatibilidades tan duras que hicieran muy poco deseable a los arribistas hacer política. En algún punto de la redacción de esta ley debería acogerse como modélica e inspiradora la frase del Rey: ¡Lo siento. Me he equivocado. No volverá a ocurrir!
Ley de Responsabilidades Empresariales que impida que banqueros ladrones y empresarios de la construcción sinvergüenzas, mantengan sus beneficios –en forma de yates, dinero, propiedades o puestos directivos- cuando han sido responsables ciertos del desempleo y la miseria de millones de personas, y el empobrecimiento de un país.
Y una última ley, esta simplemente desiderativa: Ley de Solidaridad y Compasión frente al sálvese quien pueda, que promueva el valor de los ciudadanos que apoyan a otros, que exalte a cuantos se compadecen de quienes sufren y hacen algo concreto en su favor. Una ley que publicite como un mal obtener beneficios del perjuicio a terceros. Una ley que convierta ante los otros en buenos a los buenos y difunda como perversa la imagen de los malos. Una ley que entiendan los niños.
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