Nunca había empezado tantas veces un post ni había desechado tantos ya escritos sobre el mismo asunto. Y es que con el de la investigación abierta a SGAE saltan temas asociados a docenas, y resulta casi imposible centrarse en uno de ellos. Son tantos los daños colaterales… Pero lo intentaré.
La dirección de SGAE lo ha tenido que hacer muy mal durante mucho tiempo para que la figura de los autores esté por los suelos y resulte tan fácil y gratificante socialmente defraudar sus derechos. El incremento de su poder económico ha evolucionado en proporción inversa al de su valoración social. La entidad encargada de recaudar el fruto del trabajo de los creadores, de los autores, está desprestigiada y su labor confundida precisamente con la de quienes la denigran. Muchos de los que no pagan a los creadores, de los que defraudan la ley, de los que sustraen sus derechos económicos, acusan sin embargo a SGAE de ladrones. Ver para creer. Pero sería injusto echar balones fuera y acusar sin más a las gentes. Sin duda la directiva de SGAE, con Teddy Bautista a la cabeza, tiene una evidente responsabilidad en la pérdida del prestigio acumulado en los años iniciales de su mandato, aquellos en que colocó a la sociedad de gestión entre las más modernas del mundo
No sé qué quedará de la graves acusaciones a los directivos de SGAE –administración fraudulenta, apropiación indebida, delitos societarios…- tal vez poco, a tenor de lo que suele ocurrir en nuestro país con los procesos judiciales con trasfondo económico. Pero hoy, el ciclo parece que está agotado porque la gestión de cualquier empresa o institución se asienta sobre la confianza, y ésta se ha resquebrajado brutalmente. Los propios resultados de las elecciones internas daban cuenta de una brecha entre socios que no debería existir en una sociedad de gestión.
Por eso parece que lo más adecuado es repensar SGAE, renovarla, refundarla sobre criterios unificadores y sobre personas intactas. Sin mirar atrás, para no convertirnos en estatuas de sal, para evitar la maldición de Lot. Por el bien de los creadores.
