Creatividad y tijeras. 2: Se necesita un nuevo modelo

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Pues eso, que la creatividad grupal en nuestro país, necesita un nuevo modelo que favorezca el desarrollo de nuevos y jóvenes proyectos; y que combata con su propia altura la tijera y la auto-explotación. Es tan obviamente locura montar una sociedad limitada para un proyecto que durará un año en el mejor de los casos; es tan obstaculizador y generador de conflictos obligar a montar una empresa con todas las de la ley a un grupo de jóvenes en plena y bella fiebre artística…, que si desde el poder no se favorece un formato sencillo y por proyecto para dar cobijo a la creatividad de esos grupos o/y proyectos es porque no interesan nada; porque no se advierte el potencial de futuro que para un país tiene favorecer la creatividad.

Sin querer ser exhaustivo, ese nuevo modelo del que hablo debería incorporar los siguientes aspectos:

  1. Diferenciación de las producciones y actividades artísticas en función de tamaños, presupuestos, precios, espacios de exhibición y niveles de rentabilidad.
  2. Adecuación de los impuestos, retenciones y cotizaciones a la Seguridad Social, a esas diferentes realidades. Partiendo de la reducción del IVA -al menos a los niveles previos a la barbarie montorowertiana-, los productos, espacios y creaciones de un tamaño menor estarán absolutamente libres de impuestos, o verán reducidos al mínimo los pagos durante un tiempo que posibilite su subsistencia. Las retenciones y cotizaciones a la S.S. –no así los derechos- se reducirán para permitir que los procesos creativos jóvenes, producidos con pocos monises, destinados a públicos minoritarios o exhibidos en pequeñas salas…, trabajen legalmente.
  3. Los convenios han de cumplirse siempre, pero, para poder hacerlo, contendrán diversas categorías en función de las situaciones señaladas anteriormente. De tal modo que en los pequeños espacios o/y poyectos, al menos se cumplan los requisitos de trabajar con la Seguridad Social cubierta.
  4. Los modelos de producción y de constitución de empresas creativas se modificarán radicalmente, creando el modelo por proyecto para impulsar –facilitándola- la constitución legal de los nuevos equipos creativos, salas o producciones, pero sujetos a normas fiscales, de constitución, de pago de derechos de autor, etc, adecuados al escaso recorrido previo, a las expectativas y a la corta duración de su vida útil. Que para hacer una pequeña e imprevisible producción haya de crearse una empresa sociedad limitada es una estupidez y una maldad anti artística.

Ya, ya sé que éstas son apenas algunas de las medidas que habrían de tomarse, pero su virtud es que apuntan al corazón del mal: el arte no puede sujetarse exclusivamente a normas económicas del capitalismo duro.

Si estamos de acuerdo -que espero que lo estén incluso quienes rezongan al oírlo-, en que el arte y la cultura son necesarios en una sociedad de seres humanos libres; si estamos de acuerdo en que la bondad maravillos a del arte consiste en permite a los hombres expresar cosas bellas que de otra manera quedarían sin ser expresadas…, pongamos los medios para que ello sea posible.

Hasta hoy, los gobiernos se han limitado a financiar algunas expresiones pero tan solo han puesto dificultades a esa diferenciación que daría vida autónoma a los procesos nuevos, jóvenes, y a las creatividades en tiempos de tormenta. Los que vivimos.

 

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Creatividad y tijeras. 1: La auto-explotación como obstáculo

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Una consecuencia positiva del reinado de la tijera en la economía social es el impulso a la creatividad. Algo así como si con el estómago vacío pudiéramos volar sueños más guapos…, y hacerlos.

Hay algún ejemplo en el último cine español, con brillantes creaciones realizadas con un talento por centímetro cuadrado muchas veces mayor a su presupuesto. Un ejemplo: el caso de Stockolm, finalista a tres categorías de Goya y con un presupuesto de poco más de 200.000,00 €.

En artes escénicas y musicales, es época de florecimiento primaveral y exuberante de proyectos, de asociación de creadores y compañías, de hermosas locuras que iluminan un páramo de seguridades y procesos mil veces recorridos con anterioridad. Miremos la cartelera teatral y musical madrileña y descubriremos que un fin de semana normal podemos acceder a más de ciento cincuenta ofertas diferentes. Muchas en espacios inverosímiles y en condiciones en que la precariedad es una nueva condecoración. Veremos lo que queda de este magma creativo cuando se regularice la situación y quede lo que quede, pero ahora disfrutemos de esta parte.

Sin embargo, esta moneda tiene un reverso que debe alterarnos la ceja del corazón: la inmensa mayoría de los creadores no viven de su trabajo de sus proyectos, e incluso en muchos casos aportan sus propios dineros para ponerlos en pie. En el mejor de los casos, valgamediós, se auto-explotan. Las salas pequeñas, los espacios recién paridos al arte, las casas de porteras o mini-teatros…, si enseñaran el forro mostrarían artistas que no cobran, que no están asegurados, y cuyo magro beneficio disfrutan otros. Algunos grandes empresarios, al igual que ocurre en otros sectores económicos, aprovechan que el Ebro nace en Fontibre y aprietan los convenios y los acuerdos con las compañías y los artistas en los grandes teatros para mantener su tasa de beneficios. Malos momentos, sí, que debemos afrontar generando un nuevo modelo económico y creativo.

Si me preguntaran, que nadie me pregunta, se me ocurren algunos componentes básicos que incorporar a ese nuevo modelo. Pero hoy, aquí, no cabe más, que los post largos son un poco pesados. Así que lo dejaremos para mañaaaana.

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Tres enseñanzas sobre los Goya

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El domingo vi toda la ceremonia de entrega de los Premios Goya. Quería ver brillar al cine español, porque lo merece, y esta es una ocasión perfecta y glamourosa para hacerlo.

Al finalizar la gala saqué por enésima vez la conclusión de que las gentes que se dedican al cine y al teatro, aunque hacen de la comunicación su herramienta vital (eso es el cine y el teatro en estado puro: comunicación de historias, de personajes, de emociones…), cuando no están dentro del personaje se comportan como cualquier otra persona cuando quiere contar algo. Es decir, bastante pobremente, incluso con vulgaridad. Uno, dos, tres detalles sobre los que mejorar y acabo este post.

Uno: ¡Actúa, que te están viendo¡ La enorme ventaja del teatro, de la interpretación, es que sus profesionales pueden asumir cualquier personaje, cualquier voz y aspecto, contar cualquier historia…, con el objetivo de absorber la atención de la audiencia, seducirla y llevarla por paisajes que más tarde cada espectador podrá evocar dentro de unos momentos memorables.

Y sin embargo cuando se trata de agradecer un premio, o abrazar un hilo narrativo que seduzca a los espectadores, presentes y virtuales, el actor más aclamado, el director más prestigioso o el autor más laureado pierden el hilo y el oremus, dicen incoherencias y piensan más en sus primas que en los millones de espectadores que desean oírles y empatizar con los premiados.

¿Es cuestión de que vuelvan a la escuela de interpretación? Evidentemente, no. Saben actuar, y muy bien. ¿Entonces? Tan solo deben pensar en que las entregas de premios carecen de toda belleza si se convierten en actos onanistas y chatos. Deben pensar en que los espectadores desean profundamente asumir su belleza, la de sus seductores personajes, y que ello exige romper la naturalidad y hacer arte. Arte hasta de la recogida de un “cabezón”.

Pensar en el traje o el vestido hasta la exageración, y no pensar en la palabra, el argumento, la puesta en escena, es perder la oportunidad de seducir. Y en el arte no se puede perder ninguna oportunidad. Para eso están los camerinos. Para eso están los momentos en que los focos se apagan.

Dos. ¡Abre la ventana, que entre el aire¡ Los del arte no son, no somos el  centro del universo mundo. Nos dedicamos a algo guapo, pero ya está. González Macho decía que hacer cine es tarea de héroes. Exagera porque cree que el cine es el ombligo del mundo. Para héroes los que se enfrentan cada mañana a la tarea de sacar sus familias adelante desde el paro. No son, no somos el centro del universo pero mira que intentamos que parezca que lo creemos. Eso nos aleja de los ciudadanos, de los destinatarios del arte.

Y tres. ¡Los zombis existen, pero no cuentan¡ ¿Qué más da que Wert no vaya a los Goya? ¿Es una fiesta en la que el sector comparte con la sociedad su alegrías o es una reunión tutelada en la que si no está el jefe la cosa no funciona? ¿Es el jefe? Multitud de pesados nos recordaron una vez más lo que es público y notorio: ese ministro es un cadáver andante y ni siquiera las críticas fuera de cacho lo van a resucitar. Tanta referencia ilustra one more time nuestra adolescente necesidad de un pim pam pum sin el cual carecemos de discurso.

Los Goya, los Max, los premios de la Música, cualesquiera premios que las gentes del arte otorguen, son encuentros que han de estar al servicio de transmitir a la ciudadanía belleza y mensajes guapos, no reclamaciones extemporáneas, quejas o felicitaciones aldeanas.

Perdonen la opinión.

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¡Tachán, tacháaaaannnn! Maestros Yoda hacernos debemos

Maestros Yoda hacernos debemos

Sí, el IVA para la compra de arte al 10% el Gobierno rebajado ha. Fiscal beneficio que disfrutarán esos millones de personas para los que las paredes de sus casas adornar con pinturas o esculturas de autor una imperiosa necesidad es. De hecho, si alguien a alguien conoce que comprado ha un cuadro a alguien en el último mes, seguramente pertenecer debe todavía a “la” clase social. En fin, el resto de los culturales sectores de este país felicitar queremos a galeristas, creadores y marchantes, y compradores, a las puertas de ARCO. También a valencianos falleros.

Por lo demás, la cultura, ese impreciso e inefable bien, que las instituciones públicas promover deben por constitucional mandato, disfrutando seguirá de ese especial tratamiento fiscal del 21% que en convertirlo en un objeto de lujo consiste. Bravo gritamos (Maestro Yoda dixit).

La verdad es que el hambre el ingenio aguza, aunque sin duda vivir hace en peores condiciones. Poco o nada ganar, la supervivencia estimula como una zanahoria a un burro, pero la hipoteca no paga, ni el supermercado, ni los sociales seguros. Por toda España, como otoñales hongos, nuevos culturales espacios en recónditos e impensables lugares surgen; nuevos creativos proyectos cargados de más talento que de regalos los Magos nacen; lo que ningún gobierno conseguirá jamás apagar por mucho que se empeñe, prolifera: la creatividad, el talento, el deseo de al mundo a través del arte aportar.

Pero no es de eso de lo que tratar quería. Sino del metalenguaje empleado por esta gente que nos gobierna. Al años tardar en encarcelar a los delincuentes de cuello blanco o a los inmobiliarios y especuladores sin ley, o a los antibéticos, perlímperlambréticos corruptos abogados; al jamás conseguir que un ladrón barcénico, expresidente de la CEOE, consorteprincipesco, o mandamás de una caja de ahorros lo a todos  robado devuelva; al la devolución no exigir del crédito a la banca española –para que sus vergüenzas hipotecarias tape- por valor de miles de millones de euros, que pagando con sangre y lágrimas TODOS estamos… Y, al mismo tiempo, al de impuestos cargar una actividad que el músculo bello y apolíneo del país muestra -la cultura, por millones de personas disfrutada-, lo que en realidad diciendo están es lo que verdaderamente una cosa y la otra les importan.

Por eso, enormemente me alegra  –bueno, un poco exagero: me alegro, simplemente- de que la pintura y las fallas el IVA del 10% tengan (superior en todo caso al del inicio de este viaje, eh), pero profundamente me irrita el paleto desprecio por la cultura, y por su económica relevancia, que un impuesto tan elevado mantener supone.

No sé qué impuesto pagar debemos quienes al teatro vamos, discos o películas compramos…  Mi principal conclusión de la fiscal política por el gobierno marcada es que, al igual que en la leyenda que en el bosque de Sherwood se desarrollaba, a los humildes en España robar barato, casi gratuito, sale, y que coto poner a los desmanes de los ladrones tremendamente difícil es, si estos mismos poderes hacerlo deben.

Los pies pararles, difícil, no imposible es. De nosotros depende. ¿Maestros Yoda tal vez hacernos debemos? La Fuerza nos acompañará.

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Museos de Manhattan: mi experiencia como usuario

Post de Robert Muro

Pues sí, el pasado diciembre estuve en New York, una semana, periodo de tiempo que dicen muchos que hay que ir allí cada año. A empaparse de novedad, dicen. A embeberse de diversidad y polifonía, dicen. A nutrirse de sugerencia y creatividad, dicen. A, sobre todo, digo yo, verse uno en el espejo venidero antes de que llegue aquí. Así que New York. En parte para tomar resuello en un año duro y en parte para ver y aprender, que eso es el viaje, todo viaje.

En lo que a nuestro negociado compete, el de la gestión y en particular el del marketing cultural y de las artes, ha sido para mí un viaje provechoso: la visita a los principales museos –MOMA, Metropolitan y de Historia Natural– es una clase muda de gestión y de relación con los públicos. ¡Y encima no hay que pagarla! Sí, porque buena parte de los museos de la ciudad de Nueva York sugieren un precio que puedes o no pagar, y que no limita la entrada en absoluto. (Pagamos, claro.)

El concepto museístico en norteamérica tiene algo de humilde, de no-altivo, también de joven, en comparación con los museos europeos. Si en nuestro entorno la mayor parte de pinacotecas y museos parecen estar pensados para iniciados, para personas cultas que saben lo que encierran sus paredes y el enorme valor que guardan, en Estados Unidos buscan la interlocución con el público, y parecen diseñados también para iniciar a los visitantes y proponerles un viaje de larga duración y que pueda frecuentarse. Son diseños de contenidos y recorridos de una enorme calidad, pero  en cuya organización y presentación pesa decisivamente lo pedagógico. La memoria tras la visita, el buen recuerdo, el regusto dulce de las imágenes vividas ayuda a que la experiencia como usuario sea tremendamente gratificante.

Experiencia del usuario, una expresión que busca destilar el viaje que una persona realiza desde que se acerca por cualquier medio a un acto cultural, hasta el después, en ocasiones el bastante después, cuando lo finaliza. En ese viaje cuenta la organización de la web tanto como la de las colecciones; es tan relevante la comodidad de las sillas donde descansas como la calidad de los menús de los comedores; es tan importante el silencio en algunos momentos del disfrute, como la libertad para comentar en voz alta las emociones o fotografiar/te. En ese viaje debe tener su atención correspondiente y diferenciada cada visitante, dando y recibiendo cada uno lo suyo, en ocasiones para agradecer la primera visita y animar a la repetición; en otras para mostrar públicamente a los más asiduos y leales el agradecimiento y los beneficios que acompañan la fidelidad. En todos los museos existían referencias constantes a quiénes habían donado obra, o contribuido con fondos, o sufragado ampliaciones, o… En los tres grandes museos aludidos había zonas reservadas para que los usuarios de mayor lealtad pudieran parar su máquina y disfrutar de un descanso en un ambiente especial. Recordaba mi visita hace un año al Louvre y el tormento y las colas para pagar y el gentío imposible para ver La Gioconda, que me ahuyentó, y la comparación no se soportaba.

Es cierto que el marketing general en Estados Unidos lleva una enorme ventaja en el tratamiento del usuario, y que son muchos los sectores comerciales en los que se percibe su desarrollo, su preocupación por encontrar nuevos territorios de satisfacción del cliente. Pero las organizaciones culturales han aprendido radicalmente y desarrollado estrategias propias de relación con su público. La consideración del cliente como artífice de la sostenibilidad de las organizaciones culturales, ayuda sin duda a ello. Pero, más allá de juicios sobre el valor económico de la cultura y el arte, lo más relevante es que los visitantes, los usuarios de cultura y arte, son tratados con enorme respeto y los gestores ansían, como parte de su misión, satisfacer sus expectativas culturales y de disfrute: su experiencia.

Las gentes que van a museos, acuden a cines, disfrutan del teatro o de la música en vivo…, buscan en la emoción del espectáculo en vivo o en el arte, una experiencia diferenciadora, única en parte, y siempre memorable y estamos obligados a hacer de su viaje de nuestra mano, el mejor de los tránsitos. Y en cualquier caso, un recorrido al que deberemos haber dedicado mucha preparación, mucho esfuerzo y pasión. Un recorrido que hace que ellos, el arte y nosotros podamos fusionarnos en cada encuentro.

 

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Dad y se os dará. Rebelaros y un nuevo mundo se revelará

Foto post dad y seo os dara

Agradecimiento recibido por parte de Fernando Arrabal a raíz del Kit de Supervivencia elmuro

Mi buen amigo, Pepe Martín, a quien todavía le paran por la calle para felicitarle su papel como Conde de Montecristo, en la súper exitosa producción de TVE de los setenta, agradece el Kit de Supervivencia elmuro con una frase juvenil y reveladora: “Tu kit es realmente de supervivencia. Así que, hartos de resistir, este será el Año de la Rebelión.

Son muchos los que van dejando también por escrito su agradecimiento, su saludo: de Manuel Lagos, a Paco Heras, de Mercedes Lezcano, a Luis María Anson, de los chicos de El Deseo y Pedro Almodóvar a los de Albena Teatre, de Lola Martínez a Miguel Ángel Pérez, de Manuel Molins a Natalia Menéndez, de Marina Mayoral, a Guillermo Heras, de José Antonio Vera a Ignacio del Moral, de Elena Hernando a Marifé de Santiago, de Manuel Sierra a Fernando Arrabal… Hasta Mariano Rajoy envía su carta dando por recibido el regalo. Sin duda el afecto es especialmente bien venido en estos tiempos broncos.

Sí, porque nos toca vivir momentos en los que la tijera gris y la suciedad que mancha pugnan por ser el único horizonte de las gentes. Los derechos sociales, la educación, el trabajo, la vivienda, la sanidad… y también, cómo no, la cultura y el arte, están siendo forzados a migrar desde el territorio de los derechos al de los privilegios, en el caso de que haya dinero para pagarlos. Y este viaje, después de treinta años de democracia, no puede acabar así. Por eso son tiempos, también de retos, y el que tenemos por delante difícilmente lo expresará mejor el deseo de Pepe: pasar de la resistencia a la rebelión, a la rebeldía.

¿Pero cómo concretar la rebelión? Nosotros hemos optado por algunos principios elementales que pensamos que cambian el entorno inmediato, que quieren ser mancha guapa de aceite. Lo pequeño es hermoso. Por un lado hacer bien las cosas que hacemos, y hacerlas cada vez mejor, esforzarnos en la belleza y el color frente al recorte oscuro como ley. No podemos, no debemos, no queremos dejarnos vencer por la dominante mediocridad justificada por el recorte. Por otro, dar, dar todo lo que se pueda, compartir, crear redes de intereses comunes, generar equipos más allá del propio, lo que implica abrir las puertas a los amigos pero también confiar en el desconocido. Dar porque sí a quien lo necesita. El Evangelista Lucas lo contaba así en su relato del Sermón de la Montaña: «Dad y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir» (Lucas 6.38).

La rebelión, hoy, no es la de finales del siglo XIX, ni de los estertores de la Dictadura en España. Rebelión es buscar lo que nos une a cuantos sufrimos injusticias; rebelión es apoyar a cuantos gritan o son víctimas; rebelión es no dejarse contaminar por el estilo del Poder y no dejarnos arrastrar, a nuestra pequeña escala, por la corrupción. Rebelión es apoyar a quien lo merece con la convicción de que estamos regando fértiles semillas. El ¡basta! de hoy es rebeldía permanente y no estallido. Así que el raca-raca de los medios de comunicación encelados en Bárcenas, Infantas y Gúrteles desvergonzados, desviando nuestra mirada de quienes los crean o encubren, nos despista; el raca-raca de instituciones, organizaciones o comunidades, solo atentas a lo suyo, hoy nos divide; el raca-raca del miedo del “podría ser peor”, nos paraliza.

No son los mejores momentos para dormir más de la cuenta, pero sí son buenos para crear, para conocer y hacer compañeros de viaje, para soñar junto a nueva gente, para hacer sin queja. Para rebelarnos.

Y lo prometo, mañana Manhattan.

(Completa esta lectura con mi artículo «Contrato Ciudadano por el Arte y la Cultura», publicado en julio en la revista El Espectáculo Teatral)

 

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Kit de Supervivencia elmuro, un guiño a la vida

Presentación Kit de Supervivencia 2014

Más de un mes sin escribir un post es tiempo suficiente como para dar explicaciones. Ahí va lo que me ha ocupado: El último tramo de Madrid Activa, el programa de proximidad cultural que el Ayuntamiento de Madrid encargó a elmuro, supuso un sprint final; luego un viaje a Nueva York, del que hay mucho que contar; y justo a la vuelta, el pasado 17 de diciembre, la Fiesta de presentación del Kit de Supervivencia para 2014 que este año se hacía en un teatro, El Sol de York. De todas ellas se me quedan cosas para próximas entradas. Pero cerraré el blog este año con el asunto del Kit.

Lo sacábamos por primera vez de nuestros locales y lo llevábamos a un teatro, con lo que nos obligábamos al equipo de elmuro a dar más, un poco más: actuaciones de Elzurdo, Silvia Marsó, Karmele Aranburu, del grupo de teatro joven Guinotillas, sabiamente dirigido por Pilar Rodríguez, del grupo de intérpretes de la recién estrenada Magia Café, de Paloma Pedrero, y los Caídos del Cielo, con Esperanza Pedreño a la cabeza; Raúl Barrio, Gloria Londoño y Ana María Hidalgo interpretando el Dueto de las Flores de Lakmè, de Delibes… Y Pepe Viyuela, Natalia Huarte, Ana Marzoa, Tito Asorey e Iñaki Miramón leyendo, y Abigail Tomey presentando… y los patrocinadores aportando productos: Serge Defeix, de Lotus, sus galletitas, Absolut sus combinados con Nordic, la tónica de Coca-Cola… Iván Santacruz entreteniendo con sus magias a los pequeños; Javier Ortiz vigilando que su Sol de York estuviera en las mejores condiciones para el encuentro. Hasta Marcos de Quinto aportó dos tarros de la miel que él mismo elabora para ser degustada, junto al inevitable jamón ibérico de estas fechas y de los platos que habían preparado en sus casas los chicos y chicas de elmuro. Y a Nacho García Garzón, Pedro Antonio García, Carlota Álvarez Basso, Luis del Val, Alfonso Albacete, Ana Rossetti, Eduado Bazo y Jacinto Bobo,  Ana Buñuel, Salvador Sanz…, entre otros muchos nombres que no caben en esta escueta narración. La fiesta del Kit de este año fue un éxito gracias a los que asistieron y a la energía colectiva que nos habitó a todos.

Y lo más importante, esas cerca de doscientas personas compartiendo con nosotros la filosofía que nos mueve como empresa y como grupo humano que es soporte de creaciones artísticas y de un nuevo modelo de gestión. Un modelo que tiene en su centro de atención al ciudadano, incluso más allá que como espectador y más allá del propio cliente que nos contrata.

Porque el Kit de supervivencia es la expresión de cómo entiende elmuro, humildemente, su pequeño papel: esforzarse en dar, en hacer las cosas con la máxima entrega y calidad, aportar la máxima belleza en un entorno en el que el recorte y la fealdad predominan y amenazan ahogar las flores. Sonreír en tiempos de cólera, aunque no sea precisamente su jefe el que lo sabe hacer mejor, lo de sonreír, digo. Ser piedra en la que descansar y no para lanzar.

Personalmente me emocionó escuchar conviviendo las cuatro lenguas en las que todos los nacidos en España han escuchado de sus madres las primeras palabras: gallego, euskera, catalán, español. No es fácil escucharlas juntas, pero allí estuvieron.

Ahora nos toca seguir. De vez en cuando echaremos mano de esos poemas, frases, relatos, para que nos acompañen el momento que elijamos. Si alguien lo necesita y no lo tiene, ya sabe, que nos lo pida, y al poco tiempo lo tendrá en sus manos.

Bueno, y la próxima semana más, y ya sobre Manhattan.

Ah, en este inusual post no puedo dejar de nombrar al equipo de elmuro, artífice real de la fiesta: Carmen Muñoz, Alicia Mena, Sol Rodríguez, la ausente Ivonne Varas, Irene Alonso, Carla Chávez y Jesús Briones en la coordinación. Y Andoni Lopategui, Jose Almanza, Ester Gombau…

En fin, lo dicho, mañana más.

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Los culpables nunca pagan: ¿Les dejamos?

aqui-no-paga-nadieLa famosa y excelente obra teatral de Darío Fo, Aquí no paga nadie, debería ser traducida en España con un nuevo título Los culpables nunca pagan. Una metáfora nada poética de la realidad que afecta a “nuestros” culpables: ¿Les dejamos?

La catástrofe del petrolero Prestige, que ensució nuestras costas tanto como ayudó a educar nuestra conciencia frente al maltrato del medio ambiente, queda sin responsables para el juez, que ha tardado 10 años de vellón en dictar el insulto. Los miles de millones gastados saldrán del bolsillo de los ciudadanos.

La banca, y en primer lugar las cajas de ahorros, causante primera de la crisis junto a los inmobiliarios sin conciencia y especuladores con bigote, recibieron 36.000 millones de euros para salvar el incendio que habían provocado, para librarles de su propia quema. Nos juraron desde el gobierno que la pagarían ellos, los causantes malos, pero ahora sabemos que la cuenta se saldará desde el bolsillo exhausto de los ciudadanos: con más recortes, con más paro, con más vergüenza.

La huelga de empleados de la limpieza de Madrid, provocada por un modelo de privatización bárbaro que alienta a las empresas y contratas al máximo beneficio y recorte, y que les impulsa en vuelo libre a despedir y a hacer cada vez peor su servicio para mantener e incrementar beneficios, ha dejado más millones en la cuenta de deudas. Esta también será pagada, indefectiblemente, por los ciudadanos.

Pasa lo mismo con las privatizaciones en otros ámbitos, como la sanidad o la cultura, hechas no con el propósito de mejorar la gestión del servicio o la satisfacción de los usuarios, sino con el único objetivo de reducir costes y hacer negocio ajeno, privado. En los Presupuestos Generales del Ayuntamiento madrileño para 2014, el nuevo responsable de Madrid Destino, la empresa pública que gestiona servicios culturales, define como su criterio “empresarial” -es transcripción textual-: “… no realizar ninguna actividad si no genera  un ingreso equivalente por lo menos, al coste real del servicio o actividad realizado…”. El coste social de perder servicios culturales –ahora ya concebidos solamente como negocio- lo pagarán los ciudadanos. Una sociedad con menos y peores servicios tal vez haga ricas a algunas empresas y personas, pero con total seguridad hará menos ciudadanía, y a los ciudadanos, seres menos orgullosos de pertenecer a una colectividad que les maltrata.

En España, la “cultura” de la responsabilidad es inexistente (perdonen la polisemia del término “cultura”, pero ustedes me entienden). NADIE, aunque haya sido cogido con las manos dentro de la masa ajena, reconoce que robó, dilapidó, malversó, o, simplemente, erró. NADIE, por tanto, reconoce responsabilidad propia en la mala marcha de la empresa, de la economía o de su departamento; en el choque, aunque sea el conductor. No conozco a nadie, no sé de nadie que haya asumido motu proprio su responsabilidad y haya entregado a los ciudadanos su propia cabeza. Salvo Juan Carlos I cuando dijo aquello de “Lo siento, me he equivocado, no volverá a suceder.” No cundió el ejemplo, claro.

Nos merecemos lo que nos ocurre. No tenemos responsabilidad en el saqueo, ni en el desastre de tantas cajas de ahorro, ni de empresas inmobiliarias hienas, es cierto. Pero sí podríamos no emular los modelos de irresponsabilidad que avergüenzan el alma. Pero sí podemos dar la espalda con el voto a los mangantes. Pero sí podemos ser autocríticos con cómo se han hecho las cosas durante décadas; y se siguen haciendo. También en el Arte y la Cultura. Y tomar medidas.

Necesitamos una nueva cultura social ética, solidaria, que se avergüence de lo inmoral y que se sienta orgullosa del bien público. Sin ella será imposible limpiar a tanto político, funcionario, empresario o, también, compañero de trabajo, que concibe el mundo como territorio de rapiña.

Las gentes que trabajan en los servicios –sanidad, educación, transporte, cultura…- tienen una responsabilidad añadida en la generación de esa conciencia ética imprescindible para el cambio: la de hacer su trabajo con la máxima calidad, aportando valor añadido constantemente para que los servicios no sean considerados un mero negocio sino la expresión de una sociedad digna, solidaria, mejor. Y esa conciencia ética, esa práctica ética se construye a poquitos, cada día, con gestos que hagan del espacio común el territorio cuidado por todos porque es de todos. De ahí sale la fuerza colectiva para defender el bien común frente a la rapiña. De ahí sale el cambio.

 

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Privatizar: mirar el dedo o a dónde señala. A propósito de la Plataforma en Defensa de la Cultura

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Ayer, 4 de noviembre, asistí en el Círculo de Bellas Artes a una asamblea convocada por numerosas asociaciones culturales contra la «privatización» del teatro Fernán Gómez y contra el 21% del IVA cultural. La Plataforma en Defensa de la Cultura.

Desde los viejos tiempos temo las asambleas porque de modo natural suelen tender a convertirse en escenario de emociones y manipulaciones y muy rara vez en espacio de reflexión para la toma de decisiones, que es para lo que supuestamente se convocan.

Asistí, primero interesado, luego perplejo, a numerosas intervenciones, ya emocionales, ya llamadoras a la «lucha». Muchas con más enfado que argumentos. Las más con más entusiasmo que reflexión. Todas culpando a terceros y llamándose a andana de la más mínima responsabilidad en la actual situación. Sin algo de autocrítica y, más allá, sin que nos pongamos de acuerdo en el contenido y el sentido que damos a las palabras, sin que acordemos el marco en el que las gentes dedicadas profesionalmente a la cultura plantean sus quejas y reclamaciones, y sin que el norte de toda acción sean las necesidades ciudadanas, la vida de todo movimiento reivindicativo será inevitablemente corta. Y en el mejor de los casos de escaso calado y menor repercusión.

Y sin embargo la situación de profunda crisis social, económica y política, y la completa ausencia de estrategia cultural -en el gobierno y en cualquiera de los grupos políticos-, hace absolutamente perentorio generar pensamiento: definir hacia dónde queremos ir. Si me apuras, soñar el futuro para que sepamos los pasos que hay que dar para ir acercándonos a él.

Hoy, el reto de todo movimiento social o político preocupado por la cultura ha de ser llenar de contenido concreto el genérico mandato constitucional que da a las administraciones públicas la responsabilidad de promover la cultura. Una tarea pendiente desde hace treinta y cinco años. Lo cual exige abordar las grandes líneas de un política cultural que se precie: un pacto ciudadano y político por la cultura que le dé valor estratégico, la adecuada financiación pública y privada de la cultura, la transparencia en su funcionamiento y el establecimiento de fórmulas democráticas de acceso a la gestión pública, o la democratización cultural y el establecimiento de fórmulas de participación ciudadana, por mencionar algunas líneas maestras que hay que desarrollar.

Sin embargo los movimientos críticos suelen detenerse en los aspectos cosméticos, sin ir al fondo y al marco de la cuestión. Ver el arbusto que tenemos ante nuestra nariz y encelarnos en él.

En este sentido, el que parece ser el núcleo duro de las reivindicaciones tiene que ver con la privatización. Pero, ¿qué es eso de privatización? Definamos burda pero operativamente que es pasar algo que rigen manos públicas a manos privadas. Según la RAE, transferir una empresa o actividad pública al sector privado. Pero démosle algo más de profundidad, algún matiz más. En ese sentido siempre he dicho que se puede diferenciar entre  privatizar la propiedad, privatizar la gestión concreta o privatizar la función política. Primero, la propiedad de bienes o inmuebles culturales no está hoy en entredicho, ningún grupo político la plantea, aunque personalmente estoy seguro que hay propiedades públicas que podrían venderse para que dejasen de ser poco rentables socialmente y lesivas a lo público (o simplemente para recaudar fondos para necesidades superiores: ¿superiores a la cultura?: Sí, la vida, el empleo, la salud, la vivienda, la educación…). Segundo, se puede privatizar la gestión concreta, y eso es lo que se hace en muchos servicios cuyo funcionamiento es imposible que lo hagan funcionarios, ya por costes ya simplemente por operatividad (en este ámbito están la limpieza, autopistas, aeropuertos, e incluso aspectos de orden público, sin que nadie se rasgue por ello las vestiduras. Luego, claro, está el CÓMO se hace y A QUIÉN aprovecha). Y, tercero, se puede privatizar la función, es decir la política cultural, y que sean empresas privadas las que definan las necesidades ciudadanas en esta materia y decidan lo que hacer. ESTO ES LO VERDADERAMENTE GRAVE Y PELIGROSO. Y ES LO QUE SE ESTÁ HACIENDO. De matute, como dirían los castizos.

Porque, al ceder la gestión con criterios exclusivamente de ahorro o/y de rentabilidad económica, excluyendo la rentabilidad social y el control y evaluación de la gestión privada, de facto se está entregando la función de política cultural a los adjudicatarios de la gestión. Dos pájaros de un solo tiro. Seguramente los políticos que privatizan la gestión sin más criterio que la adjudicación al mejor postor, y las más de las veces en penumbra, ni siquiera son conscientes de que en realidad están renunciando a dirigir la política cultural de esos espacios cedidos a la gestión privada. ¡Tan poco saben de política cultural!

¿Puede evitarse? Sí, claro: imponiendo formatos transparentes y democráticos de contratación y adjudicación, en los que se fijen los criterios de política cultural que los adjudicatarios deben asumir. Sí, claro, imponiendo controles, auditorías y evaluaciones, que supervisen que la gestión está al servicio de la sociedad y de la política cultural marcada. (Controles que deberían llevar al levantamiento de la adjudicación si la gestión no responde a lo acordado). ¿Puede impedirse? Sí, claro, imponiendo limitaciones concretas desde las administraciones públicas a los niveles de beneficio a los que pueden aspirar los adjudicatarios. Limitaciones que se explican y justifican porque optan a gestionar un servicio público beneficioso para la sociedad.

El verdadero reto de los poderes públicos hoy no es abaratar costes en la gestión, eso lo hace cualquiera, aunque no sepa nada. El nuevo reto es establecer un papel superior de control a las administraciones públicas sobre la gestión privada de la cultura y otros servicios. El mundo del funcionariado, decimonónico y arcaico sin duda, deja paso en la actualidad y en el futuro a la mayor intervención de la sociedad civil -empresas incluidas- en su gestión. Pero las empresas han de ajustarse siempre al servicio de los intereses y necesidades de la sociedad fijados por las administraciones democráticamente elegidas. Por ello han de establecerse esos sistemas concretos de control y evaluación.

Hoy las instituciones, y los partidos, parecen incapaces de asumir sus nuevas tareas, imbuidos las más de las veces de un espíritu de recorte, corrupción y alergia a la transparencia. Son los ciudadanos más conscientes los que urgidos por la realidad del abandono cultural deben asumir esa tarea.

Necesitamos movimiento, alzar la voz, claro que sí. Pero necesitamos todavía más, señalar con el dedo la dirección hacia la que conducir el movimiento y la voz. Y cuidado, siempre hay quien se queda con su mirada fija en la punta del dedo.

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¡MADRID ACTIVA!, un laboratorio de gestión cultural

MADRID_ACTIVA_FONDOGestionar la programación cultural de proximidad de todos los distritos y centros culturales de Madrid está siendo una experiencia grandiosa. Y de la que aprender. Mucho.

El programa ¡MADRID ACTIVA! del Área de Las Artes del ayuntamiento madrileño –a cuyo frente está Pedro Corral- consiste en acercar el arte en vivo de calidad a los ciudadanos allí donde viven. Doscientas diez actuaciones de alto nivel en apenas dos meses son una poderosa y refrescante lluvia en un territorio tomado casi en exclusiva en los últimos años de recortes por compañías aficionadas, grupos de danza de casas regionales y actuaciones de relleno. La programación de ¡MADRID ACTIVA! está constituida, casi a partes iguales, por las creaciones últimas de las once compañías residentes del ayuntamiento –de teatro y danza-, y espectáculos de todo tipo con nombres de primera fila que durante estos meses los ciudadanos alejados de la almendra central van a poder disfrutar: El Brujo, Pepe Viyuela, Pablo Carbonell, El Chojín, Jorge Blass, Teatro Paraíso, Yllana, Micomicón, El Gato Negro, Teatro Corsario, Pablo Carbonell, Riki López, Asier Etxeandía… hasta 70 espectáculos diferentes de música, teatro y danza.

Lo emocionante es constatar cómo los públicos, los ciudadanos, ejercen sus derechos de acceso a la cultura sin que el lugar de su vivienda afecte a esos derechos. Y cómo pueden disfrutar instintivamente de la calidad cuando la tienen cerca.

Lo emocionante es comprobar que el modelo de programación elegido logra resultados en muy poco tiempo. Un modelo hecho en base a ciclos que generen continuidad, habiendo consultado antes con los propios distritos, gestionando la información para que los vecinos conozcan la programación semanal…

Las cifras generales de la cultura se desploman, señala el Anuario SGAE 2013, como no podía ser menos con la política –no solo fiscal- hacia la cultura del actual gobierno. Pero, al mismo tiempo, estamos constatando experimentalmente el enorme poder de la acción cultural de proximidad, el valor de la democratización cultural.

¡MADRID ACTIVA! está siendo un brillante éxito de público. También es un chispazo que podría con muy poco dinero más incendiar la pradera y convertirse en un gran programa de enorme trascendencia popular y ejemplificador para otros muchos grandes municipios. Porque hoy es posible que los artistas ajusten sus cachés, conscientes de lo importante que es reforzar con su presencia la trinchera cultural frente a la crisis; porque hoy es factible que junto a la programación profesionalizada se configuren programas que impulsen los nuevos talentos y nuevos grupos para los que los escenarios de los centros culturales son plataformas de lanzamiento; porque repartir arte de calidad en el entorno inmediato de los ciudadanos es repartir alegría, disfrute y energía buena frente a la dificultad…

Quienes asumimos el encargo del ayuntamiento de programar ¡MADRID ACTIVA! sabemos que es, también, un laboratorio. Que de lo bien o mal que lo hagamos depende en parte que siga realizándose y cómo se haga en el futuro: con coordinación previa con los barrios y los responsables culturales de los centros, con transparencia hacia las compañías, dando valor añadido en cada aspecto de la actividad… Un laboratorio que muestre y demuestre que la gestión privada de un programa público de acción cultural se puede realizar con responsabilidad social y desde la convicción y la conciencia de servir a una actividad cultural beneficiosa para los vecinos.

Los cambios últimos en el ayuntamiento de la capital, que incluyen la salida de Fernando Villalonga como responsable de MACSA,  generan un ámbito en que la expectativa es predominante. El actual responsable político, Pedro Corral, ha mostrado en público en varias ocasiones su apoyo a ¡MADRID ACTIVA! y a otra de las piedras angulares de la acción cultural municipal, las compañías residentes.  En los meses inmediatos veremos si esta relevante iniciativa tiene continuidad.

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