
Un titular de EL PAÍS del 28 de marzo rezaba (era Semana Santa) así: “Reixa recibió 142.000 euros del ente que dirigía su actual delegado de la SGAE.”
Como no es fácil de entender lo que el titular quiere decir, pero por ello intuía una cierta trama o al menos tendenciosidad, me zambullí a leer la noticia. El abierto aire insidioso, más propio de otros diarios, me alarmó.
La noticia, en realidad, es que Filmanova la productora del musical Galicia Canibal, de la que es accionista Antón Reixa, recibió esa cantidad como ayuda a la gira y estancia de dos meses en un teatro madrileño. El musical, patrocinado por la cerveza Estrella Galicia y con la colaboración del Centro Dramático Galego, recibió la ayuda desde Agadic, la Axencia Galega de Industrias Culturais, dirigida en ese momento por Carlos Fernández Fasero, quien poco después pasaría a dirigir el área noroeste de SGAE.
No me gusta el aroma de la ayuda. Que se aclare. Pero lo que huele muy mal es la tergiversación neta de EL PAÍS, que convierte en personal la ayuda (“Reixa recibió…”) y que mezcla a SGAE en un acto que cuando tuvo lugar no tenía relación con la concesión de la ayuda. La mala intención es obvia y el periódico se alinea con quienes tienen a la sociedad que gestiona los derechos de autor como su enemigo. La SGAE ha sido durante años objeto de todo tipo de críticas destructivas cuyo origen tenía como común denominador a sectores reacios a cumplir la legislación sobre derechos de autor.
Los autores, los que con su talento creativo impulsan la cultura y el arte, están maltratados en nuestro país, porque quien más quien menos se “baja” cine o música; quien más quien menos si puede va de gorra al teatro o se cuela en un concierto; quien más quien menos desconoce u olvida que no pagar o piratear redunda en derechos que no se cobran. Y los derechos en nuestro sistema jurídico son el salario del autor. Los gestione quien los gestione. Por eso la tarea es defender a los autores y sus derechos.
Hace mal EL PAÍS en atacar con insidias al presidente de los autores. En realidad está dando un golpe bajo a todos los autores en el vientre de su presidente, que además, en mi opinión, se está esforzando con su equipo en sentar nuevas bases para la sociedad.
SGAE ha lanzado una campaña denunciando la actitud de numerosas televisiones que producen, encargan y editan música que nadie escucha (solo se emite de madrugada) con el exclusivo fin de reducir su aportación obligatoria a SGAE. Por ello ha sido también atacada buscando su línea de flotación. ¿Coincidencia?
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