Una jornada particular

Carlo M. Cipolla, un historiador de la Economía a quien considero un maestro, escribió hace más de veinte años un libro, Allegro ma non tropo, que contenía un opúsculo imprescindible titulado Leyes universales de la estupidez humana. Se lo recomiendo encarecidamente. Una anécdota me las ha recordado en relación al olímpico desprecio que se acumula en nuestro  país por la experiencia, el talento, el conocimiento. Me explico.

El pasado domingo asistí a una comida en que casualmente coincidí con gentes muy diversas; un encuentro de esos en los que la observación y la escucha causan placer si estás dispuesto a la empatía, al aprendizaje del otro. Allí estaban, entre otras, dos personas con un pasado relevante que hoy, por cómo resolvemos en España nuestra relación con el pasado, son desocupados: Eduardo Pérez, productor de TVE sometido al ERE y Francisco Tomey, que fue durante muchos años persona de referencia en la política de Castilla La Mancha y de Guadalajara en particular. Ambos se quejaban de que su experiencia, sus conocimientos adquiridos a lo largo de mucho tiempo, no sirvieran hoy a ninguna causa útil.

El caso de TVE –uno de los ámbitos relevantes de la comunicación y la cultura– es paradigmático en muchos sentidos porque excluyó de su futuro a centenares de buenos profesionales en la cincuentena en perfecto estado de revista, ofreciéndoles una jubilación forzosa que nada tenia de jubilosa, y que despreciaba el conocimiento acumulado. Rafael Herrero, otro sufridor del ERE televisivo, me hablaba de ello hace unos meses. Prescindir del conocimiento para abaratar costes es una política tan extraordinariamente chata, tan corta de recorrido, que la pagaremos, sin duda, en un plazo de tiempo no muy largo. El, en sus más amplias y diversas formas, es el mayor patrimonio en el que afirmar y asentar el futuro, cuando quienes la poseen están dispuestos a seguir empleándola en la vida social y económica. Tal vez lo nuevo en nuestro país sería actuar conforme a esa afirmación. El conocimiento siempre es apuesta de futuro, herramienta clave para su construcción. En el mundo económico, es elemento esencial de la diferencia competitiva. Por eso es necesario hacer de los senior una fuerza ganada, no una fuerza perdida.

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4 Respuestas a “Una jornada particular

  1. Avatar de Beatriz Beatriz

    Totalmente de acuerdo contigo Robert. Hoy en día la experiencia y el conocimiento son virtudes que “no están de moda”, y esto se ha aceptado socialmente hasta tal punto que las empresas incluso presumen de tener plantillas jóvenes.

    Sin embargo no estoy del todo de acuerdo con tus “desocupados” compañeros de mesa, estoy segura de que su experiencia y conocimientos SI que sirven hoy a muchas causas útiles que en su día -debido precisamente al trabajo- no pudieron disfrutar de ellos, aunque lamentablemente no sea de forma remunerada…

  2. Así es, Beatriz. El conocimiento y la experiencia de esas personas puede y debe ser empleado en otros ámbitos útiles a la sociedad. Ya hay algunas instituciones que -en nuestro país tímidamente- aprovechan a profesionales y expertos que se han visto obligados a dejar sus empresas u ocupaciones anteriores en tareas de consultoría o asesoramiento, tanto en proyectos en España como en solidaridad internacional. Pero este problema afecta a tantas personas que resolverlo es un reto estratégico que requiere de un cambio de mentalidad en la sociedad y en los propios afectados (que comprensiblemente suelen caer en el pesimismo y la queja, pero no se organizan), y requiere también acciones concretas para planificar y organizar su aportación. La verdad es que habría que empezar por hacer bancos de datos para tener información de los profesionales y sus especialidades. Y eso ha de correr a cargo de alguna fundación o de instituciones públicas. En fin. A mí me gustan los retos.
    Muchas gracias por tus comentarios, Beatriz.

  3. Avatar de JMP JMP

    Algunos datos para la reflexion: En este país el paro juvenil (hasta los 30 años) llega al 40 por ciento. Es el doble que la media de los países europeos (eso a pesar de no tener una población especialmente joven porque hace 20 años que estamos en tasas de natalidad bajísimas). Hay dos generaciones de españoles que han estado literalmente «taponadas» por las anteriores para acceder a puestos de responsabilidad.
    Si prolongamos la vida laboral hasta los 70 y con el sistema actual de antigüedad remunerada y jerarquías en función de la edad y la experiencia, el problema del paro juvenil se va a convertir en un polvorín social.
    Yo creo que después de 30 años de experiencia en una empresa, con los conocimientos, los contactos y una presumible situación socioeconómica estable, esas personas que se ven sujetas a un ERE (con un «empujoncito» económico, no lo olvidemos) están, si así lo desean, en un momento óptimo para emprender una «nueva vía» laboral, formar su propia empresa, dedicarse a colaboraciones, a labores de asesoramiento, de formación, etc.
    No es bueno generalizar, pero todos conocemos personas que, después de más de dos décadas en la misma empresa se encuentran agotadas, hastiadas, desmotivadas o desinteresadas y no suponen ese plues de sabiduría que deberían.
    El problema en este país (o uno de ellos) es la falta de movilidad del mercado laboral. Hay miedo a perder el trabajo porque es dificil cambiar de empresa. Hay demasiada gente que se tira 40 años haciendo lo mismo lo en la misma empresa. Y eso cansa a cualquiera.

    • Los problemas de empleo en España responden a rasgos estructurales en su modelo económico. Y el paro «juvenil» forma parte indisoluble de ese modelo, de esos problemas, lo mismo que el desperdicio de talento, experiencia y conocimiento en los senior. No es en absoluto contradictorio exigir medidas estratégicas que dirijan la economía hacia la incorporación temprana de trabajadores jóvenes, con el mantenimiento de los profesionales que lo deseen durante toda su vida laboral e incluso más allá. Este otro modelo, que responde a una economía sana, con alta productividad, con empeño en la innovación en productos, empresas y servicios, es un modelo que está permanentemente en muy altas tasas de empleo. Lo de nuestro país -cuatro millones de desempleados- produce vergüenza, pero responde a una economía poco creativa, poco productiva, con un elevadísimo peso proporcional de la construcción y del turismo de baja calidad, y eso la hace débil ante coyunturas de crisis.
      Creo sinceramente que apoyarse en las jubilaciones anticipadas para dinamizar el mercado laboral es dar por buena la actual situación en la que, por cierto, muchas empresas se encuentran como pez en el agua: prefieren abaratar costes que invertir en conocimiento e innovación estratégica.
      El tapón laboral no lo generan los senior, sino el modelo económico coyunturalista y chato en el que España vive asentada.
      Una última cosa: cuando proponía recuperar el conocimiento de tanta y tanta gente damnificada por EREs no planteaba su re-incoporación al mercado laboral (cosa a la que por otro lado tienen derecho), sino que, siguiendo percibiendo sus subsidios, aportaran su experiencia a la sociedad, a través de fundaciones o cualquier otro tipo de instituciones.
      En cualquier caso, te agradezco enormemente tu opinión a este debate que a mí me parece imprescindible.

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